POR JOSÉ MONERRI, CRONISTA OFICIAL DE CARTAGENA
Una de las calles clásicas de Cartagena es la de Canales. A ella se entra por la del Carmen y se sale por la Plaza de Juan XXIII y calle del Salitre. En la acera de la izquierda desemboca la de La Palma, en la que nació la primera académica de la Lengua, Carmen Conde Abellán; en la derecha, tiene un portalón que da entrada al Huerto del Carmen.
No, no se trata de una calle que deba su nombre a la existencia de canales o que los hubiera tenido. El nombre se debe a que en ella vivió un cartagenero que se llamó José Canales, denominación que se impuso a las anteriores. Federico Casal escribía que parece que esta vía se llamó en 1588 Carrerón de Xorquera según aparece en un documento del Archivo municipal. El Mayordomo del Pósito, Rodrigo Martínez, compareció ante el escribano de número Francisco Álvarez y dijo que el Pósito tenía tomada la posesión de unas casas que eran de doña Inés de Sevilla, «que son en el Carrerón de Xorquera que va a los Salitres las quales están por arrendar». Y pidió se pregonase el arriendo.
Se hicieron diecinueve pregones públicos y por fin fueron arrendadas a un sujeto llamado Matías Bermúdez, en dos ducados mensuales.
Más tarde, en 1692, el alcalde mayor don Pedro Marchena y Durán designa el Carrerón de los Ortuños (actual calle de Canales) del Arrabal de San Roque, como uno de los sitios donde también se había de pregonar el bando promulgado por la Justicia para que las mujeres de mal vivir salieran de la ciudad y su término en el plazo de veinticuatro horas bajo la pena de ser presas, rapadas y sacadas en una escalera por mano del verdugo y a voz del pregonero que declararía la causa del destierro. También les impondría a las desobedientes la multa de cuatro mil maravedíes.
Construido el convento del Carmen a finales del siglo XVII, quedó ya formada calle por la tapia que se levantó y cercaba parte de la huerta del monasterio. Por 1738 habitaba frente al huerto un individuo llamado José Canales, arrendatario muchos años de la Renta Comunal de Lonja de Mar y Tierra; y del apellido de este sujeto tomó la calle el nombre. Desparecidas las comunidades, fue vendida parte de la huerta y el propietario de los terrenos levantó una fila de edificios con que quedó urbanizada la calle.
Coplas de madrugá
Es Juan Ruipérez Vera, en su obra `Historia de los cantes de Cartagena y La Unión´, uno de los escritores que recogen la relación de la calle de Canales con los cantes. Según él, «la cartagenera por sus formas en lo musical y literario (coplas) está más cerca de lo urbano que de la Sierra Minera. Su nacimiento como cante que puede llamarse flamenco se produce a mediados del siglo XIX quedando perfeccionada su estructura musical en el año 1880. La mayoría de sus caracteres musicales los adquirió de un ramillete de cantecillos que eclosionaron de unos sones folclóricos que desde antaño eran conocidos con el nombre de la madrugá».
Sobre la cartagenera, su principio y el ambiente donde se prodigó, el que fue cronista oficial de Cartagena Isidoro Valverde Álvarez escribió: «En Cartagena nacía y crecía un cante propio, la cartagenera, cuando en los ruedos de España toreaban Guerrita, El Espartero, Bombita, Machaquito y don Luis Mazantini; cuando Vicente Pastor empezaba a dar mucho que hablar. Nacía y crecía este cante cuando proliferaban los cafés cantantes y en el teatro se cultivaba el género chico; cuando el `Manco´, enloquecido, con un cuchillo en la mano indemne, y en el camino de El Garbanzal a La Unión, hería a varios hombres, a uno de ellos mortalmente, suceso que inspiraría al trovero cartagenero Marín la célebre quintilla: «Como corral sin gallinas/ se está quedando La Unión/; unos, que matan las minas;/ otros, que se lleva Dios;/ y otros, que el `Manco´ asesina.
Rojo `el alpargatero´
Cantaron bien la cartagenera dos mujeres: una de Cartagena, Concha la Peñaranda, y otra de La Unión, Emilia Benito `la Satisfecha´. Ésta -que popularizó la cartagenera `Anda y dile a la Gabriela´- cantó un día en medio de la calle de Atocha, en Madrid, a beneficio de un ciego que, acompañado de su guitarra, pedía la voluntad.
La cartagenera pura y auténtica se forjó, a finales del siglo XIX, en una taberna de la calle de Canales donde se reunían a cantar, cuando daban de mano en sus faenas cotidianas, el Rojo `el alpargatero´ -artífice de este cante-, Enrique el de los Vidales, Paco el Herrero, Chilares, el Pajarito, Juan el Albañil, todos ellos cartageneros, y Pedro el Morato, almeriense con querencia a Cartagena.
Allí cantaban, quitándose de vez en cuando las telarañas del galillo con el buen vinillo de la tierra: «En la calle de Canales/ cantaba Paco el Herrero./ Lo acompañaban Chilares,/ el Rojo el Alpargatero/ y Enrique el de los Vidales».
Junto a Isidoro Valverde otros autores cartageneros, coetáneos de los mencionados en la copla, califican a Conchita Peñaranda como la principal intérprete de este nuevo estilo. Y Fernando el de Triana en su libro `Arte y artistas flamencos´, dejó escrito que la artista cartagenera difundió este nuevo estilo por toda Andalucía, y apostilló que el cante no era andaluz. Nos referimos a la cartagenera grande.
En cuanto a la cartagenera de origen, de el Rojo, padre, nació también en Cartagena y el ambiente que la vio crecer fue el que se vivía en la posada del Rojo, en el Arco Callejón de la calle de Canales. En ese lugar se reunían arrieros y tratantes después de largas jornadas de trabajo.
En Cartagena sigue existiendo un rincón urbano entrañable, la plazoleta o plaza de Alcolea. A este emplazamiento, incrustado en el tipismo cartagenero, los nativos lo siguen llamando cariñosamente la Plaza de los Carros. Está muy cerca de ella la calle Huerto del Carmen, lugar donde quedaba ubicada la posada del Rojo el Alpargatero.
Canales es una calle con solera y peculiar. Con la Posada Jamaica, el espíritu de los intérpretes, el origen de la cartagenera y el nacimiento Carmen Conde en la calle de La Palma. Es una calle entrañable.