POR JOSÉ ANTONIO MELGARES GUERRERO, CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA
Según la feliz expresión del humanista murciano Antonio Díaz Bautista, en la capital, y también en toda su área metropolitana, el término ‘por ahí arriba’ es un concepto geográfico abstracto, usado por gran parte de la población, que abarca desde Espinardo hasta el Polo Norte. Se trata de un término relativamente peyorativo pues ‘de por ahí arriba’ llegan las tormentas cargadas de granizo. ‘De por ahí arriba’ vienen los fríos invernales y los vientos de otoño. Y ‘de por ahí arriba’ llegan las aguas en tromba que asolan la huerta y el campo. En definitiva, ‘de por ahí arriba’ llega a la capital y al resto de la Región todo lo poco deseado. Si preguntas sobre ese espacio, la contestación es siempre imprecisa y ambigua, pero en la mente del preguntado están presentes las tierras altas del Altiplano y, sobre todo, del Noroeste a donde, cuando raramente nieva, se desplaza parte de la población de la Región para disfrutar del blanco elemento que, precisamente por su rareza en nuestras tierras, llama tanto la atención de las gentes. Queda claro pues, que el término ‘por ahí arriba’ indica espacios de clima y color de cielo diferentes; de costumbres, fiestas y folclore de gran personalidad, un tanto raros respecto a las vegas Media y Baja del río Segura y, por supuesto, a la costa. Donde apetece comer de otra manera y otros manjares, y donde el exotismo se hace presente en muchos aspectos.
Al término ‘arriba’ se opone su antónimo ‘abajo’, pero cuando de esta contraposición se trata el significado de ambas palabras es diferente en la acepción popular. Existe en Archivel (Caravaca) el Campo de Arriba y en Las Torres de Cotillas el Campo de Abajo, al igual que en Ricote donde se dan los dos términos, así como las Fuentes de arriba y abajo. En el casco histórico de la localidad de Cehegín existen la Plaza Mayor de Arriba y la Plaza Mayor de Abajo, en espacios diferentes de la población. En la huerta de Bullas se ubican el Molino de Arriba y el Molino de Abajo, en el curso del río Mula. También en Jumilla se diferencian la Plaza de Arriba y la de Abajo (hoy de la Costitución). En Blanca y Cehegín las gentes saben muy bien cuáles son la Calle Mayor de Arriba y la de Abajo, así como en aquella la Huerta de Arriba y la de Abajo; en la Copa de Bullas: la Copa de Arriba y la de Abajo y en el término de Caravaca El Moralejo de Arriba, separado unos 800 metros del Moralejo de Abajo (despoblado totalmente desde hace años). En Fuente Álamo también existen el Campillo de Arriba y el de Abajo y en Yecla el Campo de Arriba y el de Abajo.
Con significado idéntico aunque con diferentes palabras, se utiliza en las diputaciones rurales de Totana El Raiguero Alto y el Bajo, y en Bullas las calles Nieve Alta y Nieve Baja, lugares donde antaño se almacenaba el frío producto (procedente de los pozos serranos de Sierra Espuña o Los Miravetes), para su distribución entre la población durante el verano.
Los topónimos en cuestión se usan fundamentalmente en lugares donde la orografía es montuosa, y muy pocas veces en lugares llanos, donde no hay cuestas, como sucede en la costa y en la huerta murciana donde, sin embargo sí que es frecuente escuchar la frase ‘subir a Mazarrón’ y ‘bajar a Murcia’, cuando en realidad debería decirse al revés. Esto mismo sucede al referirse a Cartagena y los pueblos ribereños del Mar Menor, lo que a mi parecer es justificable por la presencia del Puerto de la Cadena, cuya subida se nota manifiestamente más desde el interior hacia la costa que desde la costa al interior.
Los términos ‘sube para arriba’ y ‘baja para abajo’ también son frecuentes en el léxico regional murciano, empleando una innecesaria redundancia o pleonasmo que, sin embargo aumenta la expresividad, sobre todo cuando se trata de una orden.
Fuente: https://www.laverdad.es/