POR FRANCISCO ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
«Sólo la muerte acaba con los seres que se quieren, pero nunca con el recuerdo de cuanto fueron. Y él fue un personaje encantador, por eso la suya será una pérdida tremenda para la villa de Arriondas». Así despedía ayer el cronista oficial de Parres, Francisco Rozada, a Miguel Ángel Aramburu Melero, muerto a los 60 años.
Aramburu fue «un agitador cultural» que «dominaba cualquier tema relativo al arte, al teatro, a la ópera, al cine… era una enciclopedia y cuesta muchísimo trabajo asumir esta pérdida», lamentó Rozada, aún conmocionado por su muerte prematura.
De entre las decenas de iniciativas culturales que puso en marcha destacó por ser el creador y director del Festival de Cine en la Calle de Arriondas.
Una cita anual por la que el Ayuntamiento de Parres le dedicó un homenaje en 2014 después de llevar 20 años enseñando a amar el cine a distintas generaciones de parragueses. Al año siguiente, la Asociación Amigos de Parres que preside Titu Manzano le otorgó el Premio Fayuela por su labor altruista, desinteresada y efectiva en pro del concejo.
Aramburu, hijo del fundador de Sidra Basilio, también estaba en el lagar familiar, en donde además de la bebida se promocionaba de forma turística su elaboración. «Recibía a grupos y se consolidó como una de las empresas de turismo a visitar en la villa de Arriondas», recordó el cronista parragués. «Era un hombre culto y muy didáctico, era muy buena persona, lo vamos a echar mucho de menos», lamentó Rozada.
Miguel Ángel Aramburu fue, en palabras del sacerdote parragués, Juan Carrio, «un parragués digno de elogio». Tenía, cuenta el también amigo de la familia, «una personalidad muy acusada, muy especial. Una sensibilidad muy llamativa hacia el arte, hacia el cine y hacia las personas. El trato con Miguel Ángel era siempre exquisito, siempre tenía una actitud de respeto y deferencia hacia todos con los que interactuaba, con los que se cruzaba en sus paseos», recordó. Su pérdida, abundó Carrio, es la despedida a una persona «con una bondad clara, diáfana y neta, que no admitía reservas». Su vida, detalló, «estuvo muy marcada por ese volcamiento hacia los demás, esa llamada hacia el mundo del arte y del cine, esas incitativas culturales que atrajeron hacia sí a tantas personas». Su familia, prosiguió el párroco, «comparte su forma de ser, esos valores humanos que les hacen ser personas queridas por todos los que les conocen», agradeció.
Su despedida, «no será como debiera ser», lamentó Rozada. «En otro momento hubiera tenido un funeral multitudinario», pero las medidas restrictivas por el covid-19 impedirán que el entierro que hoy se celebra en Panes (Peñamellera Baja) sea «como nos hubiera gustado». Sólo podrán asistir las tres personas que permite la situación de estado de alarma.