ARROYO Y SU FERROCARRIL
Mar 18 2015

POR FRANCISCO JAVIER GARCÍA CARRERO, CRONISTA OFICIAL DE ARROYO DE LA LUZ (CÁCERES)

Locomotora de la estación Arroyo- Malpartida en el año 40. ::JAAG
Locomotora de la estación Arroyo- Malpartida en el año 40. ::JAAG

El pasado 15 de febrero y hasta el 7 de marzo de 2015 el Club de Módulos Maquetren ha mostrado en la Oficina de Turismo de Arroyo de la Luz una magnífica exposición de maquetas ferroviarias de una gran plasticidad visual. Muchos han sido los arroyanos que han pasado por la Oficina de la Plaza de la Constitución para admirar el traqueteo de los vagones en miniatura junto con numerosos detalles que acompañaban el recorrido de los trenes. Una gran cantidad de ellos, según me han confirmado, han recordado con total nitidez lo que fue el enclave ferroviario de nuestro pueblo y hoy casi olvidado, la Estación Arroyo-Malpartida.

Aunque en un principio la Estación Arroyo-Malpartida no estaba ni contemplada en la construcción de la línea Madrid-frontera con Portugal, acabó siendo la estación estratégica del recorrido que se iniciaba en Delicias y concluía en el país vecino por Valencia de Alcántara. Fue, por consiguiente, una de las grandes localidades ferroviarias de la región extremeña desde que el 15 de octubre de 1880 estuvo operativa la línea de 71 kilómetros que separaban la Estación Arroyo-Malpartida de Valencia de Alcántara. Un año después se completó el trazado global que unió Malpartida de Plasencia con la estación arroyana. Definitivamente nuestro pueblo quedó conectado con la capital de España.

El antecedente de la Estación Arroyo-Malpartida se encuentra en el descubrimiento del yacimiento de fosfatos en el Calerizo de Cáceres en 1865. En un principio, para llevar este mineral hasta los mercados europeos, se trasladaba en carros hasta Mérida y desde allí en tren hasta Lisboa. Era, por consiguiente, un transporte difícil y costoso que aconsejó llevarlos directamente en ferrocarril desde las mismas minas hasta la capital portuguesa. Poco después entró en escena el que posteriormente sería Presidente del Gobierno Segismundo Moret realizándose los primeros trazados de líneas que iban a pasar por el término municipal de Arroyo, con una estación de empalme, proyecto que fue reformado.

La primitiva proyección del trazado preveía tanto una estación en Malpartida como otra en Arroyo del Puerco. «Diversos accidentes del terreno» modificaron la ubicación definitiva que perjudicó a ambas localidades, pero «esta nueva estación está suficientemente próxima a los dos pueblos como para cubrir sus necesidades», dirían los escritos oficiales. No tenemos constancia que Malpartida protestara por este cambio pero Arroyo, cuando tuvo noticia de la alteración del proyecto inicial, reunió el Ayuntamiento en sesión extraordinaria en la que se acordó «presionar a la empresa ferroviaria para que la estación no se situase en la charca de Lancho, sino en las Tenerías de Clemente», donde estaba ubicada la estación del primitivo trazado. Para ello ofreció facilidades como la expropiación de los terrenos que ocupase el ferrocarril dentro del término municipal, ofreciendo como indemnización «parte del producto desamortizado de los bienes de propios».

A pesar del esfuerzo de los arroyanos, la ubicación definitiva del enclave ferroviario se concretó a medio camino entre Malpartida de Cáceres y el entonces Arroyo del Puerco. Esta localización hizo de la Estación una población con una especial relación con ambas localidades con las que siempre tuvo un contacto intenso a lo largo de los casi 100 años de pleno funcionamiento. La población fue creciendo desde los 269 habitantes que contabilizó en 1900 hasta los 676 de 1940 o los 1.107 de 1960, la cifra más alta de toda la serie histórica. Hoy día el enclave ferroviario tiene poco más de medio centenar de personas.

En un principio la población de la Estación Arroyo-Malpartida la conformaron exclusivamente ferroviarios jóvenes que se trasladaban con sus familias a vivir. Conforme pasaron los años fueron apareciendo otra serie de servicios ajenos al funcionamiento propio de una estación de trenes, como van a ser el de una maestra de niños que llegó en 1898, una fonda que regentaba desde 1904 Basilio Arévalo Aranda o una librería del mismo año a cargo de José Agúndez Hernández. Mayor trascendencia tuvo la inauguración de la capilla-escuela para enseñar a niños de «ambos sexos» en abril de 1910, ceremonia festiva que se celebró por todo lo alto con la presencia del Obispo de Coria, diversos consejeros de la compañía que habían llegado directamente desde Madrid, y autoridades municipales y religiosas de las poblaciones próximas.

Otros momentos especialmente lúdicos en la que participaban los pueblos limítrofes, especialmente los arroyanos, era la celebración de las fiestas de la Estación que se verificaban en el mes de mayo de cada año, y que desde 1925 tuvieron una organización y vistosidad muy notable. Durante los dos días del fin de semana del mes de mayo numerosos arroyanos acudieron a los bailes que allí se celebraban. Por ejemplo, en los de aquel año se desplazaron un buen número de mujeres, «Dolores Millán Petít, Natividad Martínez de Javato con sus niñas, las hijas del médico don Luis Chaves, Lucía, María y Mercedes, y María Luisa Holgado Macías junto con su hermano, entre otras muchas».

Estas fiestas con bailes eran inicios de noviazgos que en numerosas ocasiones acabaron en celebraciones matrimoniales. Por ejemplo, el 19 de julio de 1931 se celebró una boda entre una arroyana y un agente de la Compañía del Oeste (Victoria Zancada y Dionisio Rodrigo), evento al que acudieron los hermanos del novio y numerosos amigos que confraternizaron con nuestros paisanos en el «Salón de la Cooperativa» donde tuvo lugar una «opípara cena y un estupendo baile hasta altas horas de la madrugada».

Pasada la Guerra Civil, la estación experimentó sus años de mayor apogeo, la población aumentaba sin cesar lo que provocó la proliferación de nuevos negocios particulares dedicados al ocio y al consumo y donde el baile semanal, el cine, que se abrió por primera vez en 1955 por Benito Domínguez, un empresario procedente de Malpartida, y el fútbol, con un equipo que competía asiduamente contra los del resto de la provincia y con muy buenos resultados, reflejaban la vida cotidiana de una localidad donde la «renta per cápita» de la población era bastante elevada en comparación con su entorno más cercano. Desde aquí, salían, por ejemplo, los estraperlistas que iban hasta la frontera portuguesa y obtener sus productos que vender en el mercado negro.

Esta situación también provocó, en unos años tremendamente duros para el resto de la población, la afluencia de amigos de lo ajeno. Varios momentos en los que tuvo que intervenir la Guardia Civil que trató de esclarecer algunos robos, generalmente comestibles, que se produjeron en la estación. Uno de ellos tuvo lugar en febrero de 1941 cuando desapareció la maleta de Julia Amado Amado que contenía 30 kilogramos de embutido y cuyo autor del robo fue «un individuo de unos 40 años, alto, delgado y vistiendo americana oscura y gorra con visera a cuadros». En otros casos eran los propios establecimientos los que sufrían los hurtos. Uno de los más afectados fue el de María Domínguez Mostazo que en enero de 1951 le sustrajeron de su tienda «35 kilos de azúcar, tres botellas de vino de marca y tres duros en calderilla». Un año después esta tienda fue asaltada de nuevo desapareciendo «medio kilo de café, una botella de coñac marca Tres Capas y 20 pesetas».

Los años de gloria terminaron en la década de los setenta del siglo pasado. Poco a poco todos se fueron marchando. En 1975 ya solo quedaban 138 habitantes y seis años después únicamente 86, el año que se suspendió el servicio de escuela y los oficios religiosos comenzaron a atenderse por el párroco de San Sebastián.

Fuente: http://www.hoyarroyodelaluz.es/

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