POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
No podía faltar, como cada mes de julio y en torno al día 5 –este año algo pasado de fecha– la reseña histórica-biográfica sobre el insigne hijo de Chiclana, el vate Antonio García Gutiérrez. Pero como se trata de un personaje esencial para los nacidos aquí –y los adoptivos–, indiscutiblemente lo es para la historia de nuestra ciudad. A pesar de hallarse tan olvidado en la esfera nacional, volvemos a insistir sobre su figura, que alta y larga sombra proyectaba sobre el suelo de las tablas de un teatro, en las que sus obras –dramas, comedias y zarzuelas románticas– se representaron.
En este 211º aniversario de su natalicio vamos a recordar dos de sus poemas sueltos recogidos en la edición de 1947, bajo el auspicio de la Real Academia de la Lengua con selección y prólogo de Joaquín Entrambasaguas. Poco conocidos para el público lector, son poemas de tema patriótico, relativos a la Guerra de la Independencia. Un hecho histórico de primera magnitud en la historia nacional y local.
El primer poema es el intitulado “A Cádiz” fechado el 2 de mayo de 1831 cuando el poeta contaba 18 años de edad y vivía en la ciudad. Aparece en la edición de la RAE en segundo lugar. Está estructurado en doce estrofas desiguales. En la tercera estrofa, el autor regresa el momento de su nacimiento, a los años de su niñez en sentido literal o denotativo. ¿Recuerdos que le contaron sus padres o familiares de la ocupación francesa en Chiclana? Hemos de decir que el poeta nació en el verano de 1813, cuando el ejército francés había abandonado Chiclana y huía de la península: “Yo vi la triste luz, cuando la tierra / al peso de un tirano estremecida, / que al fin al cielo domellar [domeñar] le plugo, / luchaba en cruda guerra, / rehuyendo airada el ominoso yugo / Cuando el genio del mal nos ofrecía/ ponzoña horrible en funesta copa / que tímida apuraba / con yerto labio la afligida Europa”.
La composición es un ejemplo de su primera poesía, claramente neoclasicista, propia del contexto histórico posterior al drama bélico. No hay que olvidar que la poesía fue el primer género literario en glosar a aquella guerra. El poema trata de exaltar y glorificar el asedio de Cádiz; de poner a Cádiz en la primera página de la historia. Hemos de recordar que la familia del poeta emigró a Cádiz cuando el niño solo contaba cinco o seis años. Su padre, artesano ebanista, alquiló un local en la calle Ancha. Desde entonces, para García Gutiérrez, Cádiz fue su ciudad de adopción, pero en su intimidad la sentía como si fuese la natal.
El segundo poema, escrito en pleno periodo romántico, es el intitulado “El día dos de mayo de 1808”. El tema elegido no es muy original, pues los primeros poetas en glosar el levantamiento del pueblo de Madrid fueron los neoclasicistas Juan Bautista Arriaza, Juan Nicasio Gallego y Cristóbal de Beña, todos ellos conocidos por el joven Antonio en sus lecturas previas. También durante el Romanticismo grandes nombres de poetas incidieron en este heroico acontecimiento: Espronceda, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Zorrilla o Hartzenbusch entre otros. Y en época tan tardía como 1866, el poeta Bernardo López, escribió la oda “El dos de mayo”. Quizá sea el poema más famoso dedicado a la gesta, sobre todo por sus primeros versos: “Oigo, patria, tu aflicción / y escucho el triste concierto / que forman, tocando a muerto, / la campana y el cañón…”.
“El día dos de mayo de 1808” apareció con las iniciales A.G.G. en 1840, en el periódico Eco del Comercio, del que García Gutiérrez era redactor. Es uno de los últimos de la edición. El poema lo reprodujo años más tarde, con variantes y con el subtítulo “Oda”, en uno de los periódicos más prestigiosos de la época en México, El Registro Yucateco, de Mérida (Yucatán). Con él nuestro poeta, quiso sumarse a la solemne jornada nacional de orgullo patrio. Contiene diecisiete estrofas. Comienzan las primeras con estos versos: “Vedlos… Vienen allí; volved los ojos. / ¡Escuchad su clamor! Son los tiranos / que vienen a partir vuestros despojos / y en vuestro pecho a ensangrentar sus manos. – / ¿Sus águilas no veis que el cielo aflojan / con gritos mil sobre la villa opresa? / Miradlas descender, cómo se arrojan / En bandadas los buitres su presa. – / ¡Ah, cómo sospechar, mísera villa, / tú que eras noble y, por tu mal, valiente, / que así burlaban tu amistad sencilla, /que así dudaban de tu arrojo ardiente!”
La lectura de estos versos nos recuerda a lo acontecido en otra villa: la “noble e invicta villa” de Chiclana en 1810 cuando, el 7 de febrero, fue ocupada por el Primer Cuerpo del Ejército Imperial del Mediodía.
Bibliografía:
-ARAGÓN PANÉS, J. L. (2013): Antonio García Gutiérrez, crónicas para una biografía. Impr. Alograf S. L. Chiclana de la Frontera.
-GARCÍA GUTIÉRREZ, A. (1947): Poesías. Edición de la Real Academia Española. Selección y prólogo, Joaquín Entrambasaguas. Madrid.