POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
Ante un nutrido y selecto grupo de personalidades de la provincia, invitadas por Manuel José de Bertemati Pareja –su propietario–, el día 27 de mayo de 1884, se inauguraba la Colonia Vitícola de Campano, que tenía una superficie de más 1331 hectáreas, según informaba el periódico, “El Guadalete”. En ella, el jerezano Manuel José, y desde aquel año Hijo Adoptivo de Chiclana, va a desarrollar un novedoso proyecto industrial y social, único en la provincia de Cádiz, basado en la Ley de Población Rural de 1867 y en un decreto de 1868 para la colonización, cultivo y asentamiento de tierras yermas alejadas de núcleos urbanos.
El título de un clásico libro de la historiografía moderna, “La Historia comienza en Sumer”, nos da pie para iniciar –comenzar– la nuestra de Campano desde el lejano año de 1775 en que el duque de Medina Sidonia, Pedro de Alcántara Pérez de Guzmán y Pacheco, concede al comerciante a Indias José Álvarez de la Campana, unas tierras baldías para sembrarlas de pinos. El paso del tiempo hará de ellas una dehesa donde pastarán cabras y vacas. Más de cien años después, el futuro marqués de Bertemati, la va a transformar en una moderna explotación agrícola con un núcleo poblacional que albergaría en su mayor época de esplendor, más de mil personas.
De la inteligencia y mano del hombre, y de la fuerza de unas máquinas de vapor, aquellas tierras baldías se convertirán en fructíferas viñas que, en solo unos años, producirían un extraordinario vino tinto –algo inaudito en nuestro término municipal– premiado con medallas de oro en exposiciones vitivinícolas de Burdeos (1898) y París (1900). Con estos éxitos Manuel José, ya entonces marqués de Bertemati, quizás preveía un buen futuro comercial para su colonia y un futuro halagüeño para sus colonos, pero a finales del siglo XIX apareció la filoxera en todo el término de Chiclana arruinando la vid y su industria. Muchos colonos se marcharon a inicios del siguiente siglo y a pesar de emprender la tarea de replantar el viñedo con cepas americanas, la colonia ya no fue la misma.
Finalizando la primera década del nuevo siglo, se diversificaron los cultivos y creció la cabaña ganadera. La colonia tomó un giro con su transformación en dehesa y finca agrícola, que permanecerá así hasta el fallecimiento de su fundador en Lausana, en 1935. Un año después, vendrán los graves días de la guerra civil. En Campano, la señora marquesa Francisca Misa Busheroy, con 85 años de edad, sin hijos, está sola acompañada por su cuñado –presbítero– y dos sobrinas. En aquellos días difíciles de reflexión, remota la idea que en 1899 tuvo su esposo Manuel José, de fundar una “Escuela Práctica de Agricultura [como las primeras escuelas que se originaron en Sumer], de la que saldrán hombres virtuosos e industriosos, files a Dios y útiles a sus semejantes”, dirigida por los salesianos.
Así, la señora marquesa, en setiembre de 1937, toma una decisión que marcará el devenir de Campano: la donación de la finca a la congregación salesiana, incluyendo a sus trabajadores, personal doméstico, enseres y ganados. Cuatro meses más tarde llega a Campano su primer director, el salesiano don Juan Canavesio Albera. Se iniciaba un nuevo periodo donde se unirán, bajo la dirección de los salesianos, la atención al campo y la construcción de una Escuela Agrícola Salesiana. Los principios fueron duros, se trabajó con fe, alegría y tesón para dar forma y hacer realidad la idea, el sueño del señor marqués. En junio de 1940, se coloca la primera piedra del edificio del colegio. El 28 de enero de 1942 llegan a Campano los primeros alumnos, los llamados “Doce apóstoles”. Son todos hijos de familias humildes de Chiclana que vienen becados por la señora marquesa.
Provisionalmente se hospedarán en la parte trasera del granero hasta que finalicen las obras. La iglesia, cuyo altar mayor preside la Virgen María Auxiliadora, se bendice en 1948. La construcción de la segunda parte del colegio comenzaba en 1950. Mientras tanto, la marquesa veía crecer con alegría el número de alumnos y el progreso de las obras. Antes de fallecer, el 21 de septiembre de 1953, la obra de su marido estaba terminada: “No es obra mía. No hago más que cumplir las disposiciones de mi difunto esposo”. Era el año de la creación del Bachillerato Técnico Laboral. Campano en ese año contaría con 200 alumnos.
Ahora que se cumplen 140 años de la fundación como colonia y 82 como centro educativo, de labor educativa salesiana, Campano mira a un horizonte más sereno, mientras prosigue su andadura abriendo nuevos cauces de vida a los jóvenes alumnos y alumnas que estudian en sus aulas y talleres Educación Secundaria y Formación Profesional en sus dos grados, Básico y Medio. Felicidades a la congregación y familia salesiana. También a todos los campanenses, que no somos poco.
Bibliografía:
-ARAGÓN PANES. J. L. (2006): “Campano, el cauce de la vida”. Biblioteca Temas Chiclaneros. Delegación de Cultura, Ayuntamiento de Chiclana. Imprime, Alograf S. L. Chiclana de la Frontera.
-ARAGÓN PANÉS. J. L. (2018): “Campano, el sueño de un liberal”. Navarro Editorial. Maquetación y portada: blackone & Vexel Estudio Publicitario. Impresión Read On Time.
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