POLÍTICOS, EMPRESARIOS Y REPRESENTANTES DE LA CULTURA, ENTRE LOS QUE SE ENCONTRABA EL CRONISTA OFICIAL DE NOREÑA MIGUEL ÁNGEL FUENTE CALLEJA, DAN EL ÚLTIMO ADIÓS A UN HOMBRE QUE, SEGÚN SU HIJO, «IMPREGNA LA CIUDAD DE OVIEDO»
«Si le hubiese dado un papel y un boli un minuto antes de que le sedasen, habría escrito su último artículo». Óscar Ávila lo afirmaba ayer con rotundidad minutos después de despedir a su padre, Luis José de Ávila, fallecido media hora antes de que acabase el día de San Mateo, fiesta grande en Oviedo, «cuando empezaba a llover», como si de una señal se tratase.
Ávila era mucho más que un periodista, era parte de Oviedo, se ganó una calle en la capital, en el barrio de La Florida, pero «todo Oviedo está impregnado de Ávila». No hay duda de que a muchos les ocurrirá lo que ayer pensaba el hijo del fallecido, serán muchos los que se acuerden de Ávila o de alguna de sus anécdotas «cuando vayan a comer, a tomar un café o una copa».
La familia estaba ayer orgullosa al ver el tanatorio abarrotado de amigos. La cercanía de Ávila le granjeó en vida multitud de amigos y todos quisieron arropar a su esposa, Pilar San Martín, y a sus hijos, Óscar y Pilar.
Compañeros de profesión, amigos de toda la vida, compañeros de madrugadas en las redacciones y de mesa y mantel en cualquier momento de los últimos 40 años. Querían despedirse de Ávila y para ello asistieron ayer a la celebración de la Palabra en Los Arenales. Los colegas de diferentes épocas eran multitud: clásicos como Orlando Sanz y José Manuel Vaquero, consejero de Prensa Ibérica, grupo al que pertenece este periódico; Melchor Fernández, exdirector de LA NUEVA ESPAÑA; Carlos Cuesta, presidente de la Asociación de Escritores de Turismo de Asturias; los fotógrafos Nacho Orejas y Eloy Alonso; los periodistas Evelio G. Palacio, subdirector de este diario; Rodolfo Sánchez, Rubén Vigil, Ángeles Solís, Salomé Suárez, Marta Barbón, Elena Vélez, de este diario y ahijada del fallecido, y su hermana, la también periodista Eva Vélez, o el productor televisivo Geno Cuesta.
No faltó representación política con dos exalcaldes de Oviedo, Antonio Masip y Wenceslao López; el actual regidor, Alfredo Canteli; el exalcalde de Ribera de Arriba José Ramón García Saiz; los exdiputados José Agustín Cuervas-Mons e Isidro Fernández Rozada encabezaban la representación política, en la que también estaban concejales ovetenses como Gerardo Antuña, Mario Arias (PP), Ricardo Fernández, Ana Rivas (PSOE) y Lourdes García (Cs). Una de las «casas» de Ávila como periodista fue la compañía Hunosa; Luis Tejuca, expresidente de la empresa, quiso acudir ayer a despedirlo. No pudo hacerlo el actual presidente, Gregorio Rabanal Martínez, que se encontraba de viaje fuera de Asturias, y en su nombre acudió otro periodista de la casa, Gustavo Pañeda. También acudieron Ignacio Martínez, exdirectivo de Liberbank, y el secretario general de la Cámara de Comercio de Oviedo y presidente del Oviedo Baloncesto, Fernando Villabella.
Fue un reencuentro de todos aquellos que querían a Ávila, un hombre que cultivaba la amistad como pocos. Por eso había amigos de todos los ámbitos. Él era el nexo de unión. Hasta el diácono que ofició la ceremonia, José Manuel Sauras, había sido vecino de Ávila durante un tiempo y habían compartido charlas.
Entre el grupo de amigos de Ávila, con los que se reunía en tertulias habituales, estaban el exconsejero de Cultura Manuel Fernández de la Cera, el psicoesteta Ramiro Fernández, el pintor Manolo Linares y el cronista oficial de Noreña y presidente honorífico de la Orden del Sabadiego, Miguel Ángel Fuente Calleja. Ávila estaba muy vinculado al colegio de los Dominicos, donde estudió, y allí estaba para despedirse el Padre Valdés, que ya ha anunciado que en unos días ofrecerá una misa en su recuerdo. Junto a él acudió el director de teatro Javier Villanueva, que recordaba ayer que Ávila le había hecho la primera entrevista de su vida, hace 52 años.
«Ha estado al pie del cañón hasta el final, es alucinante», decía ayer el hijo del fallecido. «Hasta última hora», comentaba Melchor Fernández con la viuda, que desgarrada por el dolor asentía con la cabeza. Pilar San Martín recibió el apoyo de decenas de personas a las que atendió con entereza pese al dolor de la pérdida.
Todos le recordaban como lo hizo su hijo Óscar, «grande como persona e inmenso como profesional». Ávila seguirá en Oviedo porque era parte de la ciudad, había ayudado a contar su historia durante décadas y con eso había contribuido al desarrollo de la capital y de toda Asturias.
Se fue un hombre, pero quedan las enseñanzas de un maestro en el arte del periodismo.
Fuente: https://www.lne.es/ – David Orihuela