POR PEPE MONTESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Una vez que nos despertamos y nos desvelamos, de madrugada, creía yo que debíamos abandonar la cama y ponernos a trabajar; fue mi costumbre los últimos 40 años, cuando el sueño se daba mal o se mezclaba con tenebrosas pesadillas que no iban a ningún lado más que a joderle a uno la moral, a engancharle los pies y los buenos propósitos entre las sábanas.
Así de chungas las cosas, dejaba la cama, prefería la realidad. Pues bien, descubrí algo magnífico; ahora me levanto, leo la prensa, desayuno y no bien desaparecen las tinieblas vuelvo a acostarme y, puesto que soy autónomo, duermo plácidamente el tiempo que Cupido me dé.
Caí en la cuenta de que el amanecer espanta los demonios y trae buenas sensaciones, como si el alba alumbrase el último recodo de los sueños.
En suma, si os despertáis por la noche desesperados, acogeos a esta segunda oportunidad que concede la aurora.
Fuente: http://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/aurora_1.html