POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
(“Le musique creuse le ciel”, Baudelaire). Fui a “Luisa Fernanda”, al Campoamor, sólo para escuchar “En una dehesa de la Extremadura”; apenas me llevó tiempo, no pasé calor ni corrí riesgos, en caso de incendio, con los problemas de desalojo de este inmueble; entré por el tejado y no bien escuché la pieza me largué sin atascos, tarareando “Por lo encinares voy en mí caballo…”. Me emociona la coral de los vareadores y la romanza de Vidal, “¡Ay, mi morena!”, que esta vez cantó el barítono Ángel Ódena. Mucho se la oí cantar a mi padre, Luis, de quien celebro su santo mientras escribo este billete. La morena (de Moreno Torroba) era mi madre, Luisina, Luisina Corrales, no Luisina Fernanda: “Toda la vida mi compañera, toda la vida será la mi morena”. La música excava el Cielo, escribe Baudelaire en sus “Diarios íntimos”; en mi caso, la romanza me llevó al paraíso, o sea, a gallinero.
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