AYER VOLVÍ A SER PROFESOR EN ALLER
May 12 2016

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Foto realizada por un alumno durante mi clase en el IES VALLE DE ALLER (Moreda-Asturias).
Foto realizada por un alumno durante mi clase en el IES VALLE DE ALLER (Moreda-Asturias).

Hace 12 años que me jubilé.

Desde entonces no volví a tener contacto con todo lo que conllevan las palabras «alumnos», «aula», «explicaciones magistrales», «encerado», «tiza», «borrador»… Tenía olvidados esos gestos ·»de complacencia» del alumnado (¡vaya!, creo que me entienden), de» miradas perdidas» (¡ay Dios mío!, no me entienden o se aburren); de risas sanas (¡menos mal!, esto va bien); de «dudas contenidas» (¡ay! este rapaz quiere preguntar; voy «a por él para que anime»)… En fin mi profesión había quedado en un recuerdo de vida.

Ayer, en mañana de sol y de vivencias, volví a ser y a sentirme profesor.

El IES «Valle de Aller», de Moreda (Asturias) me invitó a impartir una clase a los alumnos FP de Hostelería sobre el tema «Alimentos tabú en la historia de la Gastronomía». Y allí, en un precioso y funcional instituto, en un aula tradicional, con un encerado, tiza y borrador tradicionales, con pupitres tradicionales y mesa de profesor tradicional, impartí mi «hora de clase».

Un tiempo dividido en explicaciones, preguntas, diálogos, chistes, silencios, esquemas en encerado, gestos de admiración, modulaciones de voz para resaltar lo importante y hacer broma de lo accidental…

Sí. Volví a ser aquel profesor que inició sus pasos de docencia en Sahagún (León) en 1963-64 y finalizó su actividad en el Colegio de la Inmaculada (Jesuitas-Gijón) en 2001.

Y esa vuelta al pasado confirmó, una vez más, mi pensamiento de vida: SER PROFESOR MERECE LA PENA.

Gracias, pues, al IES VALLE DE ALLER (Moreda), a su directora y equipo de profesores, por haber logrado que «un viejo profesor» se transmutara en «joven docente».

¿Y cuál fue el tema central de mi clase magistral?

Pues un asunto curioso y original: una breve descripción y crítica sobre aquellos productos alimentarios que por razones religiosas, históricas, culturales, sanitarias, localistas… fueron considerados como prohibidos, pecaminosos, demonizados… y cómo, al perder tal condición de perniciosos o pecaminosos, se transformaron en verdaderos placeres de cocina y de paladares.

Lógicamente, en paridad con esos alimentos demonizados, también hicimos referencia a los considerados «benditos»; es decir , a aquellos que fueron base y sustento de la humanidad desde su aparición en el planeta.

En resumen, una hora para «comer» con la imaginación y con la alegría de una compañía agradable.

Y como el arroz es uno de esos alimentos que gozó de la protección divina y los mejillones, afrodisíacos ellos, nunca padecieron desprecio, prepararemos hoy un arroz blanco con unos mejillones al curry, que son una delicia.

Seguiremos estos pasos:

1.-Preparamos un arroz blanco (para mí, conviene el de grano largo) según la costumbre de cada cual. Reservar

2.- Limpiamos muy bien los mejillones de sus «barbas»; los abrimos al vapor y seleccionamos la carne. Reservar con algo del caldo de cocción,

3.- En una sartén con aceite pochamos media cebolla muy picadita hasta que esté muy blanda, pero no dorada.

Añadimos unas 2 cucharaditas de curry en polvo, una tacita de nata líquida y un chorro de fino andaluz.

Se mezcla todo muy bien y da unos hervores.

Esta salsa se suma a los mejillones, mezclando todo.

4.-En una fuente de servicio, plana, se dispone una corona de arroz blanco (hay que utilizar un molde para dar la forma) y en su centro se vierten los mejillones con su salsa al curry. Puede adornarse la corona con un espolvoreo de perejil.

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