POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
La sola mención del nombre de ‘Azuaje’ evoca paisajes del alma, esos paisajes que, como para Goethe, para grancanarios de una y otra generación, siglo tras siglo, han sido «cajas de resonancia de sus diferentes estados de ánimo», y símbolos de un ser y sentir de lo más íntimo del isleño. Paisajes que pueden plasmar los versos de Cairasco de Figueroa que, en el siglo XVI, al cantar a ‘Gran Canaria’, ya hablaba «de las fuentes y arroyos, los mejores;/ lo propio de las selvas, frutas, flores.», o «de los verdes bosques, aguas plateadas». Y, centurias después, no pudo contener el gran Tomás Morales exhalar sus versos en una «Tarde en la selva. Agreste soledad del paisaje, / decoración del reyo de sol entre el ramaje/ y lento silabeo del agua cantarina».
Versos, paisajes, sentimientos que se pueden evocar entorno a este topónimo, ‘Azuaje’, al pasear por sus entornos ingentes, como hiciera el escritor grancanario Pablo Artiles que, en su evocación de los pueblos de la isla, al transitar por Firgas, no duda en reseñar como «Todo este barranco, sumamente florido y de espléndida y abundante vegetación intensa, es como la madre de las aguas… brotan por todas las fuentes y manantiales, de agua ácida,, de agua dulce, de agua ferruginosa, y se oye como un murmullo de cristalina armonía…», algo que han podido experimentar cuantas personas lo han transitado y lo transitan cada día en sus diversos tramos ‘de San Andrés’, ‘de Guadalupe’, ‘de las Madres’, ‘de la Virgen’, ‘del Andén’» y ‘de Crespo’ cuando llega a su nacimiento después de atravesar los municipios de Arucas, Firgas y Moya de los que es su frontera administrativa, y, Valleseco, como puntualizaba Humberto Pérez.
‘Azuaje’, que nos evoca el apellido de dos ilustres pobladores de la isla en el siglo XVI, de origen italiano, Damián y Francisco de Azuaje, quizá una castellanización del apellido ‘Soaggi’, es una cosmogonía de la intimidad del paisaje insular, de parte del alma isleña que, por aquí, fluye de cristalinos manantiales. Y ese compendio de paisajes, tradiciones, usos, historias diversas, ciencia, literatura, arte que resuma la sola existencia de ‘Azuaje’, cuenta ahora con una verdadera y sabia recopilación impresa, de saber a modo enciclopédico, en el libro ‘Hotel-Balneario de Azuaje. Firgas-Moya’, del Dr. Eduardo Navarro García, editado por la Universidad Fernando Pessoa Canarias, donde dirige el prestigioso Instituto de Hidrología y Climatología Médicas de Canarias. Una obra que es un verdadero legado, «un generoso intercambio de conocimientos», una publicación con la que «Azuaje adquiere una obra de referencia», y la «Hidrología Médica gana otra», como destacó su presentador, el Dr. Pedro Cantista, presidente de la Sociedad Internacional de Hidrología Médica y Climatológica, en su intervención en el real Club Náutico de Gran canaria, donde aprovecho para imponerle al Dr. Navarro García la Medalla de Honor y entregarle el Diploma de Miembro de Honor de esa prestigiosa sociedad, en reconocimiento a sus importantes y constantes trabajos científicos en estas materias en toda Canarias, pues, como sentenció, el «termalismo de las Islas Canarias no podría tener mejor embajador».
Azuaje, y sus aguas, parte que fue de la afamada ‘Selva de Doramas’, nos trae constante evocaciones de muy diversos momentos de la historia insular. Pero era hora y necesidad imperiosa que todo eso fuera más allá de la tradición oral, del trasvase de recuerdos de una a otra generación, de la experiencia personal de vecinos y visitantes, grancanarios y foráneos, y quedara plasmada en un texto de referencia que, siendo una obra que parte de un trabajo científico, es una publicación de divulgación cultural al alcance de la sociedad en su conjunto. Y con ello la joven Universidad Fernando Pessoa Canarias, gracias al trabajo de los prestigiosos científicos con que ya cuenta en su claustro, puede cumplir con una de las principales misiones de la universidad, tras investigar y formar, la de divulgar sus saberes, la de aportar conocimientos al conjunto de la sociedad donde vive y crece.
A través de las casi quinientas páginas, y partiendo de una introductoria visión «del Barranco de La Virgen y la Reserva Natural Especial de Azuaje, el Dr. Eduardo Navarro García transita por la historia y características del «manantial de Azuaje o de El Pastor», de los numerosos estudios analíticos de sus aguas a lo largo de los siglos XIX y XX, para llegar a un «resumen histórico-farmacológico-terapéutico» de aquellas aguas minerales de tan bien ganada fama. Y estudia pormenorizadamente del balneario en sus distintas etapas de los siglos XIX, XX y XXI, sin olvidar recopilar y documentar los nombres y los trabajos de los destacados investigadores de las aguas que nutrieron este balneario tan identitario de Gran Canaria, nombres, biografías y trabajos que honran a la isla.
Pero el balneario, con la existencia de aquellos hospedajes de Firgas y Moya que poco a poco surgieron, florecieron y tuvieron merecida fama, de los senderos que conducían al balneario, de la carretera y del magnífico puente diseñado por el ingeniero Juan de León y Castillo en el siglo XIX, que aún hoy es capaz de soportar el paso de los modernos y pesados camiones y autobuses, nos habla, tal cual señala el autor, de cómo «estos municipios, por su belleza, tuvieron gran difusión a nivel regional, nacional e internacional, debido a la afluencia de personas procedentes de gran cantidad de diferentes lugares que al regresar a sus puntos de origen comunicaban la excelencia de lo visto», y ello, que puede ser considerado como «los primeros hoteles rurales de Gran Canaria», de una primigenia forma de ‘turismo rural’, lleva a plantear el libro como una verdadera propuesta de recuperación de un sector turístico que puede ser fundamental para una isla que quiere, y debe, apostar por un turismo menos masivo y más específico en sus aspiraciones que, junto al sol y playa, sería otras como el de salud, balnearios, senderismo y naturaleza, etc…, y que suponga una preservación del valioso paisaje insular y que ahora signifique lo de antaño en aquellos entornos de Azuaje, pues «aportaron gran riqueza a Firgas y Moya ya que la duración de los tratamientos eran de varios días y a veces semanas». Azuaje, y Gran canaria en general, cuenta ahora con una obra amplia, compleja y de fácil comprensión, que es una verdadera herramienta de historia, de ciencia y de proyección futura.