POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Báculo se llama al hueso del pene que lucen muchos mamíferos; el báculo permite repasar el Kama-Sutra en una sesión, haya o no disfunciones eréctiles, mientras el delicado armazón mantenga los niveles de calcio. De osos se conservan báculos de treinta centímetros, aunque hoy mermaron osos y báculos. Se cree que los hombres perdimos el báculo con la carajada de la monogamia; se rebajaron los niveles de competencia, no había que pagar el débito en cada cueva, desapareció la exhibición urbe et orbi del fanerógamo y de aquellos polvos no quedó ni la raspa. ¡Ay!, pero, dicen los científicos, y esto es lo peor, que la pérdida de fragmentos de ADN también nos dejó sin los bigotes sensoriales que, por ejemplo, conservan hipopótamos, morsas y burros. La pérdida del báculo quebró nuestra potencia viril, la caída de las cerdas del morro, sobre todo en la mujer, arruinó el fundamento de la seducción.
Fuente: http://www.lne.es/