BAJO LA ESPADAÑA…. XXIV. DIESTROS, ZURDOS Y AMBIDIESTROS
Dic 23 2020

POR  ANTONIO MARÍA GONZALEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE, HISTORIDOR, (CANARIAS-ISLAS CANARIAS)

 A  José Arecibia Gil.

El ser humano es, como poco, una caja de sorpresas. Ahondando en las diferentes personalidades,  , podemos encontrar toda suerte de habilidades y caracteres. De siempre me ha gustado observar a las personas e imaginarme historias en las que yo les hago participar. Sentado en el andén de un tren o metro, en una estación de guaguas o en un aeropuerto, voy buscando al protagonista de mi guion biográfico.

Y la mayor parte de las veces me sorprendo por la complejidad que toma mi relato. Cuando ya he diseñado el
armazón de mi alegato, comienzo a hilar la urdimbre de la trama y así puedo entretenerme
durante un buen espacio de tiempo.

Hasta hace unos años creía a pies juntillas, que eso solo me sucedía a mí, pero un buen día descubrí que era algo muy común entre los mortales. De tal forma y manera que, parece ser, todos tenemos la imperiosa necesidad de juzgar, clasificar, catalogar y calificar a los semejantes.

Últimamente se emplea mucho el verbo tolerar. Así, toleramos la diversidad social, sexual… Un Viejo Profesor me enseñó que en el tolerar existe mucho de vanidad y me explicó que cuando toleramos nos situamos en una posición ventajosa con respecto a quien o a quienes toleramos, admitiéndoles el derecho a existir con nuestro permiso. Y
su magistral lección terminaba diciendo que él prefería respetar en vez de tolerar, porque
el respeto es un sentimiento ante iguales.

En el mundo de las Artes Plásticas he podido comprobar cómo hay personas que, al trabajar con sus manos, emplean la derecha los que más, unos pocos menos la izquierda y, casi una ínfima parte las dos. Son, por tanto, la mayoría diestros y así mismos se llaman normales. Otros que son zurdos, prefieren ser llamados de esa forma antes que siniestros por la carga peyorativa de tal denominación. Y los ambidiestros, escasos por demás, son
admirados por su destreza.

De siempre existieron grandes pintores diestros, podríamos hacer un listado casi interminable de ellos, tal es el caso de Murillo, Velázquez, Picasso, y en el caso concreto de Canarias, Juan de Miranda (siglo XVIII). Entre los zurdos también los hay que han alcanzado cotas artísticas realmente sobresalientes, en el caso de Canarias el acuarelista Elías Marrero, bien pudiera encabezar esa lista de zurdos geniales.

De los ambidiestrosse tienen menos noticias, se especula que el gran Leonardo empleaba sus dos manos con
gran naturalidad y hay quien llega a afirmar que Miguel Ángel, aunque trabajaba con la diestra, a veces recurría a su mano izquierda ante el cansancio de la primera o simplemente porque el espacio así lo exigía.

En Canarias han existido varios ambidiestros, pero yo quiero traer aquí y ahora a mi ambidiestro más cercano: José Arencibia Gil (1914-1968), quien sorprendiera a sus hermanos y más tarde a sus profesores con la utilización alternativa de las dos manos, cuando no con la acción conjunta de ambas. Arencibia Gil dio sus primeros pasos artísticos con don Miguel Benítez Torres, quien lo iniciara en el dibujo y en la utilización del color para obtener luces y sombras.

Algo más tarde y ya en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, sus otros profesores, entre los que se encontraban: Julio Moisés, Benjamín Palencia y Zuloaga se quedaron sorprendidos de sus habilidades manuales.

El mismo Arencibia Gil, siendo ya profesor de dibujo, técnico y artístico, del Instituto Laboral de Telde, utilizaba la pizarra o encerado de sus aulas como improvisados lienzos y al explicar los secretos del dibujo y otras cuestiones artísticas, iniciaba su alegato utilizando la mano derecha, si la clase de alargaba seguía con la izquierda y, cuando quería sorprender a su atento alumnado se ponía como reto dibujar utilizando ambas manos al mismo tiempo. Boquiabiertos se quedaban sus pupilos al comprobar como el Maestro Arencibia era capaz de tal proeza.

Yo no tuve la suerte de asistir a sus clases, otros muchos teldenses sí y todos me dicen que era algo extraordinario. Mi buen amigo Jesús Ruíz Mesa, polifacética persona, amante de las Artes y hacedor de bellísimas fotografías, me comentó un día, cómo siendo alumno de don José asistió más de una vez a esas lecciones teórico-prácticas, que no
dudaba en calificar de extraordinarias.

Al finalizar este escrito y a manera de conclusión debemos afirmar lo que ya dijimos al principio: el ser humano es realmente sorprendente. El respeto ante el diferente es esencial en la vida social. Tomemos a cualquiera de ustedes, apreciados lectores: Juan, María o Andrés… Analicemos su figura física y también su formación cultural o sus estados espirituales, son todos ellos muy propios, aunque se asemejen a los otros seres humanos. Por eso mantengo que cada hombre o mujer poseen una importancia única e intransferible como el número de su carné de identidad.

Fíjense bien, desde que el ser humano habita la Tierra, tal vez han pasado varios millones de años y así seguiremos otros tantos, pero jamás se ha repetido o calcado un humano parecido a alguno de nosotros. Ya sé que algunos avispados lectores, pensarán para sí, ¿el Cronista no se acuerda de la clonación de la célebre oveja Dolly? Claro que sí, me acuerdo perfectamente.

En lo físico nos pueden clonar, pero gracias a nuestro carácter de  humanos, lo que no es copiable es nuestra parte espiritual. Así las mujeres y hombres podrán ser reproducidos en idéntica forma física, pero siempre les quedará la libertad de ser lo que ellos quieran y no lo que otros decidan. De boca para afuera actuaremos según conveniencia, pero en nuestro cerebro está nuestro valor, que no es otro que el raciocinio y éste es hijo y a la vez padre de LA LIBERTAD.

*Publicado en la prensa digital Teldeactualidad el 13 de mayo de 2020

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