COMO RECUERDA ANTONIO GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (CANARIAS), «LA CABALGATA DE REYES SE CELEBRABA EL MISMO DÍA 6 DE ENERO, NO EL 5 COMO SE HACE AHORA
Al siglo XIX se remonta la tradición de regalar el Día de Reyes en Telde, aunque los presentes muy poco tienen que ver con los de hoy en día ni con lo que piden los niños de esta centuria. Pero si algo define este acto postrero de la Navidad en el municipio es que, a genuino, no le ganaba nadie. Así, como recuerda Antonio González Padrón, cronista oficial de Telde, «la Cabalgata de Reyes se celebraba el mismo día 6 de enero, no el 5 como se hace ahora. Además, mientras que en otros lugares el rey mago Baltasar era una persona que se tiznaba de negro, en nuestra ciudad se elegía a un vecino de raza negra».
Hasta 1968, en el mandato del alcalde Manuel Amador, la Cabalgata de Reyes en Telde se celebraba el mismo día grande, pero desde ese año se hizo coincidir con la de Las Palmas de Gran Canaria, apunta González Padrón, cronista oficial de la ciudad. «Pero con una gran diferencia, aquí era un miembro de la familia Liria, de la familia de Kimbo, que era de raza negra, quien representaba al Rey Mago Baltasar y era más creíble».
Los camellos tampoco eran un problema, no como ahora, que se han sustituido en la visita de los Magos por coches antiguos. «Antes, al ser Telde un municipio agrícola, estos animales se utilizaban para esas labores y estaban aquí, no había que ir a buscarlos fuera», indica el cronista.
¿Y qué juguetes y a quién los entregaban los tres Reyes de Oriente en el día mágico? Sobre todo en una sociedad eminentemente agrícola como la teldense hasta los años 70, donde había algo de comercio e industria, pero el campo era la principal actividad económica, a la que se unía la gran diferencia de clases en el municipio. En opinión de Antonio González, solo las familias pudientes se podían permitir un Día de Reyes como lo entendemos hoy, con regalos de moda en la época. En los hogares con gran poder adquisitivo se regalaba a los mayores, mientras las clases media o baja se regalaba a los niños.
Para los padres, ropa interior, camisa, zapatos nuevos y las madres, a veces no tenían reyes o ellas mismas compraban una nueva toquilla para ir a misa, un brochito o un traje para la ocasión y pañuelos bordados. Todo muy casero.
A los niños se les regalaba, según los recursos familiares o con la ayuda de las parroquias, distintos objetos. «A los niños pobres, una naranja o mandarina, un trozo de chocolate y un panecillo, esos eran sus juguetes», evoca González, mientras qué diferencia lo que recibían los miembros de las familias adineradas. Así, la relación es muy distinta: las bicicletas, patinetas, patines, los proyectores sencillos de películas, una guitarra, timple o bandurria o algún coche de piñones y algún que otro juguete como los rompecabezas o los mecanos, que eran de hierro. En las clases medias, muñecas y utensilios de juguete de cocina para las niñas y «enfocaban los regalos para el hogar y enseñarles un oficio». A los niños, sobre todo en los años 50 y 60, las pistolas y escopetas de juguete, sombreros o de indios, «pero sabían que te iban a matar», indica el cronista oficial de la ciudad.
También ha cambiado el ambiente del Día de Reyes, apunta González Padrón. «Antes los menores se levantaban muy temprano y estaban por la calle enseñando y jugando con sus juguetes, aunque la tradición católica también intervenía, con una misa por la mañana donde se llevaban los regalos hasta para bendecirlos. Después también había sesión de cine y allí también se iba con los juguetes para disfrutar de ellos».
Perfumería Gravi, Antoñito Rodríguez, las niñas de Antoñito Ramírez, que vendía fiado para que los padres compraran los juguetes, los hermanos Blanco, fueron los primeros en vender juguetes en Telde.
Fuente: http://www.laprovincia.es/ – Pedro Hernández