POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
A mí (no soy sospechoso de cantelismo) me gusta que flamee España en Oviedo, que ante la bandera forme cada amanecer el abanico político del Consistorio para izarla al son de una banda de gaiteros y tamborileros, y otro turno de autoridades asista en el ocaso a la ceremonia de arriado. Observé maniobras así en el malecón de Veracruz, con la tricolor de México; en la Acrópolis de Atenas, con la griega; en elPalacio de Raghadán, Ammán, con la de Jordania; en Piedras Negras, Coahuila, me asombró la mexicana de 2.544 metros cuadrados (la de Oviedo tendrá 54) sobre un mástil de 120 metros; en Murcia, mis vecinos suecos, Ann Margret y Jan Söderström, izaban la suya y cantaban “Ja, jag vill leva jag vill dö i Norden” (Yo quiero vivir y quiero morir en el Norte). Lo que me choca es la camarita de la Escandalera en lo alto del mástil, ¿será para denunciar a quién salte los semáforos rojo y gualda?
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