BARCOS DE MADERA, HOMBRES DE HIERRO (3)
Ene 17 2015

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

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Grandes fueron los esfuerzos que hizo el capitán del puerto de Torrevieja en mayo de 1857 para salvar de un peligro inminente a la fragata ‘Shootig Thos’ que varo en la playa.

El embajador inglés pasó una comunicación al gobierno para que se le dieran las gracias a José Espín, que fue el marino que con sus conocimientos y su arrojo salvó al buque de una pérdida segura.

Otro naufragio ocurrió en la madrugada del domingo 8 de noviembre de ese mismo año, cuando embistió a unas dos millas al noreste del puerto de Denia el bergantín noruego ‘Rota’, capitaneado por Bjerkaas, que se dirigía de Marsella a Torrevieja en lastre.

Enseguida se presentó en el punto del naufragio el comandante de marina Domingo Rodríguez con gente de mar para dar auxilio a dicho buque, con un celo y desinterés dignos de todo elogio, pese a la lluvia y el mal cariz. También estuvo allí el oficial de carabineros, Antonio Tomás, que franqueó la fuerza de su mando al vice-cónsul de Suecia y Noruega para la protección de la tripulación y sus efectos.

El jueves, 4 de abril de 1861, arribaron en el puerto de Alicante dos lanchas con la tripulación de la fragata inglesa ‘Jeal’, que procedente de Alejandría con cargamento de trigo, naufragó el día anterior a unas 25 millas de Torrevieja. La gran cantidad de agua que hacía el buque impidió a la tripulación salvar más que algunas ropas.

El 14 de febrero de 1865, naufragó en la barbada norte del puerto de Denia el laúd ‘Virgen de los Desamparados’ que, procedente de Torrevieja con cargamento de sal, se dirigía a Barcelona. La tripulación se salvó.

En enero de 1866, entró en Cartagena el vapor de recreo inglés ‘Scoter’, remolcando un buque completamente desarbolado, y cuyo casco iba sumergido hasta flor de agua.

El buque, según el letrero de la popa, se llamaba ‘Elisa y María’, de Dunquerque, y fue encontrado sin gente a unas cuatro leguas de ese puerto por el falucho ‘Joven Elisa’, de la matrícula de Torrevieja, que hacía travesía desde Ceuta a la villa salinera.

El domingo, 27 de enero de 1867, a las diez de la mañana, arribó al puerto de Málaga, procedente de Cartagena, el vapor español ‘Zurbarán’, de la matrícula de Sevilla capitaneado por Gregorio Villamanzares.

Dicho buque navegaba la noche anterior por aguas del cabo de Gata (Almería) en dirección a Málaga y 4 millas a la mar, a media máquina, a causa de la cerrazón que reinaba, observando todas las precauciones que se debían de seguir en tales casos.

A pesar de todo, siendo como las nueve, el serviola que se hallaba de guardia gritó: ¡Un buque debajo de la proa! Al pronto se paró la máquina y se hicieron las maniobras competentes; pero fue imposible evitar la embestida que sufrió por la mura de babor del buque abordado y la de estribor del vapor, yéndose aquel inmediatamente a pique.

Acto seguido, se arriaron los botes para salvar a los tripulantes, no habiendo podido conseguir más que la del capitán José González, el piloto Apolinar González, hijo del anterior y los marineros Ventura Rodríguez y Leandro Fernández, pereciendo tres más de los siete que constituían la tripulación, pese a de haberse practicado durante largo tiempo las más eficaces diligencias buscando a los que faltaban.

Perdida toda esperanza, se transbordaron al vapor los cuatro náufragos salvados, prodigándoseles en él todos los recursos que requería su desgraciado estado, y averiguando que el buque naufrago era el bergantín español ‘Pepito’ de la matrícula de Rivadeo (Lugo), de porte de 75 toneladas, que procedente de Torrevieja se dirigía a Luarca (Asturias) con cargamento de sal.

El 9 de febrero de 1868, naufragó a causa del mal tiempo el laúd ‘Santiago’, patroneado por José Palau, que procedía de Torrevieja e iba cargado de vino. A consecuencia del mismo temporal, el 13 de febrero de 1868, naufragó en las inmediaciones del puerto de Avzew (Orán-Argelia) el laúd español ‘San Miguel’, de la matrícula de Torrevieja. Hechos de los que se tienen más detalles.

El 23 del mismo mes y año, la corbeta noruega ‘Niágara’, capitaneada por T. W. Thauffen y que había cardo sal en Torrevieja, tocó el bajo de las islas Hormigas de Cabo de Palos, y por hacer agua de sus resultas, embistió en la costa próxima, salvándose toda la tripulación.

El 9 de abril, también de 1868, la polacra-goleta ‘No me olvides’, matrícula de Corcubión, capitaneada por José Agramunt, en lastre, embarrancó en la costa Oeste de la rada de Torrevieja, con tiempo aturbonado del Este, salvándose la tripulación.

El mismo día, el laúd ‘San José’, matrícula de Palma, capitaneado por Bartolomé Mezgaido, en lastre, embarrancó en La Mata, salvándose también su tripulación.

En una carta, fechada en Torrevieja el 1 de noviembre de 1869, leemos lo siguiente:

No estoy en esa, hijo mío, hoy, porque hace tres días tenemos un temporal, el más horroroso que los nacidos han visto. Es tal el viento, tal el aguacero, que nos hemos anegado en esta casa, combatida por todos lados por los huracanes, en tales términos que esta noche he dicho el acto de contrición y encomendado a Dios, porque creí iba la casa abajo. El mar tan sumamente irritado, que han perecido algunos barcos; una fragata noruega y un bergantín sueco los ha estrellado contra la costa y allí están medio deshechos.

Las terribles olas han tirado las puertas de los almacenes de la era de la sal y han llegado hasta arrastrar sal al mar.

Son las once de la mañana y sigue al temporal sin esperanzas de calma.

Con respecto a este temporal, dice “El Eco de Cartagena”:

Por Buques llegados a este puerto [Cartagena], se sabe que desde Santa Pola a Cabo de Palos, se encuentran perdidos o embestidos en la costa los barcos siguiente:

Desde la Albufera de Santa Pola hasta el río de Guardamar, 21 buques; desde vascas de Pareja hasta un bergantín goleta, en Guardamar un falucho y una barca de pareja, en poniente de Torrevieja, una fragata, un bergantín y tres faluchos; entre cabo Roche y la Horadada, una fragata; en Puente Sal, un falucho; en el Estacio, una fragata, dos polacras goletas y dos faluchos.

Total, en una extensión de costa de unas ocho leguas, TREINTA Y CINCO BUQUES, sin contar las embarcaciones menores de la encañizada y otros de no habrá noticia.”

Después de tantas desventuras y heroicidades no es de extrañar que el teniente de navío de la Armada, capitán del puerto de Torrevieja, Antonio Rovira y Relosilla, fuese condecorado, en agosto de 1871, por el gobierno de Suecia con la ‘Medalla del Mérito Civil’ por los eminentes servicios y auxilios prestados a los náufragos del buque de aquella nación ‘Joseph Haimer’, perdido en las aguas del puerto de Torrevieja.

El 21 de octubre de 1871, fue sorprendido por un fuerte temporal en las costas del Mediterráneo, el laúd de la matrícula de Torrevieja ‘San Pedro’, a consecuencia del cual quedó completamente desarbolado y sin gobierno, viniendo por fin a quedar aconchado en un lugar desierto de la costa, no lejos de Cartagena.

En lo más recio de la tormenta, y viendo la situación del barco, el patrón hizo botar la lancha al agua, disponiendo que se embarcaran en ella tres tripulantes y un pasajero que se hicieron a la mar y de cuyo paradero no se volvió a tener noticias, habiéndose salvado milagrosamente el citado patrón y un niño de once años, únicos que quedaron en laúd, presentándose en el puerto de Cartagena, donde recibieron los auxilios que su lastimoso estado requería.

Seguiré la próxima semana.

Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 17 de enero de 2015

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