POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El nacimiento de una persona es algo importante, tanto para la persona en si, como para la familia y el grupo social entero. En sociedades pequeñas se le daba una gran importancia a un nacimiento, aunque no hubiera lazos sanguíneos o amistosos con los protagonistas. En nuestra sociedad el nacimiento constituye un proceso sin apenas connotaciones rituales o simbólicas, únicamente en la celebración privada de la llegada del nuevo ser, en unos casos religiosa y en otros profana.
En las sociedades arcaicas estos rituales de nacimiento solían estar asociados a un conjunto de creencias relativas al origen de esos niños recién nacidos, a menudo considerados como la reencarnación de un antepasado, viéndose vida y muerte estrechamente ligados a través de los diferentes linajes.
Los rituales comprendían unas conductas simbólicas de purificación antes y después del alumbramiento; de facilitación en el caso de un parto difícil; de propiciación con referencia al destino del recién nacido y la memoria de aquel que se ha reencarnado en el niño.
Además, la atribución de un nombre, confería al recién nacido su identidad y filiación. Por un lado, su individualidad, y por otro lado, su pertenencia a un grupo.
El bautismo, en un principio, no era un rito de nacimiento, sino un rito de iniciación, pues supone el ingreso del neonato en la iglesia de Cristo. También es un rito de purificación, un lavado que libera a la persona concreta de los efectos del pecado original de Adán y Eva, primeros padres de esta creencia. En el cristianismo existen determinados elementos simbólicos que forman parte del ritual: agua bendita, cirio, óleo, sal… y por supuesto tenia, al menos en origen, una invocación de cuidado y ayuda al santo cuyo nombre lleve el recién nacido.
Si que se observa en las anotaciones de los primeros bautismos en la parroquia de la Inmaculada de Torrevieja que los bautismos se realizaban al día siguiente del nacimiento y muchas veces, in extremis, a poco de nacer y actuando de oficiante la misma comadrona o un familiar próximo, dada la proximidad de la defunción del recién nacido.
Incluso en sociedades cada vez más seculares como la actual, y en núcleos familiares en los que no se sigue ninguna doctrina o práctica religiosa, el nacimiento sigue conservando diversos aspectos ritualizados, además del protocolo ante instancias oficiales para inscribir al neonato en el registro.
Generalmente se suele celebrar con una fiesta durante la cual se hacen regalos, se felicita a los padres, se reúnen los grupos de parentesco y amistad… y, por supuesto, se presenta al recién nacido en sociedad.
Como en la ceremonia del bautismo se escoge el nombre del niño, el concepto de ‘bautizar’ o de ‘bautismo’ ha tomado por extensión el sentido de poner nombre a algo. De esta manera, se puede hablar de bautizar un barco o un edificio. También puede referirse a ‘una primera vez’, por ejemplo, la primera vez que se entra en combate -bautismo de fuego-, la primera herida que se recibe en combate -bautismo de sangre-, la primera vez que se navega –bautismo de mar, etc.
También existe una ceremonia civil de bienvenida al recién nacido conocida con varios nombres tales como acogimiento civil, apadrinamiento civil, bautismo civil, ceremonia civil de imposición de nombre, o bautismo republicano, este último por haber sido instaurado en Francia poco después de la Revolución Francesa, el 8 de junio de 1794. Se trata de una alternativa laica al sacramento católico tradicional, y como tal está despojada de cualquier matiz religioso.
El alcalde de Torrevieja busca el consenso de todos los grupos para dar una alternativa a los padres que quieran llevar a cabo una ceremonia civil en la que se pueda «dar la bienvenida a los niños», para que los padres que lo deseen puedan realizar un ‘bautizo civil’ en el Ayuntamiento, bajo un acuerdo plenario para formalizar este tipo de ceremonias y ponerlo en práctica.
Los valores democráticos estarán muy presentes en esta celebración en la que tendrá un protagonismo especial la Carta Europea de Salvaguarda de los Derechos Humanos en la Ciudad, la Declaración Universal de los Derechos del Niño y algunos artículos de la Constitución Española. Son muchos los municipios en los que las familias pueden celebrar esta ceremonia social en la institución más próxima al ciudadano.
En el bautismo católico, el oficiante pone sal en la boca del pequeño, ya que la sal en asuntos mundanos es desinfectante, actuando de manera parecida a nivel espiritual. El ponerla en el bebé indica que se quiere “desinfectar del pecado original” y, como que la empresa explotadora de las salinas de Torrevieja ha decidido envasarla sin poner ninguna indicación de su origen torrevejense, bien puede el alcalde utilizarla pronunciando, con una pequeña variación, las palabras sagradas: “Recibe la sal torrevejense de la Sabiduría, que te sea propicia para la vida eterna”. El niño hallará buena esa sal y los padres sonreirán con esa señal de buen agüero.
En una adaptación propia de la dolora ‘Bautismos que no bautizan’, que Ramón de Campoamor escribió a mediado del siglo XIX, queda así: “Cierto alcalde en Torrevieja /bautizó a una niña un día /con el agua que cabía en una concha de almeja. /La poca agua bautismal /obró en la niña de modo que no le borró del todo /el pecado original. /La dejó mal bautizada /el alcalde, porque sabía /que así la niña sería /una furia en forma de hada. /Furia de instinto tan fiero, /que mató a muchos de amor. /Atrae al hombre el dolor, como el imán al acero. /Y aunque hizo a tantos penar, /fue ella amada hasta morir; que el saber hacer sufrir /es saber hacerse amar. /Pensando en esta conseja, /mil veces me he preguntado /si a ti te habrá bautizado /el alcalde de Torrevieja”.
Dibujó de esta forma el poeta naviego algunos aspectos del modo de vivir en lugares retirados del mundanal ruido, como entonces estaba Torrevieja.
Fuente: Diario LA VERDAD. Orihuela, 9 de agosto de 2016