POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Pensando en las nuevas (¿nuevas?) elecciones que se “avenecian” y los meses que nuestros políticos gastaron intentando imponer, más que acercar, sus posturas, traigo una expresión que oía en los mercados de ganado de Pravia: “Tenemos que llegar a una inteligencia”. Pero los políticos no llegan a una inteligencia, acaso porque no fueron tratantes, no utilizan la inteligencia para sacarnos de aprietos. Y es en éste y en cualquier trato cuando nuestros elegidos, que se postularon libremente, han de manifestar la esencia de su ideología y su rumbo, superponer sus trayectorias y buscar el derrotero común, y si no saben o no se atreven, elegir y pagar por su cuenta a un árbitro porque el pueblo ya dio su parecer. No demos la razón a Ortega y Gasset, cuando dice (en “La rebelión de las masas”) que la gente no suele ponerse de acuerdo salvo en cosas un poco bellacas.
Fuente: http://www.lne.es/