POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Entre otras bendiciones, la lluvia nos limpia el turismo de chancla y nos anima, o debería, a buscar la vida a favor de corriente, sin tergiversar nuestra naturaleza, a explotar y sostener los verdes, el bosque (no los eucaliptos), el campo (no de fútbol), el río y la riada, la mar y la marejada. Si en la construcción procuramos, cuando llueve, ofrecer tajo a bellugo para los obreros, de la misma manera pensemos cómo trabajar en la Asturias gris. Es más fácil vivir del agua que de la seca. Tracemos ese profano Camino de Santiago alternativo por grutas, minas y otros museos, soportales con buen comercio y llagares; inviértase en una industria para el cielo encapotado o casi encapotado, al margen de las cremas solares, que ofrezca fabes y cachopo, percebe de acá, fresas con nata y oso, noches frescas para dormir bien, tonadas, agua milagrosa y el asombro del paisaje cuando despeja.
Fuente: http://www.lne.es/