POR ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Como entonces no había ecologistas ni camalote, constituía un paraíso abierto para disfrute de todos.
Antes, al llegar el verano, Badajoz, según el dicho popular, se quedaba vacío, pues la gente se iba de veraneo. Al menos la suficiente para que su ausencia se notara, ya que al ser la más activa su marcha suspendía …