BLANCA: UN PUEBLO FASCINANTE CON UN PASADO PROFUNDO
Oct 08 2024

POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)

En mis primeros estudios de arquitectura del paisaje y dendrología aprendí acerca de las maravillas de la naturaleza. El mundo de las coníferas, arbustos, flores, cebollas y árboles me abrió las puertas para una apreciación más profunda de la belleza natural. Cada lección nos enseñó no sólo cómo crecen las plantas, sino también cómo son parte de un ecosistema mucho más grande y más complejo. Lo que siempre se quedó en mi mente fue la llamada de nuestros maestros a amar la naturaleza. También nos animaron a aprender idiomas extranjeros ya que el conocimiento de jardinería se comparte internacionalmente y los idiomas son la clave para entender otras culturas y métodos.

Los Países Bajos ocupan una posición particularmente alta en la jardinería, de la que siempre he estado orgulloso. La artesanía y el cuidado que invertimos en el suelo y las plantas son bien conocidos en todo el mundo. Las competencias lingüísticas son esenciales, especialmente porque los Países Bajos tienen una posición de liderazgo en la exportación de flores y plantas. Pero un tema importante que me perdí en mis estudios: la filosofía. Contemplar la vida, la naturaleza y nuestro lugar en ella sin duda habría enriquecido mi educación. Sin embargo, tal vez he encontrado un reemplazo en mi otra pasión: jugar a las damas. Pensar en estrategias y soluciones durante horas probablemente alimentó mi creatividad. Trajo calma y estructura a mis pensamientos, algo que a menudo falta en la agitada vida cotidiana.

He vivido desde hace cincuenta años en Blanca, un pueblo de la provincia de Murcia, donde la belleza de la naturaleza sigue dejando una profunda impresión en mí. Aquí en este pequeño pero bullicioso pueblo, puedo vivir plenamente mi amor por las coníferas y los árboles. Blanca está rodeada de las imponentes montañas del Valle de Ricote, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. El río Segura atraviesa el pueblo y siempre nos recuerda el pasado. Durante siglos, el agua del río proporcionó los huertos a través de los antiguos sistemas de riego construidos por los Almohades en el 12.o. Instalado para el siglo.

Todavía recuerdo caminar por el río y admirar los huertos. Los agricultores me saludaron amablemente y a menudo me ofrecieron una naranja mientras estudiaba su sistema de riego. El aire estaba lleno de un aroma casi mágico, una mezcla de flores de limón y naranja, impregnadas por el dulce aroma de otras flores. Nadie tenía prisa en ese entonces. La gente trabajaba duro, pero había paz en la vida. Las casas fueron compradas y pagadas dentro de quince años. La vida era más simple, menos agitada, y la gente tomó más tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas a su alrededor.

Pero los tiempos han cambiado. Hoy, el conocimiento de la generación más joven es mayor que nunca. Sin embargo, pagan un precio por este conocimiento y la vida moderna. Ambos socios tienen que trabajar para financiar una casa, y el préstamo hipotecario para pagar a menudo lleva treinta años o más. Parece que el progreso se ha cobrado su precio. En este mundo cambiante, es más importante que nunca mirar al pasado. La historia nos enseña cómo diferentes eras y sociedades han lidiado con desafíos. La filosofía nos ayuda a hacer las preguntas más profundas de la vida, y la geografía nos muestra cuán estrechamente conectado está nuestro mundo. Es extraño ver que estas asignaturas están cada vez más subestimadas en algunos países y escuelas, como si ya no fueran relevantes.

En Blanca, sin embargo, la gente se mantiene fiel a sus raíces. La cocina mediterránea, con sus platos centenarios de antigüedad, todavía se honra aquí. Estos hábitos alimentarios saludables, ricos en aceite de oliva, vegetales frescos, pescado y hierbas, ayudan a los residentes a mantenerse saludables y vivir No es casualidad que hace cien años extranjeros vinieran al Valle de Ricote a estudiar las hierbas curativas. La riqueza de la naturaleza, tanto en las plantas como en las tradiciones culinarias, siempre ha jugado un papel central en la vida aquí.

Blanca sigue siendo un pueblo fascinante, no sólo para los residentes sino también para los turistas que a menudo pasan sólo unas horas aquí, cautivados por la atmósfera centenaria, el aroma de los naranjos y la tranquilidad del río. La historia es tangible, no sólo en el antiguo castillo de Almohaden, que todavía cuida el pueblo, sino también en las vibrantes tradiciones que se viven en cada rincón de Blanca.

Es un lugar que nos recuerda una época en la que la vida era quizás más simple, pero donde la riqueza de la naturaleza, la cultura y la comunidad era mucho más valiosa que el ajetreo y los lujos superficiales de los tiempos modernos. Blanca, como los árboles que crecen a lo largo del río, permanece firme y profundamente arraigada en un pasado que nunca se desvanece verdaderamente. Árboles de conífera a lo largo del río Segura en Blanca.

FUENTEhttps://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560

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