POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Digo bodas de titanio porque ese el nombre que reciben cuando un matrimonio celebra sus setenta años de convivencia, y una especie de matrimonio festivo es el que siempre tuvo la Sociedad La Peruyal con sus más de 2.500 socios, seguidores entusiastas, parragueses en general y foráneos que dejan de serlo cuando nos visitan.
De la mano de Antonio Ichaso, Luis Almeida, Tomás Cueto, Celso Rodríguez y Manuel Cuadriello (que cuatro años antes había abierto su carnicería) nacía el 20 de agosto de 1949 en el barrio de La Peruyal la Fiesta del Bollu.
Una celebración que fue peregrinando por El Ronderu, El Barcu y La Dehesina hasta que acabó recalando en el Parque de La Concordia, esa joya que Arriondas muestra entre los ríos Sella y Piloña desde hace casi treinta y tres años.
La esencia y el espíritu de la fiesta es el mismo desde sus orígenes: la exaltación de la asturianía en todas sus vertientes.
Danzas tradicionales, grupos folclóricos del Principado y de otras comunidades, grandes orquestas, así como la labor de cientos de personas -especialmente jóvenes- que trabajan en la confección laboriosa de hasta tres decenas de carrozas, hacen de la Fiesta del Bollu algo propio y peculiar de Arriondas.
El desfile profano y multicolor de la tarde del último domingo de julio es algo genuinamente parragués. De modo que en los siete años en los que no hubo desfiles de carrozas (1967-1973) la fiesta parecía que había perdido buena parte de su identidad. La Jefatura Superior de Tráfico suspendió los desfiles en la calle principal alegando que el atasco que se producía era inasumible. Fuera de la calle principal no había en la villa otras alternativas de calles apropiadas para el discurrir de este evento hasta el año 1974, cuando los desfiles se reanudaron coincidiendo con las bodas de plata de la fiesta.
La llamada kermesse, la noche del sábado; el Bollu, el domingo; y el Bollín, el lunes, marcan tres maneras de vivir y sentir una fiesta que fue declarada de Interés Turístico Regional hace veinte años, cuando se celebró su cincuentenario.
Cada verano, las mil revistas o portfolios de la fiesta -con casi doscientas páginas- recogen un amplio abanico de noticias, entrevistas, fotografías y artículos relacionados tanto con el acontecer anual como con el pasado de las personas que nos precedieron.
La Fiesta del Bollu se sitúa entre los capítulos hermosos del libro de multitud de vidas parraguesas y foráneas. Una fiesta que -vista la pujanza y el entusiasmo que la arropa y alimenta- tiene asegurada una gran longevidad plena de imaginación y de asturianía, con la vista ya puesta en sus bodas de brillantes en apenas otros cinco años.