POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La devoción a María, bajo la advocación del Carmen o Virgen del Carmen, es una de las más extendidas y más profundamente sentidas en toda la historia mariana española y, por supuesto, asturiana. Patrona de la marinería y de la Armada Española, todos los pueblos costeros de Asturias la honran con procesiones marineras, alfombrado de calles para el recorrido procesional, y con ese canto-himno que es la «Salve marinera».
Allá en tiempos del siglo XVI, Santa Teresa de Jesús, la santa andariega y fundadora, fundó en Segovia el convento de San José del Carmen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas.
En este convento, y desde tiempos muy lejanos, fueron tradicionales unos panecillos que las monjas elaboraban como «limosna de alimento» para los necesitados que solicitaban su ayuda. Eran , como tantos otros similares, un tipo más de los llamados «panes de la caridad».
Estos panecillos, hoy transformados en dulcería, son de elaboración muy sencilla. Su fórmula ha sido recogida por Javier Contreras en el artículo «La alimentación a través del torno (Segovia)» publicado en «Actas del V Encuentro en Castilla y León. Alimentación tradicional. (Diputación de Salamanca. Salamanca 1991).
Así se elaboran:
En un cuenco grande se echa 1/4 litro de agua templada en la que se ha disuelto un poco de levadura de panadería. Poco a poco se va agregando harina hasta conseguir una masa suave y homogénea.- Seguidamente se añade un vaso de aceite, a la vez que se amasa, y un poco más de agua o de harina para conseguir una masa suave y compacta que se aromatiza con unos granos de anís o de matalahuva. Se cubre con un paño y reposa durante 4 horas en lugar templado.
Con porciones de esta masa se moldean los panecillos (tamaño mediano) y se barnizan con un almíbar de hebra floja. Hornean a horno medio-fuerte hasta que estén perfectamente cocidos.
Desde «nuestres Histories» felicitamos a todas las Cármenes, Carmelas, Menchus, Carminas, Carmelos… deseando que disfruten de este día con suma dicha y alegría. Y que merienden un chocolate a la española (espeso y ligeramente amargo) con un bollín carmelitano.