POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En Bolivia las esquelas ponen: “Fulano de tal pasó a la indiferencia”; al contrario, los vivos empezamos a interesarnos por el fallecido. Yo conocí a Carlos Bousoño el 9 de abril de 1999 en Madrid, porque, junto con Pepe Hierro y Fernando Delgado eran miembros del jurado Francisco Ayala de Novela, que me concedió la Universidad de San Sebastián de los Reyes, en la sede de la calle Bautanal, en el salón de actos Rosa Luxemburgo; Bousoño me dedicó un libro donde hoy subrayo el primer verso de “La ignorancia”: “Se dice del todo lo humano al suspenderse el lenguaje humano, y se hace la claridad al interrumpirse la claridad”; también en “Alba de la muerte” ilumino esto: “espantosamente florece, echa rosas de súbito y fuera de estación fructifica”; alude a la luz al final del túnel, que en Bolivia llaman indiferencia, mal que nos pese a los olvidados en el territorio de la sombra.
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