POR JAVIER NÁJERA MARTÍNEZ Y LUIS YUSTE RICOTE, CRONISTAS OFICIALES DE PARACUELLOS DE JARAMA (MADRID).
Para los nuevos vecinos que no conocen la pedanía de Belvis de Jarama, este pequeño pueblo de apenas 300 habitantes, está situado al norte del actual término municipal. Delimita al este con Cobeña, y al oeste el río Jarama, que describe grandes meandros en toda su trayectoria, lo delimita de los municipios de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes. Su altitud varía entre los 582 y los 605 metros. Pero si piensan que este pequeño pueblo carece de historia, se equivocan, Belvis posee una larga e interesante historia unida a la de Paracuellos.
En época romana, hay evidencias de una calzada romana secundaria que unía Toletum con Talamanka. Esta vía transcurría paralela al río Jarama y era utilizada para el abastecimiento de los mercados de Complutum (Alcalá de Henares) y por las numerosas villas que salpicaban el Jarama. La vega del Jarama se encuentra entre los terrenos que poseen un alto potencial agrícola en la región, característica que hace que en el tramo se creara una gran red de edificios agrícolas (villae), que abastecían a Complutum.Su localización original se encuentra a un par de kilómetros de la actual, lo que los vecinos denominan Belvis Cortijo, Belvis Caserío o incluso Belvis Viejo. Los yacimientos arqueológicos en la pedanía demuestran que Belvis estuvo habitado al menos desde la Edad de Bronce, en la zona denominada la Cambrija, cercano al actual Cortijo. Dicho lugar estuvo habitado también en la Edad de Hierro, durante la ocupación romana, visigoda, musulmana y finalmente cristiana, coinvirtiéndose en Ledesma de Jarama y posteriormente en Belvis de Jarama, desapareciendo la población en época santiaguista. Por lo tanto, podemos suponer que el origen poblacional de nuestro municipio es más belviano que paracuellense, ya que en el actual Paracuellos a pesar de que en algunos casos son anteriores, no muestran estos lugares continuidad en el tiempo ni habitados en etapas posteriores.
En 2008 al ampliar la carretera M-111 frente al Cortijo de Belvis, se descubrió una villa romana (hoy conservada bajo esta misma carretera) y cuya existencia se desconocía hasta entonces. Esta fue de grandes dimensiones que ocupaba una extensión de 500 metros de longitud y unos 40 metros de ancho. Contaba con 2 espacios intermedios, dando lugar a una zona residencial o pars urbana y la zona de vivienda de esclavos, cocina y establos o pars rustica. En la primera vivía el señor de la villa (pater familias o dominus) y en la segunda estaban los espacios dedicados a la explotación agrícola y ganadera. Su construcción se produjo alrededor de la segunda mitad del Siglo I d. C. coincidiendo con la construcción de Complutum y fue utilizada hasta el Siglo IV d. C.
En la parte Norte de la villa, donde se encontraba la pars urbana, estaban las distintas estancias organizadas a lo largo de un corredor que a su vez, enmarcaba un atrio-peristilo, rodeado de columnas de piedra caliza. Las paredes interiores de la villa estaban pintadas de rojo pompeyano y la cimentación de los muros exteriores se hizo con cantos rodados y piedra caliza. Los pavimentos de las estancias eran de cal o cantos rodados.
Al lado Noroeste del peristilo había dos pavimentos de opus signinum (aparejos usados en la arquitectura e ingeniería hidráulica romanas) que se interpretan como dos Impluvium (pileta o estanque situado en el centro del atrio de las casas romanas, de escasa profundidad y que servía para recoger las aguas procedentes de la lluvia que luego iban a parar a un pequeño pozo). En la excavación Arqueológica encontraron cerámica de cocina (ollas, tapaderas y morteros) y de mesa (botellas, jarras, copas y platos).
La pars rustica contaba con cobertizos, estancias de almacenamiento y un depósito para materiales constructivos. Poseía tres hornos industriales propios dedicados a la elaboración de tejas y vidrio. Se encontró en esta parte cerámica de almacenamiento (cántaros, ollas de gran tamaño, etc.). Se hallaron también piezas de pondera, que son objetos de arcilla cocida que los romanos empleaban como pesa en los telares, en los cuales se ataba a los hilos guía para que estuvieran tirantes, por lo que se deduce que fabricaban también tejidos. La villa cuenta con una estancia con ábside semicircular que probablemente, se utilizaba como granero. En las inmediaciones hay una canalización que se utilizaba para la conducción de agua.
Las villas eran grandes explotaciones agrícolas con un elevado grado de autosuficiencia que reunían un buen número de colonos. Generalmente estos establecimientos rurales se asentaban en los terrenos más fértiles y propicios para la explotación de la tierra. Las villae romanas jugaron un papel destacado como productores agrícolas, así como de materiales artesanales. Muchas de ellas funcionaban también como explotaciones ganaderas con cría de ganado lanar y vacuno, aves de corral, etc. En ocasiones se dedicaban a la cría de animales como el caballo, siendo las vegas de los ríos madrileños un lugar óptimo para su crianza, convirtiendo a los caballos de Complutum en famosos y codiciados en Roma. Las villas romanas se situaban en las proximidades de las vías de comunicación y de los ríos, sobre una terraza algo elevada que alejaba el peligro de inundaciones en épocas de crecida de aguas, y cerca de zonas de bosque o monte bajo que permitían disponer con facilidad de leña y caza. El río aportaba no sólo pescado fresco sino también agua para el riego de la huerta y el funcionamiento de los molinos y las termas en caso de que las tuvieran. En las terrazas más altas se cultivaban cereales, vides y olivos. La caza se practicaba con asiduidad en los terrenos próximos a las villas, pues en algunas de ellas se han identificado restos de ciervos, jabalíes, cabras montesas, conejos, liebres y perdices. El conjunto de todos estos aprovechamientos posibilitaba que cada villa fuera una entidad prácticamente autosuficiente.
Como hemos dicho, la villa se encuentra enclavada en la vía romana Toletum-Talamanka paralela al Jarama y nos llama la atención que aproximadamente a 14 millas romanas (1 milla romana equivale a 1.672 metros) al Norte de la villa, se encuentre la Villa Romana de Valdetorres de Jarama, a unas 10 millas romanas al Este se encuentre Complutum y a unas 18 millas al Sur de Vega de Belvis se localizan las villas que existieron en Vallecas. Esto nos hace pensar que las villae podría haber sido utilizadas como mutatio. Estos establecimientos se utilizaban como paradas en una calzada romana en las que el conductor podía dar descanso y avituallamiento a los animales o cambiar los caballos por otros de refresco, conseguir medicinas o un veterinario para sus animales, así como para efectuar las reparaciones necesarias en el vehículo tales como ajustar las ruedas o el carro. En teoría se localizaban cada 12-18 millas romanas, lo cual se cumplía en la medida de lo posible y dependiendo de la importancia de la vía. Todos los caminos conducían a Roma, pero los que pasaban por el actual Paracuellos tenían como destino o partían (según se mire) a Complutum. Y como no hay dos sin tres, además de estas dos calzadas romanas mencionadas (Vía Toletum – Talamanka y Vía Emérita Augusta – Caesaraugusta) creemos que existía una tercera calzada de mucha menor importancia que las anteriores, ya que en los alrededores se encontraron Miliarios que así lo hacen suponer. Pero además de esta villa de Belvis de Jarama, en el actual Paracuellos existió otra hallada al urbanizar el actual Miramadrid. Creemos que el edificio pertenecía a un Tribuno, pues la zona donde se localizó da nombre al topónimo y a su vez al yacimiento: El Tribunillo.
Por último, restos antiguos son mencionados en las Relaciones Topográficas de Felipe II en 1579: Ansimesmo en la comarca del dicho pueblo esta otro término que llaman Belvis, que ansimesmo hay en un prado que está junto a la ermita muchos cimientos de cómo ha habido en tiempo antiguo muchas casa, y luego allí más abajo esta un cerrillo que llaman el castillejo, y se parece que ha habido allí grande edificio, porque hay señas de los cimientos, y ansimesmo piedras labradas, que han sacado de allí labradas. Siglos después describen los restos de un edificio, en el que se encontraba la ermita de Nuestra Señora de Belvis, y que probablemente sean de la Villa Romana “Vega de Belvis”.
Tras la caída del Imperio romano a finales del siglo V, pueblos del norte de Europa como los visigodos se asientan en toda Hispania, apoderándose pacíficamente de las destruidas villas romanas, ya que la mayoría de sus propietarios habían huido buscando la seguridad de las ciudades. Cuando se abandonó la Villa “Vega de Belvis”, el edificio entró en ruina y los restos que quedaron se aprovecharon para construir una ermita cristina llamada: Nuestra Señora de Belvis. Sabemos que la ermita se mantuvo en pie por lo menos hasta la conquista castellano-leonesa e incluso creemos que sobrevivió hasta el siglo XVIII, ya que es citada en el libro sobre el proceso de canonización de Santa María de la Cabeza de 1752, diciendo: A tres leguas, poco más o menos de Caraquiz Mayor, había otro santuario, que actualmente es ermita dedicada a la reina de los Ángeles María Santísima, con el titulo de Nuestra Señora de Belvis. Está colocada en los prados y vegas del mismo río Xarama, de la otra parte, caminando desde Madrid, la cual está anexa a la Villa de Paracuellos, y dista de dicha villa una legua, y otra de la de Cobeña. Es edificio, por lo menos tan antiguo como la Villa de Paracuellos, y fue parroquia del lugar de Belvis, que hubo en aquel sitio, y es tradición común, haber sido de los caballeros Templarios. Tenía una sola Nave, con su Capilla Mayor, la que fue dividida del Cuerpo de la Iglesia con una verja grande de madera, y un arco hasta la bóveda: el pavimento enladrillado, y cercado todo de asientos, que formaban el coro. La Imagen de la Santísima Virgen era un bien tallado bulto, grabado todo de oro: el ropaje de brocado carmesí, y blanco; y el Manto de azul celeste. Muy hermosa, devota, y de majestad agradable: los ojos en modesta elevación, blanco el rostro, y muy vivo: las facciones perfectas, y el cabello dorado: coronada de flores, matizadas de oro. Con su diestra mano tiene asido el derecho píe del Niño Jesús, y con la otra le abrazaba por medio de su cuerpecito, y el precioso hijo está echando la bendición con la derecha; y en la izquierda tiene una Manzana de Oro. Sirve de peana a sus Virginales plantas la luna: su estatura es de cómo una vara y cuarta de alto, y de ancho como dos palmos….
A partir del año 711 los musulmanes conquistan toda la península. Y en los siguientes 800 años se produce una lenta reconquista cristina, en la que se combinan periodos pacíficos de convivencia, con otros periodos de ataques y contraataques. A principios del siglo XII muchos de sus habitantes de la ciudad amurallada de Madrid huyen del cerco musulmán buscado refugio en poblaciones cercanas. Uno de ellos fue San Isidro Labrador (1082-1172) que se marchó a trabajar a Torrelaguna. Allí conoció el santo a la que fuera su mujer llamada María Toribia (según el Cronista Oficial de Cobeña, oriunda de esta población) y que pasó a la historia como Santa María de la Cabeza.
San Isidro y su mujer llevados por su devoción, visitaban con asiduidad todas las Iglesias y Ermitas de la zona. Y también estuvieron en nuestro pueblo, según nos cuentan en el libro que recoge la vida y milagros del madrileño santo: Acomodose en este Publio con otro dueño a servirle por su soldada en la labor del campo. Ay memorias muchas del Santo en aquella tierra el día de oy, contestando testigo que se tomaron en las informaciones, que se hizieron para la beatificación. Diole su dueño, en lugar del salario a dinero, un pedaço de tierra que labrase como suyo, y que deel le vistiese, y calçase, entilo ufado en aquellas partes, y en otras. Admitiolo. Començo a servirle, y cuydar de la hazienda sin perder punto de sus devociones, y visitas de iglesias, y ermitas, como en Madrid. Oy se conocen las de Nuestra Señora de Belvis a una legua de Cobeña. La de Nuestra Señora de Peña Hora cerca de Humanes. La de Nuestra Señora del Castillo cerca de Paracuellos. La de Nuestra señora de la cabeça en Talamanca Monasterio antiguo de Monjas de San Benito (…)
Pero la que tuvo una relación especial de cariño, aunque breve, con la Ermita de Belvis fue Santa María de la Cabeza. Ya que se encontraba en un lugar tranquilo y solitario, ideal para el recogimiento y la oración. Nada que ver con la iglesia del Castillo de Paracuellos pues: aquel castillo estuvo siempre poblado de Alcalde, y guarnición de la milicia, por ser la cabeza de aquellas fortalezas, cuyo concurso de gentes, y estrépito de armas; no decía bien con los retiros, que la Bendita solitaria buscaba, para entregarse más sosegadamente a las interioridades de su espíritu. (…) Al cual, por ser solitario ya, y despoblado en el tiempo que vivía por aquellos países la Bendita Maria de la Cabeza, solía acudir con frecuencia en santa romería, y lograr en aquel sitio, con tan acomodado a su genio, y natural inclinación, los sosiegos de la oración y demás fervorosos ejercicios, con que se esmeraba en el servicio, y obsequio de la Gran Reina, pidiendo también limosna en Cobeña, y Paracuellos, para el aceite con que quemaba, y mantenía su lámpara. Esto es lo constante, y en lo que la inmemorial tradición de aquella tierra se halló concordé, para los autos, que allí se formaron, en los cuales no se contesta, que la bendita María sirviese de ermita en el mencionado santuario de Nuestra Señora de Belvis, haciendo allí su habitación, y asiento, como en el Caraquiz, y su iglesia cercana; antes bien todos los testigos, que son de la primera excepción, convienen que , sin por algún tiempo vivió la Santa Solitaria en esta ermita de Belvis, fue por muy breve espacio, y pocos días, pues toda su atención y reclamo; o por mejor decir, todo su corazón, y alma, la tenía entrega al cuidado, y obsequio de la imagen de Nuestra señora de Caraquiz, con cuya licencia solo hacia estas excursiones a los otros santuarios de la comarca, dedicados a su mayor honra y gloria.
Se menciona también a la Ermita cuando la Encomienda de Paracuellos fue vendida a el Cardenal Pardo Tavera, y este a su vez cedió a su sobrino: Arias Pardo, su sobrino, y en sus sucesores, a quien la Magestad de Phelipe II honró con Titulo de Marqueses de Malagón: que fueron los primeros Don Juan Pardo de Guzmán, y Toledo, y Doña Guiomar Pardo de la Cerda, casada con Don Duarte de Portugal, marqués de Fredicha, y hermano del Duque de Berganza, los quales señores tuvieron particular devoción a esta Santa Casa de Belvis, por ser un Santuario tan devoto, puesto, y sito en las tierras de su dominio.
La última descripción de la ermita es de 1752, dice: La ancianidad de esta iglesia se comprueba como dijimos, con la de la villa de Paracuellos, la cual es tanta, como declara el Dr. Bartolomé Cano Colodro, vecino de ella y sujeto de suma erudición, y buenas letras, el cual, en abono de esta antigüedad dijo: Que sabe y que se acuerda, que en una heredad, que tiene, camino de Nuestra Señora de Belvis, se hallo su padre Martín Gallego Colodro una Moneda de Oro en un terrón de tierra, que con la saliva la limpió, y quedo resplandeciente: la cual por una parte tenia una cara de personaje venerable, con este titulo: Divus Augustus Cesar, en la orla; y en la otra estaba la fortuna con su esfera, y que pesaba veinte reales; y que vista por los prácticos e inteligentes, dieron al oro el valor de siete quilates (probablemente un aureus romano). (…) Que se acuerda que en Nuestra Señora de Belvis había, por alrededor de ellas, muchos pedazos de mármoles, y basas, como de alabastro, que arguye haber sido muy insigne aquella iglesia en los tiempos que florecía la habitación de aquella población, que por ser muy pringue la tierra, y fértil, debían de ser los moradores muy ricos.
Las atalayas se distinguen por su forma cilíndrica y su posición en puntos elevados con buena visibilidad. Los tres pisos de su interior eran para almacén de víveres, depósito de combustible destinado al fuego con el que emitir señales de alarma y vivienda para sus vigilantes. Estas torres se divisaban entre sí, por lo que, en caso de ataque, se transmitían de unas a otras señales visuales para conseguir alertar a los defensores de las poblaciones cercanas.Los musulmanes realizaron diferentes construcciones a lo largo de toda la región para la defensa de la Marca Media. En Pararacuellos construyeron una fortificación de tamaño medio, llamado castillete o zafra, y que servían de enlace entre los principales puntos defensivos del sistema (medinas y alcalás o almudainas). Esta organización defensiva, se completó con un conjunto de atalayas o torres de vigilancia a lo largo del río Jarama, como la que construyeron en Belvis en torno al año 861. (Probablemente en el lugar que lleva el topónimo de el pico del águila);
Ya en el siglo XI, el rey Alfonso VII mandó repoblar villas y ciudades pues su prioridad era consolidar las antiguas plazas militares que habían sido de los musulmanes, así como sus territorios aledaños, con una clara intención defensiva y estabilizadora. Este proceso configura un mapa de población en el que se ubican la mayoría de los pueblos actuales y más del doble de poblaciones ya desparecidas, las cuales, en un primer momento fueron utilizadas con un claro interés defensivo. Este proceso comenzó en 1118 y se extendió hasta el siglo XIII por todos los valles fluviales de la provincia de Madrid. Los pactos de rendición que firmó anteriormente Alfonso VI el Bravo, respetaban las formas de propiedad musulmanas que incluían un gran número de alquerías en las zonas intermedias o escasamente pobladas. Esto dio lugar a dos formas de poblaciones complementarias, una de carácter urbano localizado en la ciudad y sus alrededores y otra en forma de explotaciones agrarias o pequeños núcleos rurales muy dispersos. Es de esta manera como Belvis se convierte en una pequeña población.
En el año 1179, el rey Alfonso VIII hizo entrega a la Orden de Santiago el de varias concesiones de territorios por la ayuda prestada en la conquista de Toledo. De esta forma se crea la Encomienda de Paracuellos a la que pertenece Belvis entre otros territorios. Es curioso ver como en este momento Belvis pasa a denominarse Ledesma por decisión de sus nuevos dueños. De Ledesma de Xarama sólo podemos contar pequeños apuntes o referencias, aunque coexistió con Paracuellos de una u otra forma durante su historia. Originariamente pertenecía a los Condes de Urgel, los cuales tenían cierta inclinación a poner el mismo nombre a sus pertenencias o lugares de repoblación en Castilla y León, y ese fue el motivo. El rey Alfonso VIII el Noble monarca que terminó de reordenar toda la zona madrileña quiso cambiar el nombre, recibiendo el apellido de D. Pedro de Bellvís, uno de los Caballeros Catalanes que le acompañaba habitualmente y al que el Conde de Urgel cedió en propiedad: Y pasó a Castilla, presentándose al rey en abril de 1183 en Borjafams, que quiso Alfonso VIII se llamase en lo sucesivo Belvis (situado cerca de Paracuellos de Jarama), quien lo pobló de nuevo…( aunque otros autores sostienen que el nombre de Belvis significa: Bella Vista de Jarama – Bel Vis de Jarama)
El último conde de Urgel, Armengol VIII el de Sant Hilari, hermano de Estefanía de Armengol, le reclamó la porción de Paracuellos y Ledesma de Jarama que le correspondía por su linaje, al ser heredero de estas posesiones como conde de Urgel. El problema se resolvió con un acuerdo entre “primos” de tal forma que Armengol VIII empeñó la heredad de Paracuellos y de Ledesma de Jarama (Belvis) a cambio de 240 maravedíes, con la condición de que si el conde moría antes de poder pagar la deuda, las heredades pasarían a poder de D. Fernando Martínez de Hita; si por el contrario era este el primero en fallecer, Armengol daría el valor del préstamo pro-ánima de D. Fernando Martínez de Hita y cobraría las heredades, firmando el acuerdo en noviembre de 1178. Las muertes de los dos primos se llevaron pocos meses, pero fue el D. Fernando Martínez de Hita el que falleció primero, en Marzo de 1208. Para aquel entonces el Castillo ya estaba en manos de la orden de Santiago, pues Toledo le cedió el castillo en el año 1180.
Para complicar un poco más las cosas, en el año 1194 el comendador Fernando Martínez de Hita donaba una tercera parte de Cobeña a la orden de Santiago y un año más tarde, el 26 de Enero de 1195 este mismo comendador, con beneplácito de la orden de Santiago, llegó a una concordia con su sobrino Gonzalo Ruíz de Hita. El acuerdo le daba derecho a Gonzalo Ruíz a disfrutar todo lo que D. Fernando poseía por parte de su padre y abuelo en Ledesma de Jarama con excepción de Paracuellos. Más tarde se la entregó como parte de la dote al contraer matrimonio con Dña. Urraca de Abellaneda. Posteriormente, las hijas de este matrimonio y sobrinas de Fernando Martínez de Hita, Dña. Estefanía, abadesa del monasterio de Fuencaliente (Soria) y su hermana Sacha Ruíz, cedieron lo que tenían en Peñafora y en Ledesma de Jarama al maestre de la orden de Santiago D. Martín Peláez Barragán el 25 de Junio 1218. Ahora la orden tenía en sus posesiones Paracuellos y todos sus alrededores y se agarraron al “proceso natural” del convenio entre los dos primos, anteriormente descrito.
Posteriormente, en una descripción completa que se hizo en 1478 sobre la encomienda de Paracuellos, en el libro de visitas de la Orden Militar de Santiago, se recogían de forma pormenorizada todas las rentas y propiedades. En ella se hacía referencia a la “dehesa de Belvis y Ledesma”, que es utilizada como pasto por el ganado de Colmenar Viejo, así como para el cultivo de trigo, cebada y centeno.
Las dehesas eran territorios de libre disposición donde se obtenían rentas destinadas a sufragar sus gastos y cubrir otras demandas ganaderas de la población. Con este fin se destinaron las dehesas, cuya palabra procede de defensa, término utilizado ya en las leyes visigodas referido al acotamiento de fincas. El llamado pratum defensum seguramente tomado de los romanos y que curiosamente, coincide en nuestro territorio con el lugar donde se encontraba la villa romana Vega de Belvis. Se trataba pues de una porción de territorio “defendido” o cercado por muros de piedra, adobe o leña, y en cuyo interior se aplicaba una normativa singular que afectaba a sus usos y beneficiarios. Fueron también de concesión real y estaban cerca del concejo, en nuestro caso de Belvis. En el Padrón de Ganado, aparecen las numerosas cabezas de ganado que había en los ricos pastos de la dehesa de Belvis, donde herbajeaban las reses de los alrededores. Los vecinos de Paracuellos llevaban 27 bueyes, 15 bueyes los vecinos de Fuente el Fresno, los de Ajalvir traían 91 bueyes, siendo los más numerosos los de Cobeña que contaban con 109 bueyes, más 6 yeguas, un rocín y cuatro mulas.
Es en el siglo XV cuando se pierde el rastro de Belvis o Ledesma, hasta el siglo XVIII, que vuelve a mostrarse con la construcción de El Caserío de Belvis. Este está situado en el cruce de las carreteras de Barajas a Fuente el Saz (M-111) y el ramal a Cobeña (M-103), muy cerca de la carretera de circunvalación de Madrid M-50. Es un conjunto agrícola y ganadero compacto y de organización compleja que cuenta con casa principal, capilla, viviendas de jornaleros, almacenes y dependencias anejas. Fue construido entre los años 1730/40 por el brigadier de los ejércitos reales Don Manuel de Benavides y Aragón (I duque de Santisteban) que estaba casado con Doña Ana Catalina de la Cueva y Arias de Saavedra (IX Condesa de Castellar, VII Marquesa de Malagón, VII Condesa de Villalonso) señora de estas tierras.
La casa principal, característica de la segunda mitad del siglo XIX, está rodeada en su parte delantera por una tapia baja, cubierta de hiedra y cerrada por una puerta enrejada, encontrándose en su interior un pequeño jardín con magníficos pinos. Precisamente uno de sus pinos carrascos, con una edad aproximada de 180 años, ha estado incluido hasta su reciente fallecimiento, en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres de la Comunidad de Madrid dentro de la categoría de “Árboles Singulares”, llegando a alcanzar una altura de 17 metros y un perímetro de tronco de 5 metros. El palacete del Caserío de Belvis es un edificio de dos plantas con huecos de balcones volados en el piso alto, y en la planta baja ventanas enrejadas. La puerta principal del edificio presenta un arco carpanel, y permite el acceso a un patio interior con dos entradas a derecha e izquierda. El cuerpo central está ligeramente resaltado y rematado en frontón triangular. Su cubierta es a cuatro aguas de teja curva y su carpintería es de madera. La fachada se encuentra enfoscada en blanco. En un extremo de la fachada principal destaca un palomar, de planta cuadrada y cúpula cubierta metálica.
En las Relaciones de Lorenzana de 1782 ya se hace mención al caserío y su capacidad de producción: entre la villa de Cobeña y esta de Paracuellos se halla un término redondo que se dice de Velvís (sic), propio del Excelentísimo señor duque de Santisteban, que se compone de unas dos mil fanegas de tierra de labrantío y sus prados que baña el río Jarama y, en medio, tiene su casa propia el mismo duque y su ermita, la cual se intitula Nuestra Señora de Velvís (sic), la que dista de esta villa media legua larga. El término redondo significa que estaba libre de la jurisdicción ordinaria y exenta de pagar Diezmos. Y no sabemos si es en el propio Cortijo o en las inmediaciones, pero la primera industria que tuvo Paracuellos en su término municipal data del año 1725 y fue una fábrica de tejas. En un documento fechado el 29 de diciembre de 1943 nos habla de que gastaban 1.200 kilos al mes de carbón para una fragua que utilizaban para reparar los aperos de labranza de la explotación. Y 70 toneladas de carbón para quemar y fabricar millón y medio de ladrillos por año.
En un documento de 1818, también se habla de la Capilla de Nuestra Señora de Belvis que reporta ingresos por el cultivo de sus tierras. Pero centrándonos en el primer núcleo urbano de Belvis, el caserío, encontramos que en 1832 D. Jacobo de Balboa y posteriormente D. Hilarión Martín certifican al Ayuntamiento la existencia de ochenta trabajadores venidos de Andalucía, Galicia y Extremadura, que se encargan de trabajar la explotación agrícola.
El Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, publicado entre 1826 y 1828 por el escritor, periodista, geógrafo, e historiador Sebastián Miñano y Bedoya, afirma que esa finca: produce granos en su deliciosa vega. Es coto cerrado exento de diezmos, tiene una alameda delante de la casa que forma un paseo y una huerta inmediata con muchas legumbres y árboles frutales, ganado lanar, yeguar y de cerda, además del necesario para la labor; un palomar muy poblado.
El 25 de abril de 1877, la Gazeta de Madrid: autoriza a Don Andrés Avelino de Arteaga y de Silva, VII Marqués de Valmediano, para que […] derive del río Jarama la cantidad de 38 litros de agua por segundo con destino al riego de 333 hectáreas de la finca titulada Belvis de Jarama, que posee en el término de Paracuellos, provincia de Madrid.
En 1958 Antonio Cantó Téllez describe el caserío como: una granja de pintoresco aspecto por la frondosidad de sus contornos, dedicadas por el duque del Infantado a la industria de vacas. El actual propietario del Caserío de Belvis es Don Íñigo de Arteaga y Martín (XIX duque del Infantado, XX Marqués de Santillana, XX Conde del Real de Manzanares y Grande de España).
También, en plena guerra civil, el Cortijo es incautado por sus propios trabajadores. En un documento del Boletín de Información del Sindicato CNT-FAI de Barcelona del 30 de octubre de 1937, se habla de los 75 trabajadores que se incautaron de una finca en Belvis del Jarama, propiedad de Doña Pilar Rodríguez Torres. Justo cuando empieza la sublevación en julio de 36 los trabajadores tomaron posesión de ella y forman una Colectivización. La extensión de la finca era de 900 fanegas de regadío y 1.500 de secano. La formaron sindicalistas de la Federación de Trabajadores de la Tierra (UGT) y campesinos militantes de la CNT. La Colectividad consistía en trabajar el campo y distribuir todo en partes iguales. La CNT y UGT decidieron que las industrias y tierras incautadas debían ser explotadas en colectividad. Estaba integrada en un primer momento por esos 75 trabajadores pero llegaron a ser 140 colectivistas con sus familias respectivas. Recolectaban al año 5.000 fanegas de trigo, 4.000 de cebada, 200 algarrobas de avena, 150 de maíz, judías, patatas, melones y habas verdes. Poseían 25 mulas, 10 vacas de trabajo, 20 de leche, 40 cerdos, 650 ovejas, 82 cabras, 35 gallinas; de maquinaria poseían dos segadoras (una de ellas les costó 4.600 pesetas). Fundaron una Escuela “racionalista” a la que acudían 60 niños. Tenían herrería, carpintería y albañilería. El servicio sanitario lo prestaba el médico de Paracuellos y era costeado por la Colectividad. Normalmente los Colectivistas percibían unas 8 pesetas diarias de jornal, más los productos de la huerta. La historia de esta colectividad finaliza cuando la República cae en marzo de 1939 y la propiedad de la explotación agrícola y ganadera vuelve a su dueña.
Pero la actual pedanía nació en marzo de 1947 cuando Dª. Pilar Rodríguez de Torres y Cárdenas, decidió entregar al Instituto Nacional de Colonización (I.N.C. conocido años después por el IRYDA) parte de sus tierras. Doña Pilar entregó una buena parte de su propiedad en agradecimiento a las gentes que la ayudaron y la socorrieron en la época convulsa y difícil de nuestra guerra civil, con la condición inexcusable de que la vendieran entre sus colonos y campesinos. La extensión total fue de 443 hectáreas de las cuales fueron útiles para el cultivo 441 hectáreas. Al llevar el cultivo de la explotación directamente su propietario, no existía ningún tipo de parcelación previa. La finca presentaba dos zonas agrícolas diferenciadas, la primera, de riego con una extensión de 35 hectáreas y la segunda, dedicada a secano y separada físicamente de la anterior por un canal de riego. El sistema de cultivo era denominado “año y vez” que consistía en la división del terreno de siembra en dos partes iguales, una se deja en reposo (barbecho) y la otra se siembra, y al año siguiente se continuaba el proceso pero cambiando las mitades. Posteriormente se parceló el coto para adaptarlo a la existencia de un área de regadío y otra de secano, y así alcanzar una mayor producción unitaria. Se formaron 30 lotes de dos hectáreas de regadío en las mejores tierras y otros 50 lotes compuestos por 3 hectáreas de regadío y 2,8 hectáreas de secano. En 1948 se hizo una selección de los colonos, según las normas incluidas en una circular del I.N.C. dando preferencia a los que eran obreros agrícolas de Paracuellos, que estuviesen trabajando en las explotaciones de su familia. En total se seleccionaron 80 colonos durante 1948, con un segundo concurso por cinco abandonos en 1949.
El poblado de colonización que dio lugar a la pedanía de Belvis, se construyó dentro de un proyecto de edificación de viviendas a nivel Nacional llamado Plan Badajoz que comenzó en el año 1948 creando más de 300 nuevos pueblos, sobre todo en Extremadura. El proyecto del poblado se encargó al arquitecto D. José Luis Fernández del Amo que diseñó viviendas, equipamientos y servicios con una concepción arquitectónica racionalista. Inicialmente fueron 56 las viviendas diseñadas que se adaptan a la topografía del terreno, se adosan y se construyen de dos plantas, aunque previendo la posibilidad de una ampliación. El nuevo asentamiento se inauguró en marzo de 1955 y fueron inicialmente 50 colonos los que vinieron para quedarse, contando con una población inicial de 173 habitantes. Estas nuevas viviendas constaban de una edificación de unos 80 metros cuadrados para residir y un corral de unos 400 metros cuadrados en el que había dos naves para guardar el grano que se recogía, trigo, cebada, avena, etc., y las mulas que se utilizaban para trabajar la tierra. Además se construyeron el colegio, la iglesia (que contaba con una casa anexa) y el edificio del Ayuntamiento, que tiene dos casas pareadas a continuación, y se dotó de abastecimiento de agua y luz eléctrica de alta y de baja tensión, para el alumbrado público. El total de la superficie ordenada de la pedanía fue de 7.3124 hectáreas que se distribuyeron en: 17.000 m2 destinados a las redes viarias, 39.974 m2 de suelo residencia, 800 m2 de jardines, 2.150 m2 considerados para equipamiento (repartidos entre los 1.600 m2 perteneciente a la escuela y los 550 m2 que se otorgó a la Iglesia de la pedanía), 13.200 m2 se aprovechan para zona verde de la que hoy día se puede contemplar un bello pinar. El resto hasta los 5 millones de m2, es decir las 493.7266 hectáreas restantes, pertenece a la superficie que cubrían las 94 parcelas y que se otorgaron a un número similar de colonos y que en su día fueron programadas para el desarrollo agrícola de la pedanía. Hoy la mayoría de las parcelas están sin labrar, salvo la que se siembra de grano o es utilizada para tener un huerto, pues la vega del Jarama sigue teniendo una tierra muy rica para el cultivo. En junio de 1966 se amplió agregando al poblado inicial seis viviendas más. La Entidad Local se constituyó en julio de 1956 y es, junto al Cortijo de San Isidro en Aranjuez, las dos únicas pedanías en la Comunidad de Madrid.
La tarde del 10 de marzo de 1955, el nuevo pueblo de Belvis de Jarama fue inaugurado por las autoridades, entre las que se encontraban el director general del Instituto de Colonización, D. Alejandro de Torrejón; el presidente de la Diputación Provincial, marqués de la Valdavia; el director adjunto de coordinación del Instituto Sr. García Atance; y el obispo auxiliar Juan Ricote Alonso y asistieron todos los vecinos del nuevo pueblo, que esperaban a las autoridades concentrados en la plaza. El Dr. Ricote bendijo la iglesia y el pueblo en la puerta del nuevo templo y, con el ceremonial litúrgico de ritual, penetró en el interior y procedió a la bendición de la iglesia, terminada la cual dirigió una plática a los vecinos de Belvis. Después, el obispo entonó una salve que fue cantada a coro por todo el vecindario e impartió la bendición a los fieles. Seguidamente salió de la iglesia y procedió a bendecir cada una de las casas del pueblo. Terminado el recorrido, las autoridades fueron obsequiadas con un refrigerio en la cantina del pueblo y fueron despedidas cordialmente por el vecindario.
Los terrenos de labranza se distribuyeron y parcelaron junto a la vega del Jarama. Esta vega se convirtió en la mejor zona exportadora de productos de regadío, y se establecieron cultivos de trigo, cebada, habas, alfalfa, remolacha, melones, patatas, judías, tomates y maíz. Estos frutos de la tierra y otros más, llegaban al mercado de abastos de Madrid, que era el máximo proveedor de productos que existía en la provincia. La zona de la vega era una tierra muy rica en acuíferos y aguas subterráneas. Cada parcela de regadío cuenta con un pozo propio y en los campos del término es fácil encontrar manantiales mientras se pasea. Además, las tierras de Belvis fueron muy valoradas por la caza, fundamentalmente de conejos, perdices y palomas, y a ellas vino el mismísimo General Franco, gran aficionado a la caza.
Como curiosidad, encontramos en la prensa que la conocida artista de cine y teatro Paquita Rico, contrajo matrimonio en la iglesia de Belvis de Jarama el 26 de Agosto de 1968, con Guillermo Arsenio Arocha Fernández, que por aquel entonces tenía treinta y dos años. La entonces viuda de Juan Ordóñez (hermano del diestro Antonio Ordóñez) contaba con treinta y nueve años. La ceremonia tuvo lugar a las ocho de la tarde y bendijo la unión el sacerdote agustino D. Horencio Rodríguez. Actuó de juez D. Francisco Muñoz, del juzgado de paz de Paracuellos de Jarama. Treinta personas ocuparon la pequeña iglesia, que cerró sus puertas al comienzo de la ceremonia nupcial. Este lugar fue elegido por Paquita Rico para su enlace porque en ella había rodado una película y quedó prendada de él pues, según sus propias palabras, parece andaluz. El vestido de la novia era de color azul turquesa, con un sombrero del mismo color y zapatos blancos. Tras la boda se fueron de viaje de novios en un SEAT 1500.
Finalmente, destacar el magnífico Museo de Usos y Costumbres Etnográfico de Belvis (MUCEB). Museo incluido en la guía de museos regionales que edita la Comunidad de Madrid. Cuenta con fósiles, utensilios y cerámica prehistórica, fotos antiguas, libros de los años treinta, sartenes, aperos de mulos, hoces, braseros y hasta un plancha con una esvástica en su decoración. Está dividido en cuatro salas: agricultura, cocina, granja y fósiles. La idea del Museo es tratar de enseñar la forma de vida de aquellos años de trabajo ingrato y duro, de una época muy difícil.
Y como no podía faltar en pueblo que se aprecie, también hay algunos problemas, sobre todo a raíz de la construcción de la cuarta pista del aeropuerto que casi discurre paralela al pueblo, lo que provoca mucho ruido. Belvis es la única población que sufre valores pico de más de 90 decibelios y por ello en los últimos años AENA ha insonorizado las viviendas. También se rumoreo que podían trasladar el pueblo, pero por motivos personales y económicos, a fecha de hoy, los vecinos se niegan a trasladar su futuro, felices y orgullosos de vivir en su pueblo: Belvis de Jarama.Hoy en día Belvis es un pueblo tranquilo, con pocos niños que desde que cerró las escuela en 2003 tiene que subir a Paracuellos. Las fiestas de la Pedanía son a mediados de Julio, fiestas limitadas en recursos económicos, pero ilimitadas en ilusión.
Bibliografía y webgrafía:
– DÍEZ MEDINA, CARMEN (2004). En recuerdo de José Luis Fernández del Amo. En: «Los brillantes años 50: 35 proyectos». T6 Ediciones.
– GARCÍA CARMONA, A.; NÁJERA MARTÍNEZ, J.; RODRÍGUEZ MENDEZ, J.J.; YUSTE RICOTE, L.; CALVO ORIVE, N.; KRSTIC GIBERT, S., (2010): Encontrando a Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama.
– NÁJERA MARTÍNEZ, J.; YUSTE RICOTE, L. (2016): Historias de Paracuellos de Jarama. Ayuntamiento de Paracuellos de Jarama. Madrid.
– Artículo: Belvis de Jarama o Ledesma de Jarama. JOSÉ JULIO ORTIZ Y CHISVERT, CRONISTA OFICIAL DE COBEÑA (MADRID). Boletín de Cronistas Oficiales de España (RAECO).
URL: https://www.cronistasoficiales.com/?p=117723 [consulta 16/07/21].