CÁCERES EN LA ÉPOCA VISIGODA.
Nov 24 2024

POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES.

SANTA LUCÍA DEL TRAMPAL

Aunque apenas conservamos restos arqueológicos y fuentes documentales, se cree que la colonia romana Norba Caesarina fue arrasada por los Alanos aproximadamente sobre el año 411, pueblo que después de siete años de permanencia en el solar cacereño fueron derrotados por  las huestes del rey Leovigildo, y Cáceres pasó a ser dominada por los visigodos durante tres siglos.

En esta época se produjo una guerra con matiz religioso entre Leovigildo, que profesaba el Arrianismo y su hijo, el futuro San Hermenegildo, que abrazó el Catolicismo. Según el profesor Rubio Rojas tanto Mérida como Cáceres, que formaban parte de la Lusitania eran católicas y Leovigildo las arrasó, destruyó y mató a un gran número de sus habitantes.

Las tierras cacereñas fueron visigodas hasta la llegada de los agarenos en el siglo VIII, aunque Cáceres no llegó a interesarles a los musulmanes en un principio y se convirtió en un campo de batalla permanente entre los cristianos y los moros.

Los visigodos formaban una minoría en la sociedad hispanorromana de la época. Trajeron la ruralización social, entrando en declive muchas villas, y se sustituyó la esclavitud por el colonato; pero cada uno de los dos pueblos se regía por sus propias leyes. Desapareció el comercio y la minería, actividades económicas esenciales en la economía romana.

La sociedad visigoda era eminentemente agrícola y ganadera, continuaron con los mismos cultivos de la época romana aunque trajeron la alcachofa o las espinacas y las tierras eran trabajadas por los colonos. El rey era la autoridad política en la comunidad visigoda y tenía un consejo formado por nobles llamado “Aula Regia”.

Mantuvieron la administración territorial de la Hispania Romana poniendo a los “duces” como gobernadores de las provincias y a los “comites” al mando de las ciudades. Fueron famosos los Concilios de Toledo de los que se celebraron 18 entre los años 400 y 702, donde los Obispos de todas las diócesis debatían y decidían temas relacionados con la política y la religión.

No tenemos huellas visigodas en la ciudad de Cáceres, aunque en la provincia conservamos la espectacular basílica de Santa Lucía del Trampal en Alcuéscar, única en el mundo por sus singulares rasgos arquitectónicos y por ser uno de los pocos ejemplares que se conservan de la arquitectura altomedieval hispana en el sur de la Península. Pero sobre Santa Lucía dada su enorme importancia hablaremos en nuestra próxima crónica con más detalle.

Hasta los años 80 del siglo XX Santa Lucía del Trampal estaba en ruinas, siendo sacada a la luz y divulgada por el profesor Juan Rosco Madruga y su esposa Luisa Téllez, que realizaron una magnífica labor. Fue declarada por la Junta de Extremadura en el año 1993 Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento Histórico-Artístico y financió dicho Organismo todo el estudio y la posterior restauración.

El proceso de la ruina de la basílica de Santa Lucía, como el de tantos edificios, procedía de la desamortización de Mendizábal. Está situada en un paraje a unos tres kilómetros de Alcuéscar en la comarca de Montánchez Tamuja.

Algunas fuentes datan su construcción de mediados del siglo VII, antes del fin del reino godo en España y otros señalan que es del siglo VIII al tener influencias mozárabes. Se edificó con materiales que procedían de construcciones de época romana y prerromana, ya que parte de los sillares contienen inscripciones de época romana.

Ha tenido un proceso de investigación y restauración arduo y complicado durante varias campañas arqueológicas entre 1984 y 1990 realizadas por Juan Rosco y Caballero Zoreda.

En la actualidad, se puede apreciar una iglesia monacal visigoda, única en todo el mundo. Presenta dos partes muy diferenciadas, una primera que engloba la cabecera triabsidal y el crucero que son de época hispanovisigoda. Esta cabecera está construida con sillería escuadrada de enormes sillares. Tiene una sola nave, un amplio crucero y una cabecera triabsidal. Todo cubierto con bóvedas de cañón con perfil de herradura. La bóveda del crucero descansa sobre doce columnas monolíticas con seis arcos transversales de herradura.

El cuerpo de la iglesia que entronca con esta parte citada es bajomedieval, de los siglos XIV o XV. Se trata de una sola nave amplia, con arcos fajones apuntados que soportarían una techumbre a dos aguas.

Junto a la Basílica debieron de existir otras construcciones que integraban el complejo del monasterio pero hoy apenas quedan restos.

Se conservan pocas edificaciones religiosas de la arquitectura de la España visigoda, destacando San Juan de Baños (Palencia), Santa Comba de Bande (Orense) y San Pedro de la Nave (Zamora).

Muy cerca de la Basílica de Santa Lucía se ha erigido un Centro de Interpretación, edificio demasiado moderno que en mi modesta opinión se ha podido construir con materiales más discretos y más en consonancia con el entorno. También podemos apreciar el Manantial del Trampal en un entorno natural de naranjos de gran belleza.

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