EL VIEJO TEATRO DE LA CALLE PEÑA PASÓ A LLAMARSE TEATRO PRINCIPAL EN 1885 DEBIDO A SU VETERANÍA, SEGÚN RECOGE EL LIBRO «EL TEATRO EN CÁCERES. ARCHIVOS Y DOCUMENTACIÓN», PUBLICADO POR EL CRONISTA OFICIAL JIMÉNEZ BERROCAL Y DAVID NARGANES
El que fue joya arquitectónica del siglo XIX, el Teatro Principal, el primer teatro que tuvo la ciudad de Cáceres, ha pasado al fin a manos del ayuntamiento. Es una gran noticia porque aunque ahora las cosas no anden suficientemente boyantes como para poder rehabilitarlo sí es el comienzo de una esperanza. La Comisión de Urbanismo dio el martes luz verde a la recuperación definitiva de la titularidad del edificio, situado en la plaza de las Canterías, propiedad de los hermanos Alonso, a cambio de una permuta en la calle Reyes Huertas.
Los trámites para recuperar el Teatro Principal se remontan a la legislatura de José María Saponi cuando en 2004 los concejales socialistas Carmen Heras, Miguel Hurtado y Francisco Acedo comienzan a trabajar en su reclamación. Posteriormente, siendo Heras alcaldesa, la iniciativa de la permuta se incluye en el Plan General Municipal y es ahora, durante el mandato de Elena Nevado, cuando ve definitivamente sus frutos.
El Teatro Principal –porque desde el martes lo recoge la ley–, deberá destinarse a equipamiento cultural. Eso sí, primero se tiene que recepcionar y decidir cómo acometer su reforma porque el edificio se encuentra en una situación de importante deterioro. De momento, el equipo de gobierno no ha adoptado una determinación sobre qué hacer con este espacio que el 5 de diciembre de 1798 promueve Ventura Carlés y Busquet, comerciante de origen catalán, que pidió al ayuntamiento edificar a sus expensas en casas de su propiedad, situadas en las calles de Peña y de Los Peces (hoy plazuela de Las Canterías), un patio de comedias y el privilegio de que nadie más pudiese fabricar otro análogo.
Como era persona adinerada (su familia se conocía en Cáceres como Los Catalanes) ofrecía mayores garantías de que la empresa saldría adelante, y se accedió a lo que solicitaba. En noviembre de 1801 se terminaron las obras, presentando el teatro un aspecto no sólo decente sino hasta lujoso, dadas las exigencias de los espectadores de aquellos días y las necesidades de la escena, según relataba ayer a este periódico Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de la ciudad de Cáceres.
La inauguración
El primero de junio de 1802 tuvo lugar la inauguración del nuevo teatro. Se representaron dos joyas de la literatura dramática nacional: «El desdén con el desdén», de Moreto, y «La casa de tócame Roque», de Ramón de la Cruz, bailando, a decir por las crónicas de la época que recoge Publio Hurtado, «entre comedia y sainete unas boleras por La Nena del Arahal y El Currinche de los Tufos, con tal gallardía, ligazón de pasos, trenzados, eglisas, mudanzas y vueltas de pecho, al repiqueteo de alegres castañuelas, que no las hubiesen bailado mejor la célebre Caramba ni el mismísimo Antón Boliche, supuesto inventor del bolero». Este teatro, el primero en un local creado para tal fin en la ciudad, permaneció sin nombre concreto hasta 1885, año en que abrió sus puertas el siguiente teatro, que se denominó «Variedades»; ante esta competencia el ya viejo teatro de la calle Peña pasó a llamarse teatro Principal debido a su veteranía, según recoge el libro «El Teatro en Cáceres. Archivos y Documentación», publicado por EL cronista oficial Jiménez Berrocal y David Narganes.
Por el Teatro Principal desfilaron cientos de compañías hasta que en 1923 lo compró Pedro Segura Sáenz, el que fuera obispo de Coria, fundador de El Periódico Extremadura y posterior cardenal primado de España. El prelado lo transformó en una sala de proyecciones y posteriormente, a partir de la década de los 0, sirvió como sede de la célebre Panadería de La Romualda –que cuando llegaba San Blas pasaba las noches enteras haciendo roscas y las vendía por miles–.
El Principal presenta a día de hoy un estado deplorable, con espacios del antiguo teatro que ya se han perdido para siempre como las bóvedas de la entrada a camerinos por la plaza de Canterías o una parte importante de las cubiertas derruidas de lo que fueron el patio de butacas y el escenario, hechas con travesaños de madera. También peligra el arco de la embocadura del escenario. Cáceres tiene ahora en su mano navegar a contracorriente de esas ciudades que abren Zaras en viejos cines y teatros para demostrar que aquí sí somos capaces de subir el telón.
Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/ – Miguel Ángel Muñoz Rubio