POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Ya hace años que las músicas veraniegas y las diversas actuaciones musicales que de vez en cuando se realizaban en la hermosísima Plaza de la Villa de Arévalo se unificaron y refundieron en un ciclo que, en memoria del marco de su celebración, le dieron el evocador nombre de “Veladas Musicales de la Villa”, y que acoge desde el principio los más diversos estilos y ritmos. Ya hace tiempo que también tomó carta de naturaleza siendo una actividad veraniega muy esperada y que tiene su público, y no poco. Siempre que he podido he asistido a esos actos y he realizado una reseña para estas páginas. Pero ahora quiero fijarme en otros aspectos que me gusta resaltar, además del puramente musical, un poco más desde los gustos personales y sentimientos con nuestras raíces, nuestras músicas y nuestros ritmos.
También debo manifestar que no toda la música, o no todos los intérpretes han sido de mi agrado, cada uno tiene sus debilidades y gustos. Pero todos han tenido su público, por lo que esta actividad adquiere una dimensión amplia y variada para ofrecer al público arevalense y visitantes unas noches musicales de asueto y de entretenimiento con la música como protagonista. Si a esto añadimos el marco espectacular y monumental de la plaza, el corazón del Arévalo histórico, comprendemos la cantidad de intérpretes que han manifestado su sorpresa al encontrarse actuando en este marco tan hermoso, el mejor escenario de la ciudad para este tipo de actuaciones, y de otras.
Pero hoy quiero detenerme especialmente en algunas de las actuaciones, en alguno de los géneros musicales que han pasado por aquí, que siendo diversos los de las distintas formaciones musicales, hay para todos los gustos…
Así recuerdo con especial admiración a una serie de intérpretes, como a una cantante de música castellana, la nuestra, María Salgado, que ha bebido en las fuentes musicales tradicionales y en el emblema del folklore castellano, Agapito Marazuela y su cancionero, con recreaciones bellísimas, tanto que encandilaban nuestras raíces. O recientemente Vanesa Muela que con sus instrumentos de percusión tan elementales consigue unos ritmos, unas resonancias ancestrales y unas creaciones bellísimas, los instrumentos pobres de la tradición que resultan ser grandes y extraordinarios, que llegan a los adentros con nuestros ritmos de fandangos y seguidillas castellanas, entre otros…
Por esas mismas circunstancias y motivos, aunque no siempre ha sido dentro del marco de las veladas musicales de la villa, son también esas otras actuaciones en el mismo escenario de la Plaza de la Villa, del mismo estilo de música tradicional, la excelente actuación deThe Folkbrass, orquestina, música fusión de nuestra dulzaina tradicional con instrumentos de viento, unión que nos ofrece unas armonías tradicionales con un componente de modernidad. Yo creo que ese es uno de los motivos del porqué hoy esta música nuestra tiene tantos seguidores y extraordinarios intérpretes. Es el futuro de lo nuestro actualizado que además llega al público con fuerza y frescura nuevas.
Algo parecido ocurrió el año pasado con ese I Certamen de Dulzaina y tamboril “Ciudad de Arévalo”, con varias agrupaciones de dulzaineros, que este año la epidemia del covi no ha permitido celebrar, pero que fue gran un inicio que deberá repetirse a poco que recuperemos la normalidad, promovido por Armusinme dulzaineros.
Viendo esta plaza con un público fiel nos recordó otra actuación histórica, la de Nuevo Mester en las ferias del 19 en la que fueron capaces de atraer la gran afluencia nunca vista en esta plaza, en uno de esos conciertos multitudinarios de su aniversario. La histórica y escénica Plaza de la Villa de Arévalo, el gran escenario de tantos actos, musicales y teatrales, u lugar mágico para a música por su resonancia… también.
Por cierto, no se pierdan estos días la exposición “Colores de un pueblo”, de pintores de Fuentes de Año en la sala de la Casa del Concejo.