POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En Israel, hace unos años, a orillas del mar de Galilea, visité Cafarnaúm; significa pueblo de Nahum, profeta menor que escribió uno de los libros del Antiguo Testamento. La primera vez que leí la palabra cafarnaúm, como adjetivo, fue en “El cuaderno gris”, de mi admirado Josep Pla. En su diario, el 16 de marzo de 1918, habla de Balaguer, del juzgado municipal, y de un “cafarnaúm judicial”, en referencia al montón de papeles y libros que vio sobre la mesa de este escribano del juzgado, como sinónimo de maremágnum, aunque no existe cafarnaúm en la RAE. En cambio “Cafarnaúm”, creo que con esa acepción, es el título de una de las mejores películas del año, hiperrealista, con un mensaje de esperanza, no premiada con los Oscar en beneficio de “Roma”, y tan buena como “Cold war”, las tres de lengua extranjera, mucho mejores que la triunfadora y regularcilla “Green book”.
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