POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
No, no… «Per endi p´allá» no es ningún puerto pesquero ni un centro comercial, ni un restaurante de costa asturiana…No caigamos en el error, como así lo escuché a unas turistas madrileñas, de afirmar que «las merluzas del Pincho son las que se pescan en ese pueblo de Cudillero».
Decir «per endi p´allá», en Asturias, es lo mismo que decir «por ahí para allá»; o, puestos en plan autonómico, «de pasau el Puertu» (el puerto Pajares, claro está).
Miren ustedes.
En nuestra costa asturiana (y en toda la costa cantábrica), en tiempo de primavera- verano-inicio de otoño tiene lugar la «costera del calamar»; ese molusco cefalópodo «de buena tinta» y sabor exquisito, que se captura «a potera». Los científicos lo denominan Loligo vulgaris Lamk. y pertenece al orden téutidos, suborden Lamarck.
Es marisco muy solicitado y su precio «tira a lo alto».
Las piezas de tamaño pequeño se las dice chipirones en Asturias, y en Cantabria muganos.
Pero nuestro mar Cantábrico «ye un marín» si lo comparamos con los grandes océanos y mares que bañan las costas de nuestro planeta. Y Asturias «ye un puntín» comparada con las grandes superficies de continentes. Entenderán, por tanto, que en otros mares y en otras costas muy distintas a las nuestras existan también «otros calamares», que, dentro del orden téutidos, pertenezcan a otros subórdenes como pueden ser los Loligo farbesi o los LOLIGO GAHI ORBIGNY, también denominados Loligo patagonicus y vulgarmente «calamar patagónico».
Este calamar se encuentra muy abundante en las costas del cono sur de Suramérica; bien el Pacífico sureste (Perú, Chile) y en el Atlántico suroeste (especialmente en la Patagonia argentina).
Su pesca, muy acentuada en estos últimos años, supone un gran mercado de exportación con destinos a Japón, Italia y España. Se exportan como «congelados» y su precio, tal como están hoy las cosas, es muy asequible.
Insisto: estos calamarinos tipo chipirón no son idénticos en forma (las aletas, por ejemplo, son romboidales) a los nuestros del Cantábrico (las aletas son triangulares); pero, si bien descongelados y bien preparados, están pero que muy sabrosos.
Yo los preparé así:
Una vez descongelados les eliminé «la pluma» y el tripeo interior, los lavé e introduje los tentáculos de su cabeza en el «interior del tubo» o cuerpo del calamarín.
Bien escurridos y secos (con papel absorbente), los enhariné con una mezcla de harina de trigo (75 %) y harina de garbanzos (25 %).
Ya bien rebozados, los freí en aceite de oliva virgen (de Monterrubio de la Serena, por supuesto), y los presenté en fuente sobre un lecho de rodajitas de tomate y hojas de lechuga.
Amigos míos.
¿Qué más puedo pedir?
Si frecuento San Vicente de la Barquera para comer rabas y navajas; si voy a Galicia para disfrutar con el «polbo a feira», si viajo a León para deleitarme con sus callos de buen tamaño y mejor picante…. estoy pensando en visitar la Patagonia para gozar in situ con sus calamarinos.
A ver si el IMSERSO organiza algún viaje «per endi p´allá».