POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
No es Coppola el árbitro de la elegancia, no se compadece con Petronio, vivieron lejos en el tiempo, dos mil años, y en el espacio, uno nació en Detroit otro en Marsella, aunque los hilvane Italia. Sostengo que Coppola no estrenó prenda alguna para recibir el “Princesa” de las Artes; traje no, desde luego, le quedaba estrecho y corto, zapatos tampoco, usó los gastados mocasines del avión, que calza con facilidad al final del viaje, aunque se le hinchen los pies; tampoco los calcetines que exhibía parecían de estrena, sino comprados en los sesenta en la Tate, tras una exposición de Mondrian. Dijo Coppola que desde el cine carece de poder para acabar con la indignidad y la injusticia, y se asocia con Sancho Panza, conforme con que no lo manteen y azoten como al Quijote y dispuesto a comer bien; sin embargo, verás cómo pone de moda los calcetines de escaques.
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