POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
El miércoles de ceniza, cuando el Carnaval toca a su fin, existía una costumbre, en la localidad, que según algunos vecinos, se remonta al siglo XIX. Consistía en vestir dos muñecos, rellenarlos de paja, hombre y mujer, agricultor y mulo…, que eran colgados en alto, con una cuerda que atravesaba la calle.
A la caída de la tarde, del martes se colocaban “los muñecos” -también llamados “miércoles”- en la calle y permanecían colgados durante toda la noche, hasta el anochecer del día siguiente, miércoles de ceniza. En algunas calles colocaban, unos cencerros, junto a los “miércoles”, atados a una larga cuerda, que mayores o niños al tirar los hacían sonar.
Llegado el anochecer del miércoles de ceniza, se descolgaban los muñecos y eran apaleados hasta destrozarlos completamente, y se les echaba al fuego, de una lumbre encendida con este fin, lógicamente, se consumían de forma rápida.
Este rito simbolizaba la entrada de la Cuaresma, en donde nos alejamos de la parte mundana del placer y diversión, especialmente en tiempos de carnavales, para entrar en el sacrificio y la oración. Era conocido como “Burla de los miércoles”.
En la vecina localidad de Puente de Génave, he visto numerosos “muñecos” colocados y colgados en distintas calles de la localidad. Eva, concejala de Cultura, nos indica:” La Asociación de Mujeres y el Centro Guadalinfo, junto a otras asociaciones colaboran vistiendo distintos muñecos, que llamamos, “El Pelele”. Aquí, el miércoles, tras el correspondiente manteo, los distintos “peleles”, son arrojados al río. Cuidamos el material, el relleno de paja, que utilizamos para que no contamine el río, y sacamos los restos de ropa, que puedan quedan entre la maleza.
En otro lugar de la provincia de Jaén, Larva, la alcaldesa, indicaba como han recuperado esta tradición y convocan un concurso, entre los distintos barrios o entidades culturales para que “vistan los muñecos”, generalmente no los cuelgan. En la noche del miércoles de ceniza se hace una gran lumbre en la Plaza, se llevan los muñecos para ser apaleados y quemados. El Jurado entrega los premios y se ofrece a los visitantes un chocolate y otros productos típicos para esta noche.
En nuestra localidad, Villanueva, en la calle Platería, calle recóndita, estrecha, situada en la zona antigua de la localidad, Juana, Amelia y Rosa mantuvieron la tradición de colgar los muñecos, para luego apalearlos, sin llegar a quemarlos. Los motivos para no hacerlo era que al ser una calle estrecha, podrían causar algún incendio, ya que las “ramonizas” de olivo, tienen un fuego alto.
Siempre solían vestir una pareja, con distintas ropas viejas, a veces les ponían una careta de las “mascaras”, boina, peluca, un cigarro; a la mujer enaguas, un sujetador, un mandil. En algún momento vistieron solamente un muñeco, representando un hombre. A una vecina se le ocurrió además del cigarro, colocar un rojo pimiento en la entrepierna.
Cuando estaban ya dando los últimos toques para atarlo a los dos balcones, un señor, de buen aspecto y educado, se acercó a ellas indicándoles que le agradaba esta tradición, dando nombre al muñeco que había y al de la mujer que faltaba. Les hizo la observación que era una fiesta religiosa, por lo que el sacerdote, que vivía a unos pasos podría “regañarles”.
Les faltó tiempo para retirar el pimiento del sitio determinado. Los niños de la calle y vecinas, se convertían en protagonistas, ya los esperaban a la salida del colegio, para regalarles unos caramelos, descolgar los “miércoles” y con una vieja manta, mantearlos, y también a los niños y algún mayor. En uno de los balcones, colgaban un cencerro, que los niños hacían sonar indistintamente. La muerte de un familiar, en fechas cercanas al “miércoles”, fue el principal motivo para que abandonasen esta tradición.
En la calle Úbeda, nos recuerda Lola, como también celebraban esta fiesta, en los años cuarenta. Colgaban una pareja de “miércoles”, vestidos con ropas antiguas, o colchas, las caras pintadas o con máscara, la mujer con unas chapetas y los labios pintados. Junto a la hoguera, los vecinos jugaban al corro, generalmente disfrazados y se ofrecían los sabrosos dulces típicos del lugar, cocidos en el horno de José, al final de la calle.
Hace ya bastantes años vimos los últimos miércoles colgados en la calle Nueva. Calle, que siempre se ha distinguido por la valiosa colaboración de los vecinos en mantener nuestras tradiciones. En una de las cocheras de la calle, se reunían para “confeccionar los muñecos”, rellenarlos de paja, vestirlos, colgarlos… y en la noche del miércoles, los “descolgaban”, apaleaban y quemaban en la lumbre encendida con leñas y ramas de olivo. Después recuperaban fuerzas con unas migas o embutidos asados.
Estos vecinos se han distinguido por su originalidad y creatividad para vestir una cruz, en los primeros días de mayo. En estos ´últimos años han cesado en estas actividades. Escasas son las fotos de estos momentos, que hemos podido recuperar gracias a Pedro Guijarro.
El fuego, el agua son elementos utilizados para la purificación del hombre, dejar la vida de placeres y vivir con religiosidad los momentos venideros de la Pasión de Cristo.
Desde la Corporación, Concejalía de Cultura y el técnico de Cultura se pretende recuperar la tradición de los miércoles. Ya hay distintas calles, que han pedido poder colgar los muñecos y quemarlos en la noche del miércoles el próximo día uno de marzo. Premiarán con 100 euros y diploma a la pareja de “miércoles”, más originales.
Espero que esta tradición, que marcaba el ritmo de nuestra vida, continúe celebrándose, y que los mayores nos sigan contando sus vivencias y que sepamos recoger, también de manera gráfica, la tradición de “La burla de los Miércoles”, o “Los miércoles”.