POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Es la fiesta de la calle Cantarerías, que se celebra casi siempre a finales de mayo, y que por motivos de la Romería de la Virgen de la Fuensanta a Gútar, el pasado uno de junio, se ha retrasado una semana.
Esta calle es llamada también calle del “Padre Eterno” gracias a la celebración de la fiesta de la Ascensión de Jesús que tiene lugar a los cuarenta días del Domingo de Resurrección, y que reúne, año tras año, a todos los villanovenses que participan de la hospitalidad de sus vecinos y de los numerosos jóvenes que han sido capaces de mantener la tradición, aunque las mujeres tienen una destacadísima importancia con su capacidad organizativa.
Esta fiesta y devoción se remonta a siglos atrás. Francisco Ruiz Feo, vecino de la villa, declara que es poseedor de unas casas en la calle Cantarerías, en cuya pared está el cuadro de “la subida a los cielos”, y están linderas por la parte de arriba con casas de Juan Fernández Navazo y por la de abajo con casas de herederos de Juan Molina. El documento es muy interesante ya que sitúa la fiesta con anterioridad a 1776.
¿Cómo surgió esta devoción? Hasta mí han llegado dos versiones de tradición oral, escuchada a los mayores de la calle.
La primera dice: “Vivían unos viejos de edad avanzada en la casa donde hoy se ubica la hornacina. Tenían una sola hija con vocación religiosa, que hizo en una habitación de la planta baja de la casa un pequeño altar con el cuadro de la Ascensión. Lo adornaba con flores y cada año en esta festividad rezaba el rosario. Cierto día escuchó una voz que le decía » Cuida de tus padres, cuando mueras ingresarás en un convento y a este cuadro se le dará culto aquí”.
La segunda versión nos cuenta lo siguiente: “Era esta casa propiedad de la familia Campiña. La hija que barría el portal de la casa perdió una aguja que se le cayó al suelo. Cuando fue a recogerla observó un pequeño agujero por el que se veía el Purgatorio. Allí contempló a su padre con mil penalidades. La joven se confesó y le aconsejaron que hiciese allí una pequeña capilla.
En el año 1982, y por una remodelación necesaria, a la hora de construir una nueva vivienda, el propietario optó por hacer un nuevo trazado de la capilla con un diseño acorde con los tiempos en que estamos. Menos mal que se respetó el cuadro y la tradición, en caso contrario tendríamos que buscar culpables, por la falta de respeto al patrimonio de un pueblo. Otras hornacinas ya están en el olvido.
El cuadro fue pintado por José Luis Nula López en el año 1942, sustituye al anterior, quemado en la contienda civil. Se ve la Ascensión de Jesús , mientras los apóstoles la contemplan. La imagen de Jesús es una copia de la escuela italiana de Bartolomé de Llaporta, que está en el palacio de Pitti en Florencia. El encargo a José Luis se lo hizo el que era Presidente de la Hermandad, Sebastián Peña Baldán, que insistió para que se reprodujera la figura de María Magdalena.
Hubo una vieja y pequeña campana que estuvo un tiempo desaparecida y afortunadamente se ha recuperado y su repique suena cada festividad.
Los cohetes vienen anunciando durante varios días, siete, el rezo del Santo Rosario en el altar que se construye ante el cuadro.
Para la noche del día ocho la verbena popular con la actuación del grupo “Manigua”, el alumbrado especial de la calle para estos días, los clásicos chiringuitos que instalan las Cofradías de Semana Santa, los churros , el paseo y encuentro y saludos de los numerosos visitantes.
El domingo la celebración de la Eucaristía, con el acompañamiento musical del Coro Parroquial, en donde las oraciones, peticiones y recuerdo a los que partieron a la eternidad, congrega a todos los vecinos de esta calle, de las contiguas y de numerosos fieles que con su presencia, manifiestan su apoyo a esta fiesta a esta tradición.