POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Esta mañana me he llevado una gran sorpresa. En el centro del patio de columnas del Ayuntamiento de mi localidad, encima de una mesa tallada de gran filigrana, se ha colocado un pequeño altar con la imagen de la Virgen de la Candelaria.
Sobre una tela rosa, cubierta de romero, la imagen con manto azul. Cuentan que, el sacristán Tomás Peña, logró rescatar la cabeza, cuando quemaron otras imágenes en plena guerra civil. Encargó él mismo, a un escultor le tallara el cuerpo y manos y así ha llegado hasta nuestros días.
En un atril a la derecha de la imagen un pergamino se cuenta la historia y tradición de la imagen, más una vieja foto de la procesión de los años 60. Es el principio para recuperar esta vieja tradición.
La festividad de la Virgen de la Candelaria o Purificación de Nuestra Señora, aparece ya en el Catastro de Ensenada del año 1752, así como el gasto que se hacía de cera.
En los años 60, se encendía luminarias, la noche anterior, algo que sigue haciéndose. El día 2 era la toma de posesión de los nuevos concejales del Ayuntamiento. Toda la corporación en procesión con velas encendidas y acompañada de señoras vestidas de negro, caminaban hasta la parroquia, acompañando a la imagen.
Portaban las andas varias mujeres devotas de la localidad, sobre el suelo del pequeño trono, en una jaula, se colocaban dos pichones. En numerosas ocasiones asistía la Banda Municipal de Música. Ya en la Iglesia se le entregaba a cada persona una rama de romero. Una vez finalizada la Eucaristía, se quemaba el romero y las cenizas, se guardaban para el miércoles de ceniza, según nos cuenta uno de los sacristanes, Juan Ángel.
En la noche del día 2, en varias calles y especialmente en la ermita de San Blas, se queman grandes lumbres, con las ramas de olivo. El día 3 San Blas, suben todos los vecinos a la ermita para pasarse una garrota por la garganta, mientras se reza un Padre Nuestro. Por la tarde se celebra una Eucaristía en la ermita y se reparten las clásicas rosquillas de San Blas, para a continuación celebrar una procesión por todo el Barrio.
Viejas tradiciones que se recuperan o mantienen para no perder la esencia de nuestras costumbres y raíces.