CALLAS FOR EVER (LA CALLAS PARA SIEMPRE)
May 07 2024

POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (AVILA)

Dentro de unos días se cumplirá el año en que vimos en nuestra ciudad por vez primera una ópera con voces y música en directo, en el escenario del Castilla, fue el día de Las Angustias del pasado año. Y fue un acontecimiento para nuestra ciudad, la obra Tosca de Puccini, que gustó mucho y fue muy aplaudida.

Poco menos de un año después, el pasado 6 de enero, en el mismo escenario del arevalense Teatro Castilla, otro espectáculo volvió a recordarme tantas cosas de la música… fue el “Casta diva” con las voces de la Camerata Lírica de España, que cantaron arias y otras composiciones modernas famosas y muy conocidas del público.

La verdad es que este Cronista que escribe no entiende casi nada de ópera, y sin embargo conozco y me suenan muchas arias de diversas obras, aunque a veces confunda su nombre. Es una mínima cultura musical del “bell canto” o dicho en castellano, canto bello.

Salimos del Teatro y casualmente me encuentro en casa una película en Tv, “Callas forever” la película de Zeffirelli, preciosa, que esa noche me hizo trasnochar. Y recordar, entre otras obras famosas, esa recreación de Carmen, con su sello especial, en una película que por unos momentos la devolvieron al amor, al canto, a su vida de diva de la ópera. una magnífica interpretación de Fanny Ardant y Jeremy Irons…

No podía ser casual que en un mismo día, y un mismo tema, que me atrae e incluso me impacta, se conjugaran, quizás para hacerme profundizar en un tema tan desconocido y al mismo tiempo tan atrayente. No se muy bien porqué siendo difícil aguantar una obra completa de ópera, y sin embargo, algunas partes te pueden hacer vibrar y de qué manera.

Ineludiblemente recordé también otra experiencia operística, “Master Class”, la comedia trágica musical, una obra de teatro, también llevada al cine, de la última época de Callas dando clases magistrales de canto en su retiro neoyorquino, en 1977. Cuando la vi descubrí a María Callas, en sus momentos dramáticos de su senectud, en su lucha por perpetuarse como la gran divide la ópera, intentar su continuidad y la dureza de carácter agudizada por sus momentos finales. Como ella decía a sus alumnos con ira despótica, “Nadie tiene ese “algo especial”, ¡así que trabájenselo!… Fue esta una obra que al verla, me llamó poderosamente la atención…

Ya ven amigos lectores, hoy va del canto bello, o como dicen los italianos del “bel canto”, una afición que no sé de dónde puede venir, porque yo me crie en una pequeña ciudad de provincias que nunca había tenido este tipo de espectáculos, que luego fui a Madrid a estudiar y después trabajar y aunque tenía mucha curiosidad, nunca se me cuajó acudir al Teatro Real a ver alguna de estas obras, siempre estaba copado por los abonados y el público, que era más que el aforo.

Pero quizás, si pueda recordar de dónde me viene esta afición musical. Fue también en Madrid, en mis años de estudiante en los Salesianos de Atocha. Yo estaba interno como muchos chicos que procedían de diversos partes de España, muchos de ellos asturianos, porque las diversas fábricas de allí, los astilleros, Ensidesa o Endasa de Avilés, o la fábrica de armas de Trubia, o zonas mineras, pagaban los estudios de alguno de sus hijos. Aquello era como la Onu a nivel peninsular. Era un colegio bastante grande, y los externos éramos la mayoría, los más pequeños, como tenían guardapolvos blanco, pues eran “los palomos” y ellos a nosotros los “bollullos”… cosas de entonces. Era impresionante ver aquel patio con los 1.200 alumnos en recreo, los palomos y los Bollullos todos al revoltijo tapizando de chavales aquel enorme patio interior del gran colegio. Los mayores, no tan niños, porque había alumnos de maestría industrial, por tanto había tíos de 18 y 20 años

Pues los internos, los domingos por la mañana recorríamos Madrid con profesores o tutores, vi entonces casi todos los museos. Y por la tarde, había algunos entretenimientos, para los que no tenían visita, ente ellos un aula de música en la que, por cierto, éramos pocos. Allí un profesor salesiano nos ponía música clásica. Desde entonces, sin conocer títulos ni obras, me suenan tantas músicas…

Pues si aquello ha servido para despertar en mí un cierto regusto por la música clásica, pues bienvenido sea.

FUENTE: R.G.S.

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