POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA).
A principios del siglo XVIII, lo que con anterioridad se le llamaba «Vereda de la Acequia Mayor» y más cerca del poblado tardo romano, «Vereda del Pocico y del Aljibe», se le denominó con el nombre de «Calle Jardines», siendo rotulada por orden del Alcalde Francisco Yepes Montoro y bendecida por el párroco Juan Pay Pérez en el año 1743.
Dicha calle Jardines fue santo y seña del ambiente cultural del pueblo ya que en ella estaban ubicadas todas, o casi todas, las Escuelas Nacionales de nuestro pueblo.
Nuestros antepasados le pusieron el nombre de calle Jardines porque los bordes del cauce de la acequia Mayor siempre estaban engalanados con flores que nacían y crecían según las épocas del año, dada la humedad permanente de los testeros de la acequia.
Tan era así que quienes no tuvieran flores en sus huertas podían proveerse de ellas en las orillas de la acequia. Sí, flores frescas y hermosas. ¡¡Una maravilla de la Naturaleza!! Además, los primeros moradores de dichas viviendas, engalanaban sus balcones y ventanas con macetas de flores variopintas, así como varios olorosos jazmineros.
Esta calle, que nacía en la parte sur de la Plaza Mayor, a la que se accedía por unas escalinatas o hijuela desde la plaza en los predios de las familias Tomás y Valiente, fue lugar de eruditos ya que, además de las Escuelas, vivían varios maestros, entre ellos la familia Molina y la familia Carrillo y Valiente, así como el maestro molinense Bienvenido Campoy. De ahí que, a esta calle también se le bautizó, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como «El Callejón de las Escuelas» y «El Callejón de los Maestros».
Esta calle Jardines avanzaba en sentido inverso al de la corriente de la Acequia Mayor, hasta llegar al paraje del Henchidor, en cuya acequia se efectuaba el baño de la Santa Cruz.
Sin embargo, en el año 1937, siendo alcalde José Abenza López, dicha Calle Jardines fue rotulada con los nombres de «Placeta de Federico García Lorca” todo lo que era la replaceta de las escuelas, en homenaje al ilustre escritor y liberal granadino, y, el resto, hasta «el huerto grande», el nombre de «Calle de Don José Alegría”, ilustre poeta, escritor, crítico literario y político liberal.
Pero, como casi siempre ocurre, un cambio en la política nacional, condicionó a los miembros del Consistorio a que nada más acabar la contienda civil española se cambiara el nombre de Calle Jardines”, en todo su trayecto, por la actual «Calle de Calvo Sotelo”.
Las Escuelas siguieron en la calle Calvo Sotelo, durante más de 20 años. También vivieron algunos maestros tales como Domingo Susarte, Carmen Molina, Bienvenido Campoy, Emilio Carrillo y Felipe Carrillo. Antonio Martínez Ruíz y Víctor Martínez del Castillo, vivieron en el callejón de la Bodega, hoy «Calle Binondo». Todo esto, claro está, hasta que se inauguró el nuevo grupo escolar y las casas de los maestros, en los terrenos donados por el Conde Heredia Spínola al Ayuntamiento.
La calle «Calvo Sotelo”, bordea a la Acequia Mayor ahora totalmente cubierta, hasta bien adentrado el paraje del Henchidor; donde se ha instalado un modesto parque infantil, dejando a la izquierda el célebre Templete en donde se sigue bañando el Lignun Cruci, todos los días tres de mayo de cada año.
En este lugar de la Calle Calvo Sotelo, cuando se le denominaba Calle Jardines, justo a la altura de la confluencia con la Calle Ana Caicedo, el uleano José María Carrillo López y sus hijos Dámaso, Blas José, y Joaquín Carrillo Benavente, regentaban un taller de cerámica y otro de confección de objetos de esparto crudo, para revestir los cántaros, barreños, botijos, zafas, orzas y otros objetos de adorno. Por tal motivo, el vecino de Ulea y primo de José Maria, Federo Carrillo, al comprarle un botijo, le ofreció uno tan grande que le dijo: Primo, eso no es un botijo, eso es un botijón»… y con el apodo de «Botijones» se quedaron los cuatro. Todavía, los más ancianos del pueblo, recuerdan que no les llamaban por su nombre: «Todos eran botijones».
La calle Calvo Sotelo, es una umbría al principio y soleada desde su parte media, lugar en donde recibe la hijuela de la Plaza de la Constitución y da comienzo la calle Ana Caicedo.
Esta calle, desde hace varios años, está siendo punto de mira de Consistorios del Ayuntamiento que en varias legislaturas se propuso cambiarle de nombre, o recobrar el de «Calle Jardines». Las sugerencias no han prosperado y, en la actualidad, en sus placas figura el nombre de «Calle Calvo Sotelo”.
FUENTE: CRONISTA