POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Calle Quintana, Oviedo; sala de lo criminal. Hace medio siglo juzgaban a un reo por asesinato, pero el cadáver no aparecía; para remachar su defensa, el abogado dijo:
-En un momento, la persona que aquí se presume asesinada entrará en esta sala.
Miró hacia la puerta, todos se volvieron pero nadie entró, y el letrado concluyó:
-Que todos miraran con la expectativa de que compareciera la víctima indica sus dudas de que esté muerta; por eso han de considerar inocente al acusado; in dubio pro reo.
El jurado, sorprendido, se tomó un receso y deliberó en Casa Bango, entorno a unas perdices escabechadas, luego regresó y dio su veredicto:
-¡Culpable!
-¿Cómo? Todos ustedes miraron a la puerta, ¡abrigaban dudas! ¿Se atreven a condenar con duda?
Y el juez, mientras se sacaba un perdigón de la muela, aclaró:
-Sí, todos miramos hacia la puerta, excepto su cliente.
En fin, yo en Nochebuena miraré al Portal a ver si llega Jesús.