POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
Saint-Saëns, de esta forma, vuelve a su querida isla en una onírica y atemporal estancia, de la que ya no deberá no irse nunca.
La exposición, promovida por la Casa de Colón y en investigador Dionisio Rodríguez Suárez, ‘Camille Saint-Saëns en Gran Canaria’, constituye un auténtico hito reivindicativo de un personaje de talla mundial, que fue de enorme trascendencia en aquella Gran Canaria que, entre las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, buscaba una modernización y un progreso social y cultural, acorde al económico, que posibilitaba el nuevo gran puerto de La Luz, el aumento enorme del tráfico naval y la exportaciones e importaciones, así como un aumento demográfico significativo, en el que se integraban grupos humanos muy activos de muy diversas procedencias y culturas. Un reconocimiento a un músico e intelectual, que no estuvo en esta isla, en siete temporadas diferentes más o menos largas, como mero turista, que buscaba descanso o diversión, sino que se interesó por la cultura, la naturaleza, la prehistoria insular –algo que queda bien señalado en la muestra conmemorativa-, al tiempo que aquí creó algunas piezas muy sugerentes como ‘Campanas de Las Palmas’ o un ‘Vals Canario’, trabajó en diversas obras suyas e incluso ofreció recitales de piano, dirigió conciertos y no dudó en sentarse a los magníficos órganos de los templos de Teror y Guía. Pero, con todo, eso no fue lo más trascendente. Quizá lo fueran las ideas, el espíritu, que insufló y que dejó honda huella para la reflexión y el debate entre los círculos musicales, intelectuales y culturales grancanarios.
Una exposición con unos objetivos sustantivos que me traen a la memoria todo lo que, hace ya más de cuarenta años, me comentaba insistentemente el abogado e inolvidable Director de la Real Sociedad Económica, un auténtico ‘amigo del país’, Nicolás Díaz Saavedra de Morales, que estaba empeñado en rescatar y divulgar la memoria de este personaje tan trascendente para la isla, pues él mismo reconocía como los «…cambios generacionales, al implicar la inevitable desaparición de quienes en cada época han estado inmersos en el decurso de la vida de las ciudades, traen como secuela el que hechos, anécdotas, en resumen, vivencias, vayan desapareciendo en la sima del olvido…», lo que le llevó trabajar en una investigación, sobre documentos y «…con la ayuda de la memoria de muchos», que recogió, en 1985, en su libro ‘Saint-Saëns en Gran Canaria’, con la intensión, explicita, de «…fijar unos momentos de la historia de Las Palmas de Gran Canaria que se están diluyendo con la desaparición de quienes los han vivido más o menos cerca…». Una obra que, con sus valores y carencias, como se subrayó en la misma presentación de la exposición actual, era no sólo un primer acercamiento amplio al personaje y a lo que supuso en la isla la presencia y la actividad inquieta, amplia y variada de D. Camilo, sino incitar a nuevos estudios, a acciones culturales entorno al compositor francés y su vinculación isleña, a iniciativas como la que ahora, treinta y siete años después ha puesto en marcha la Casa de Colón.
Y este testimonio de Díaz Saavedra lo he recordado en innumerables ocasiones, a lo largo de muchos años, en uno de los rincones que más me gustan de las Casas Consistoriales, ese del pasillo principal, en la primera planta, donde cuelga y se conserva el magnífico retrato al óleo Saint-Saëns, que pintó el gran artista palmero Manuel González Méndez, por encargo del propio Ayuntamiento, con motivo de su nombramiento en el año 1900 como Hijo Adoptivo de la ciudad, y al tiempo se ven las torres catedralicias y, a determinadas horas, se escuchan sus campanas, esas mismas que, en aquella época, inspiraron al músico, como también al poeta Tomás Morales y al escritor Domingo Doreste Fray Lesco. Un lugar, una escenografía, que, una y otra vez, me ha sugerido ideas, reflexiones como la que ahora apunta esta exposición, que se ofrece como «…un homenaje al insigne músico e intelectual francés; que fue actor, interlocutor y colaborador en tantos asuntos importantes para el desarrollo del ‘fin du siècle’ insular…», como apunta su comisario Dionisio Rodríguez.
Una exposición magníficamente estructurada, sin sobrecargar innecesariamente el material expositivo, con un relato claro, directo, paso a paso por la vida y las estancias isleñas del inmortal artista. Una muestra que es una justa reivindicación del personaje, y al tiempo una oportunidad para situarle en el lugar destacado que le corresponde en la historia de Gran Canaria. Una actividad que tiene que ser aprovechada masivamente, y convertida en el gran hito cultural de estas Navidades en Las Palmas de Gran Canaria.
Saint-Saëns, de esta forma, vuelve a su querida isla en una onírica y atemporal estancia, de la que ya no deberá no irse nunca. Y es que como él mismo dijo, en una carta a Auguste Durand, fechada en la capital grancanaria el 24 de marzo de 1894 –que reproduce la exposición-, «…debería haberme ido, y estoy todavía aquí; uno no se va de una isla a su antojo, sobre todo cuando la dificultad material se complica con un secreto anhelo de no irse, porque siento que no encontraré tan pronto el reposo y la tranquilidad que disfruto aquí…». Entre todos, inspirados ahora en esta sustantiva exposición de la Casa de Colón, podremos hacer que Camille Saint-Saëns regrese para quedarse.
FUENTE: https://www.canarias7.es/opinion/firmas/camille-saintsaens-retorna-20221223215611-nt.html