REFLEXIÓN DEL CRONISTA ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS).
Escribiendo ésto en una terraza con vistas a la mar océana, ese Atlántico que acaricia una y otra vez nuestras recortadas costas de arenas y rocas basálticas, giro levemente la vista y te veo a ti, mi querido y siempre recordado Luis, sentado en tu terraza junto a la Barranquera, leyendo no sé qué. Tal vez a Góngora, Quevedo, Cernuda, Lorca o Machado; aunque yo que conocía tus gustos más íntimos, sé que tu preferido siempre fue el moguereño universal Juan Ramon Jiménez.
Deseando reseñar una sesgada biografía sobre el amigo entrañable y el admirado poeta busco en mi memoria fechas, vivencias, anécdotas y títulos de libros. Todo ello se agolpa en mi mente y sale a borbotones para quedar plasmado en la fina pantalla de un ordenador. ¡Oh, Luis! Perdona, pues tú te mereces la candidez y precisión de una pluma estilográfica sobre alba cuartilla…
A pesar de ser engendrado en nuestro Telde, viste la luz de tus días en la capital grancanaria, corría entonces el año de 1950; a mí me faltaba un lustro para nacer y, a pesar de nuestra diferencia de edad, siempre nos tuvimos un fraternal cariño, cargado de complicidad cultural. Fuiste faro y guía de mis titubeantes creaciones literarias, si por tal se pudieran juzgar éstas. Tu tío, mi profesor y también amigo, don Manuel Mayor Alonso, te ponía como ejemplo en sus clases de Literatura. Y todos queríamos parecernos a ese sobrino que hacía carrera universitaria, nada más y nada menos que en Salamanca (Roma la chica). Allí aprendiste Literatura Francesa, pues el idioma de los francos lo llevaste aprendido de Telde, en donde doña Lucía Jiménez, profesora del Colegio Labor y del San Gregorio, te lo enseñó con ahínco y soltura. Otro teldense, don Lucas Arencibia Gil, decía de ti que eras un francés nacido en medio del Atlántico. Tu exquisita educación y tu saber estar te hacían merecedor del título honorífico de Le Chevalier o si nuestros lectores lo desean, te calificaremos de Gentleman.
Alumno aventajado en las enseñanzas primarias que hiciste de manos de tu madre doña Nena Mayor y sus compañeros maestros, pasaste por las aulas de diferentes colegios (Colegio Labor, en Telde. Y Colegio de San Ignacio de Loyola o Jesuita, en Las Palmas de Gran Canaria) dejando tras de ti un halo de admiración y respeto, tanto a los ojos de tus condiscípulos como de tus profesores. Y lo mejor de todo es que tú nunca fuiste consciente de ello. Coloquialmente hablando, nunca fuiste un creído pues tu sapiencia te despojaba de toda soberbia haciendo de ti un ser humilde, sencillo y extremadamente manso. La vida no te trató bien del todo e hirió tu corazón clavándole alguna que otra espina. Herido de amor por los tuyos, fuiste desgranando sentimientos pasionales y altamente descriptivos verso a verso, conformando estrofas de indudable valor lírico. Tu obra contenida en varios libros es el jugo más sabroso que un alma sublime puede ofrecer como néctar agridulce. En tu haber tienes poemas que describen el paisaje isleño inmediato o la lontananza castellana. Así como los mejores recovecos intimistas del Ser Humano y sus huellas al pasar por esta vida terrena. Profundamente creyente te elevas cuan místico español del XVI y siguiendo la senda de Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y Fray Luis de León y del siglo XVII de la mejicana Sor Juana Inés de la Cruz o la soriana Sor María de Ágreda, nos llevas con paroxismo total a ver y sentir las grandezas del buen Dios.
Unas pinceladas para que el lector se acerque a tu obra son los poemarios, Llenaré de lunas tu equipaje, 1984; Únicamente el alba, 1987; Conversaciones con mi hijo; Sendas voces, 1993; Puerto de silencio, 1994; Agrimensores de la bruma1996; Las horas del ángel, 1997; Memoria del dolor, 1998. Completando estas magníficas aportaciones literarias con dos volúmenes más: El lugar del naufragio Náufrago muerto, 2012 y Canario cántico- Cántique canarien, 2013.
Entre todas sus composiciones literarias, he escogido la que a continuación muestro, a sabiendas que a él le hubiese gustado leerla en alta voz para todos ustedes.
Hubo una playa que sobre todas quise/ porque vi en ella remontar las cometas/ que desde el cielo caían en picado/ cuando un mal viento lograba derrotarlas./ Y vi la estela de los primeros jumbos/traspasando las nubes. Oí resoplar/ el mar en la entraña de los bufadores/ y escribí en la arena el nombre «Salinetas»./ Desde entonces, no he olvidado el alfabeto/ imprescindible de mi playa, ni el hoy/donde escondí mis sueños, ni la gran charca/ erizada de rumores y de sombras.
Ser humano poco propenso a homenajes y actos similares, supo agradecer los que recibió en vida, escribiendo excelsos versos, una y mil veces más. Aquí destacamos algunos de los muchos premios que le otorgaron.
Premio de Poesía del Gabinete Literario, 1993
XXI Premio del Concurso de Poesía San Lesmes Abad, Ayuntamiento de Burgos, 1994
Premio de Poesía Tomás Morales, 1994
Accésit del Premio de Poesía Ciudad de Las Palmas, 1996
En el 2015, la ciudad de tus antepasados y la tuya propia, Telde, deseando inmortalizarte junto a Julián, Saulo, Montiano, Patricio, Luis, Hilda y Fernando, todos grandes poetas como tú, te otorgó el honroso título de Hijo Adoptivo.
En 2018 se publicó la tan deseada Antología que tus lectores recibimos entre vítores y lágrimas. Hoy la seguimos releyendo con espíritu entregado y gratitud continuada.
¡Hasta siempre! Un abrazo inmensamente fraternal, para aquel cuyo espíritu inmortal descansa en el paraíso de los Justos, mecido por los más frescos alisios,