POR ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS).
Reflexión del cronista oficial de Telde, Antonio María González Padrón, licenciado en Geografía e Historia.
Recordando al el homenaje que organizó el Club de Leones de Telde el 29 de mayo de 1992 a este profesor
Este artículo ya fue publicado en La Hoja Popular Canaria, año 1992, nº 44 año V. Siendo director el siempre recordado periodista Don Sebastián López Rodríguez.
El próximo 29 de mayo, la sociedad teldense va a sentirse viva de nuevo. El Club de Leones de la Ciudad de los Faycanes ya nos tiene acostumbrados, tras años y años de meritoria labor y buen quehacer, a dar en el clavo cuando inicia algún proyecto. Recuerden si no, cuando sufragó aquellas unidades para la Cruz Roja o para nuestro inexistente, por entonces, servicios de bomberos.
El día 29 de mayo de 1992, será recordado por los teldenses porque siempre ha sido de bien nacidos ser agradecidos y, en Telde se hará justicia con un hombre, con un profesional de la enseñanza de la talla de Don Alejandro Dávila León, profesor, propietario y director de uno de los centros de enseñanza privada más prestigiosos de esta urbe, nos referimos claro está, a nuestro Colegio de El Labor.
Tiene Don Alejandro en la actualidad 77 años, este joven, nació el 26 de octubre de 1914 en la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Su familia vivía por entonces muy cerca del Muelle Viejo de Las Palmas, en la Calle Venegas y su padre era socio fundador -copropietario de la firma “Dávila Frère” – Dávila Hermanos-, dedicada a la exportación hortofrutícola.
De su vida, marcada por altibajos emocionales, debemos reseñar que con sólo seis años quedó huérfano, una gripe, llamada gripe europea o española de 1920 le arrebató a su progenitor. Esa muerte inesperada y traumática trae consigo la bancarrota familiar, el niño ve como las estrecheces económicas entran en su hogar. Ya no volverá a jugar en la finca familiar “El Paredón”, del término municipal de Telde. Los acreedores son muchos y tras una subasta pública se queda con ella Don Juan del Río.
Estudia en sus años párvulos y en su adolescencia en el Colegio Claretiano del “Corazón de María”, en su sede de Obispo Rabadán. Pero en 1931 pasa al Instituto de Las Palmas de Gran Canaria, concluidos sus estudios de Bachillerato, marcha a Madrid para ingresar en la facultad de Ciencias Químicas, alternando los estudios con el servicio militar. Pero he aquí que estando de permiso en Las Palmas de Gran Canaria, pues estaba aquejado de una pleuresía, estalla la Guerra Civil. Después de meses de convalecencia, se incorpora al ejército en el llamado Bando Nacional, en los primeros meses de 1937. No fue fácil para nuestro biografiado los años siguientes. Al ser Brigada de Complemento, le ascienden a Alférez y lo destinan primero al tristemente conocido Frente de Guadalajara y, algo más tarde, es enviado al Frente del Ebro, aquí cae herido y regresa a su ciudad natal, pero al recuperarse vuelve a la guerra, esta vez al Frente de Madrid. aún hoy recuerda que el 1 de abril de 1939 -fecha inolvidable para toda su generación- en la que termina la contienda fratricida, se encontraba en Moncloa.
En 1940, ya está Don Alejandro en La Laguna, alternando su vida militar y civil e intentando sacar algunas asignaturas de su carrera, truncada por la Guerra. Pero en 1942, aún sin titulación acreditativa, ya es profesor del recién creado colegio Labor de Telde. Esta institución privada de enseñanza primaria y secundaria se fundó como prolongación del ya señero Colegio de San Juan, que regentaba con gran prestigio el eximio e ilustre hijo de esta ciudad, el profesor Don Juan Cruz. El Colegio Labor venía a cubrir las deficiencias que en el campo de la enseñanza mantenía la Ciudad de Telde, desde que en 1836 se clausurara el Convento de San Francisco. La sede del nuevo colegio estaba en la calle Ruiz, exactamente en el lugar que actualmente ocupa el Colegio de María Auxiliadora. Allí permaneció hasta 1948 en que pasó a la Avenida de la Constitución, en donde hoy existe una placa que lo recuerda.
Don Alejandro tuvo que ausentarse desde 1943 a 1947, pues fue destinado a Vitoria (Álava) y de 1947 a 1949, época que pasó en Santa Cruz de Tenerife.
Ya en agosto de 1950, puede mostrar con orgullo su título de Licenciado en Ciencias Químicas. Aunque a él se le conocería más como profesor de matemáticas.
Los colegios El Labo,r en Los Llanos y Colegio San Gregorio (ambos en la ciudad de Telde), el Instituto de Agüimes y al final de su vida docente el Instituto Santa Teresa de Jesús de Las Palmas de Gran Canaria, serán testigos de una vida dedicada por entero a la docencia.
Todo ello es suficiente para que se le homenajee, pero hay otra parte oculta en D. Alejandro, su caballerosidad y su honorabilidad, dignas ambas de subirlas a un pedestal. En su Colegio Labor se educaron cientos de alumnos que alguien subvencionaba. Ese alguien era él mismo que daba consejos gratuitamente, buscaba trabajo a sus exalumnos y favorecía a tantas personas con sus cartas de recomendación. Ese alguien fue el impulsor de la Revista Labor, llamada más tarde Revista Telde. Ese alguien fue quien homenajeó al poeta Fernando González, en un acto académico sin parangón en nuestra querida ciudad. Ese alguien no es otro que Don Alejandro Dávila León. Para él las gracias más sentidas. Para él nuestro reconocimiento y admiración, para él nuestro afecto. Para él este homenaje del día 29 de mayo y también una calle y el título de Hijo Adoptivo, todo ello se lo merece.
Hasta aquí este artículo que ya cuenta con treinta y ocho años de vida y al que sólo hemos añadido algunas que otras puntualizaciones.
El tiempo pasa y la memoria nos puede jugar más de una mala pasada, pero por recordar, recordemos que todavía nuestros munícipes no le han otorgado el título de Hijo Adoptivo que prometieron en 1992.
Don Alejandro Dávila León falleció en su casa de Las Palmas el 11 de diciembre de 1997, después de haber entregado a la Casa Museo León y Castillo un importante legado compuesto, en gran parte, por las fichas higiénico-sanitarias que reflejan el historial médico de los cientos de alumnos que pasaron por las aulas del Colegio Labor.
El Atlántico que lo meció en sus primeras horas de vida, lo arrulló en el momento decisivo que su Alma Inmortal voló al encuentro con el Buen Dios.
FUENTE: https://teldeactualidad.com/art/153462/a-don-alejandro-davila-leon