POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Camino de perdición
Algún día coleccionaré películas donde quien las protagoniza, no necesariamente en la cárcel, sueña con escaparse, cruzar la frontera y entrar en México. México, desde hace siglos, es El Dorado, Samarcanda, Shangri-La, el País de Nunca Jamás, el Paraíso profano, donde pecar no perjudica la conciencia y se premia con la felicidad.
Pues bien, ayer, cerca de un sitio que yo sé y no desvelo porque luego todo se sabe, di con el Camín del Pecao, y me metí por él hasta el mar, con mi guitarra, como esos planetas errantes que no dependen de estrellas, sin ocasos ni amaneceres, cantando la serenata huasteca: “¡Oh, tierra del sol, suspiro por verte!”.
Dice el Marqués de Bradomín, en “Luces de bohemia”, de Valle Inclán: “Espero ser eterno por mis pecados”.