CAMINO LLANO, UNA CALLE POPULAR CACEREÑA QUE SE ABRE A LA VANGUARDIA • MUSEO HELGA DE ALVEAR. VECINOS Y COMERCIANTES ESPERAN QUE SU APERTURA MEJORE EL ENTORNO
Ago 23 2020

FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, CONSIDERA QUE LA APERTURA DEL NUEVO MUSEO Y LA CONEXIÓN ENTRE LAS CALLES CAMINO LLANO Y PIZARRO PUEDE BENEFICIAR Y MODERNIZAR LA ZONA

Es llamativo el contraste arquitectónico entre el museo y las viviendas. / JORGE REY

En arquitectura y arte se utiliza mucho el término dialogar. Dialogan materias y estructuras que establecen entre ellas un flujo de comunicación muy particular a pesar de ser muy distintas. En la calle Camino Llano, cacereña por definición, a la que alude la canción ‘El Redoble’ hay un diálogo curioso entre las blancas columnas del nuevo museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, pura vanguardia, y la arquitectura de barrio, funcionalista y sin demasiado encanto, de una vía que une la Plaza Marrón con el puente de San Francisco.

Hace un mes se dio a conocer el resultado de los cinco años de obras que configuran la segunda fase de un proyecto de la galerista alemana Helga de Alvear. Son 5.000 metros cuadrados, 8.000 si sumamos el jardín, que van a unir, como una bisagra, dos zonas de la ciudad. Durante 10 años, desde 2010 a 2020, la primera fase de la fundación ha estado operando en la calle Pizarro, un entorno lleno de locales de ocio y alojamientos turísticos que abre paso a la Parte Antigua.

La nueva zona edificada vuelca una buena parte de su estructura en Camino Llano. Entre sus vecinos y sus comerciantes sí que hay cierta sensación de espera, de que la apertura a final de año de este museo puede traer cosas buenas. La hostelería (hay varias taperías y algún bar de toda la vida), el comercio de proximidad, un par de librerías y varios establecimientos de servicios como Cacerescape Room o la empresa de ocio Papirola llenan esta calle, en donde todavía se conservan algunas casas tradicionales. La mayoría son edificios construidos en los 70 y los 80, tal y como precisa Fernando Jiménez Berrocal, el archivero municipal y cronista oficial de la ciudad, que considera que la apertura del nuevo museo y la conexión entre las calles Camino Llano y Pizarro puede beneficiar y modernizar la zona.

En su dibujo de cómo era la calle antiguamente detalla que las traseras en las que se ubican ahora locales como las Caballerizas y Mastropiero había corrales que se extendían desde la calle Solana (actual Pizarro) hasta Camino Llano. «Se dividía entre Camino Llano alto, que llegaba casi hasta San Juan, por Roso de Luna y Camino Llano bajo». Cuenta que la calle era en realidad «uno de los caminos de acceso a la ciudad, cuando se llegaba desde Andalucía en el puente de San Francisco había tres posibilidades, una de ellas era coger esta calle, la única opción para que los carros cargados llegaran hasta la Plaza», ilustra. Esto sucedía en el siglo XIX. «Casas antiguas quedan muy pocas ya, quedaban la de Carrasco (un poderoso dueño de inmuebles), pero las últimas casitas bajas las han tirado». Camino Llano acogió desde finales de los años 70 el mercado franco, que luego pasó a la zona del Rodeo.

Rosa García es la dueña de la librería ‘El mejor sitio del mundo aquí mismo’, situada en la Plaza Marrón. Ella considera que la apertura del nuevo museo puede beneficiar a los negocios culturales de la zona, porque se supone que se acercará gente que tenga inquietudes de este tipo. Cree que debería aprovecharse el momento para arreglar la zona y poner «bonita» la Plaza Marrón, algo dejada y no demasiado acogedora.

Julio Molina, un vecino de la calle, ha estado muy atento a las obras que han erigido el edificio que firma el arquitecto Emilio Tuñón. «Yo creo que le va a venir muy bien a la calle y que va a mejorar».

Desde la tapería la tía Tula también se tiene confianza. Víctor Manuel Velasco es empleado de este establecimiento. «La gente se está moviendo para que se peatonalice la calle, es una zona céntrica pero le falta algo», afirma. Cree que al reclamo del nuevo museo puede acercarse gente atraída por la oferta gastronómica. Juana Pulido es la dueña de la herboristería de esta calle. Reconoce que al principio, cuando empezó la obra, «tenía puestas más esperanzas, porque pensaba que había un acceso principal por esta calle». No tenía claro si finalmente se iba a poder acceder hasta Pizarro por Camino Llano, como así es. «Entonces, habrá que esperar a ver cómo se da todo y si notamos los cambios».

Tamara Rodríguez trabaja en ‘Qué rico, comidas caseras’. En su caso también está a la expectativa sobre si le afectará para bien, aunque a su negocio ya le ha beneficiado porque durante tres años ha estado dando de comer a obreros de esta edificación. Lo que no quiere es peatonalización, porque son muchos los que van en coche a recoger la comida, reflexiona al lado del bosque de columnas del nuevo museo.

Fuente: https://www.hoy.es/ – CRISTINA NÚÑEZ

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