POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Las campanas de Notre Dame tocaron en París a clamor, a difuntos. Así se comunicaban antes las altas instancias con el pueblo llano. Tocan, tañen, doblan repican a mayor o menor ritmo. A campana tañida, para congregar a los parroquianos; al vuelo (vuelta entera), para anunciar una fiesta; a la bueyada, para informar del lugar de pasto; de alzada, al levantar el cáliz en la misa; a gloria, cuando fallecía algún niño; a tentenublo, para partir el nublado y espantar los rayos; a niebla, para orientar a los peregrinos; a portar el viático, cuando el sacerdote lleva la extremaunción a un agonizante; a tinieblas, en Jueves Santo; a rebato, en señal de alarma; a sermón, a sínodo, a vigilia, al ángelus, a las ánimas, a concejo, a maitines, a vísperas, a jubileo, a rosario, a las horas, a descomulgado, a fuego, a tempestad, a fin de año… ¿Cuándo a fin de crisis?, ¿o es que vino para quedarse?
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