POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Quince corales para un aniversario que, entre incienso y cánticos, proclamó anoche en Murcia los 75 años desde que se fundara la Cofradía del Santísimo Cristo del Refugio. Arrancó sobria la comitiva que celebra la procesión del Silencio más absoluto. Incluso sus cofrades hacen semejante voto antes de salir de sus hogares en dirección a la parroquia de San Lorenzo.
La procesión del 75º aniversario también lo fue de las corales, desde la misma salida donde actuaron la Schola Gregoriana, en el interior de San Lorenzo, y la Coral Discantus en el exterior, hasta la plaza de Santo Domingo, que fue ocupada por los integrantes del Orfeón Fernández Caballero. En la calle de La Merced elevaron sus voces al cielo, que brillaba cercano pues la ciudad permanecía a oscuras, los Cantores de María. Y el grupo Orfheus Music los secundo en la iglesia de Santo Domingo. Muy cerca atronaron la cercana madrugada los hermanos de la Hermandad de Auroros de Nuestra Señora del Carmen, de Rincón de Seca y, ya en las Cuatro Esquinas, el coro de San Andrés y Santa María de la Arrixaca.
Apenas se habían acallado sus cánticos cuando, a la puerta del Casino y cuajadas las históricas peceras de murcianos, el Cuarteto San José honró de nuevo a este Cristo que, al alcanzar la plaza de la Cruz, fue recibido por la Tuna de Magisterio, otro de los grupos que, ya de forma tradicional, acuden a su cita de cada Jueves Santo con el Refugio. Refugio que también lo fue para el Grupo de Pasión, que lo recibió en Belluga, y las voces de Canticorum Yubilo, ubicadas frente al Palacio Episcopal.
De nuevo los auroros, en esta ocasión de la Hermandad del Rosario, también de Rincón de Seca, acariciaron en la plaza de los Apóstoles el paso del cortejo de esta Cofradía que estrenaba por su aniversario catorce nuevos faroles del vía crucis.
Todos han sido pintados por autores murcianos de la talla de Nono García, Nicolás de Maya, José María Falgas, Esteban Bernal Aguirre, Jorge Beltri, Emilio Pascual, Juan Antonio Fernández Labaña, Antonio Tapia, Carlos Pardo, Luis J. Fernández y Fulgencio Saura Mira.
El relevo al Coro de San Antolín, que actuó en la plaza de la Cruz, lo tomó, ya enfilado el retorno hacia la parroquia, la Coral Benedictus, a la que sucedió la quebrada voz de la saetera Alicia Sánchez, quien cantó en la plaza Cetina. Solo restaba, una vez más, que el Orfeón Fernández Caballero pusiera las más tristes notas a la recogida solemne del Señor de San Lorenzo.
Es el momento de mayor emoción. Cuando el Refugio ya retorna a su sede desde la plaza Cetina, al acercarse al templo, mientras sus penitentes se arrodillan para honrar por última vez al Maestro, hasta el año que viene. El paso recorre los últimos metros de la carrera con una solemnidad que espesa el ambiente de noche de primavera. Otra madrugada bajo un cielo claro y temperaturas que ya auguran el próximo verano. Miles de murcianos tomaron las calles para disfrutar de un cortejo sin el que no sería posible entender la Semana Santa murciana y que alcanza su aniversario con la renovación de gran parte de su patrimonio.
Escoltado por la Guardia Civil, como si lo llevaran de nuevo ante el tribunal, el Cristo del Refugio retorna a su sede. Pero será en vano, porque ya anda casi muerto, como la Semana Santa que supera su ecuador para adentrarse en los últimos tres días de la Pasión murciana. Nadie se atreve a decir una palabra. Nada hay que añadir ya a esta triste historia que esta misma mañana volverá a escribir otro glorioso capítulo nazareno en la mañana ‘morá’ más bella del año, aquella que nace desde la iglesia privativa de Jesús mientras aún retumben en la urbe los últimos cánticos del Refugio.
Fuente: http://www.laverdad.es/