POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES).
El viajero ha ido hasta Italia, concretamente a Salento, la región que se encuentra en la provincia de Lecce en el tacón de la bota de esta península. Allí, al borde del mar Jónico, ha tenido la posibilidad d.e estar en una de las bodegas más antigua que conoce: Cantina Coppola, nacida en 1489 y continuada la tradición vitivinícola de generación en generación.
La bodega Coppola (Cantina Coppola, en italiano) está a unos 300 metros del mar, entre el camping de La Vecchia Torre y el parque acuático Splash, en el bello pueblo de Gallipolli la antigua ciudad griega de Kallipollis, cuyo nombre traducido sería el de “Hermosa ciudad”. Se trata de una ciudad isla, unida al continente por un puente levantado en el siglo XVI.
Fue guía de su propia bodega, el dueño, Giuseppe Coppola, descendiente directo del fundador, quien ha sabido relanzar la viña a través del enoturismo y la construcción de un magnífico restaurante, el “Vigneto del Gusto”, además de un museo dedicado a la bodega, levantada en un precioso edificio moderno, con cuadros que cuenta la historia vitivinícola de la familia hasta botellas antiguas de generaciones anteriores con las etiquetas escritas a mano con una letra preciosa, sin olvidarse de un paseo con cristales por todo el interior y así admirar los productos propios y las barricas. Al principio de todo, vimos un cuadro del patricio Carlo Antonio Coppola, uno de los antiguos propietarios de la “cantina”, de primeros del siglo XVIII, quien en 1715 mando construir su palacio Coppola, en la vecina localidad de Alezio. Carlo Antonio ayudó a los campesinos de la zona de la cercana ciudad griega de Gallipolli (a 7 kilómetros de Alezio) a que construyeran sus casas en sus terrenos y así refundar y rehabilitar la preciosa ciudad costera, asentada en una isla y unida a tierra firme por un puente del siglo XVI.
En el museo de la bodega hay botellas antiguas, así como una foto antigua del padre del actual propietario, junto a la Torre Vecchia, en la costa junto a la viña, en la finca de unas 28 hectáreas, denominada “Tenuta Patitari Torre Sabea, y la bodega, junto al restaurante “El Vigneto del Gusto”, construida totalmente con un diseño modernísimo, se halla en lo que fueran las caballerizas. Desde las alturas vimos la viña, a un tiro de piedra del Mar Jónico, aunque la empresa tiene otras más en el pueblo cercano de Sannicola, ésta propiedad de la familia desde 1489, en plena denominación de origen (DOC) Alezio.
Los vinos
La autóctona cepa Primitivo, de la que hay una ruta enoturística, se produce en suelos arenoso cerca del mar y se cuida en barrica de roble para venderlo directamente o llevarlo por Italia y otras partes de Europa.
Otra variedad es la de Negroamaro, (del latín “negro”, y del griego “amaro”) que se cría en la más pequeña de las fincas, Tenuta Li Cuti, en Sannnicola, desde 1489, cuando la propietaria del terreno, Laura Cuti, se casó con Orsino Coppola, comenzando así la saga familiar.
La cata
Durante la cata, servida en persona por el propietario de la “Tenuta” se nos ofreció un espumante, de la variedad Negroamaro, cultivada en la tercera finca, la “Santo Stefano” en los campos de Alezio, a una altitud de más de 70 metros sobre el nivel del mar y a una distancia de unos 7 kilómetros. Un brut seco de la marca “Coppola”, de buen gusto en vista y boca, un espumante de 12 grados y cuya botella sale por 18 euros.
El segundo servicio fue un rosado Negroamaro Licuti 1489, de unos 8 euros la botella, en pleno corazón de la Denominación de Origen Controlada Alezio, un vino fresco y elegante. que en palabras del intelectual, crítico gastronómico y gurú de la viticultura italiana Luigi Veronelli, el “Licuti” es un vino con “sal”. Los caldos de esta bodega tienen muchos premios y gran calidad. En sus estanterías veo un “Primitivo Patittari”, de la cosecha de 2007 cuyo precio es de 70 euros
Mirando por el salón donde se celebró la cata observo algunas placas de los numerosos galardones que recibieron
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