POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
El tiempo vuela (“tempus fugit”, que decían los romanos), dejando atrás una estela de meses y la cíclica sucesión de estaciones, que últimamente están muy alteradas: la primavera del año pasado, demasiado templada y árida, cedió la antorcha a un verano extremadamente cálido; al que siguió el otoño, muy variable respecto a las precipitaciones (sólo octubre fue apropiado) y suave en lo que a temperaturas se refiere; hasta que un extraño invierno hizo acto de presencia, con lluvias insuficientes y el mercurio por encima de sus valores habituales en esas fechas (apenas heló…).
Marzo sirvió de transición, seco pero fresco (casi dos grados inferior a lo normal), anómalo como sus predecesores.
¡Y ya es primavera! Que llega como soplo de vida reverdeciendo plantas y árboles, abriendo los capullos de las primeras flores y con su dulce mano teje una verde alfombra en la dehesa extremeña. Sobre todo este año, que lo ha hecho regando los campos generosamente (casi cien litros por metro cuadrado cuando esto escribo, y aún prosiguen las esponjosas nubes derramando sus húmedas gotas), cubriendo la sierra con su capa blanca, calando los sedientos suelos y haciendo correr los cantarines arroyos.
Aunque, al contrario que hace un año, las temperaturas no han alcanzado aún los niveles propios de esta zona. Pero, cuando lo logres, ¡oh Primavera!, tu sonrisa esparcirá alegría, adornarás tu verde cabello con bellas flores, perfumarás el aire con tus dulces aromas y nos asombrarás con la vitalidad de tus colores; granarán las espigas, se cebarán los frutos y reses, los pájaros trinarán con su melodioso canto y las mariposas anunciarán alegría y amores.
Sí, llegó la loca primavera, luz desencadenada, yegua verde. Si bien de modo incompleto, ya sentimos tus abrazos que en unos días se tornarán más fuertes.
Porque, ahora que has comenzado bastante bien (aunque siempre hay quien sale damnificado en estas circunstancias), proporciónarnos un suave y gradual ascenso térmico, antes que los tórridos rayos solares veraniegos nos abrasen con su fuego.