POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En el principio de los tiempos hubo democracia y resultó una forma de gobierno tan costosa e ineficaz que optaron por, pito, pito, gorgorito, ungir a un fortachón e inventar la primogenitura, conscientes de que los herederos no tenían por qué ser los mejores para gobernar, pero les quitaba muchísimas preocupaciones sucesorias; tampoco hoy somos tan ingenuos para creer que los elegidos en las urnas son los adecuados, de lo que se trata es de pasar de un gobernante a otro sin conflictos sanguinolentos. Lo decía Coetzee, ¿a quién elegir? A quien sea, lo importante es elegir. La monarquía no era ningún dislate, se pudrió, como todo. Así que hoy celebraré la entrada del año con Bartók y su “Concierto para orquesta” (el título ya es contradictorio), donde las cuerdas se carcajean de la “Leningrado” de Shostakovich, y un instrumento se opone a la mayoría.
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