CARIDAD, LA DEL AYUNTAMIENTO
Jul 19 2019

POR JOSÉ ANTONIO MELGARES GUERRERO, CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA Y DE CARAVACA

En otros ambientes conocida, también, como Caridad la del Torcío, (antiguo apodo cariñoso popular por un antepasado con defecto en la espalda que le impedía andar derecho), fue una pionera en su tiempo cuando muy pocas mujeres, como ella, trabajaban fuera del domicilio paterno o conyugal. Caridad Martínez Susarte nació el 13 de diciembre de 1912 y con su buena salud, su prodigiosa memoria y la experiencia acumulada por los años es, en la actualidad, una muy importante fuente de información sobre la época del ecuador del S. XX en cuyos comentarios nos encontramos semanalmente quien escribe y sus lectores. Fue la primera mujer funcionaria municipal (luego lo sería también María Teresa Melgares Bolt), entrando a trabajar, como temporera, en el Ayuntamiento, en 1945 (siendo alcalde Antonio Guerrero Martínez), por cuyo trabajo percibía 250 ptas. mensuales. Luego vendría la oposición que le convirtió en auxiliar administrativa, con un aumento de sueldo de 50 ptas. «Aquel aumento supuso un mundo para mí», afirma en estas fechas, en que la subida mencionada equivale a poco más de 50 céntimos de euro.

Caridad, junto a sus cuatro hijos, Loli, Elio, Paco y Encarna.

Caridad recordaba sus largos años en el Ayuntamiento, en una amplia sala cuadrangular con balcones a la Plaza del Arco, largo mostrador con cristalera, y estufa de aserrín en la que, en invierno, ella y sus compañeros asaban castañas. Con Caridad trabajaban Rosendo Guerrero, que se ocupaba del tema de los quintos (después de la jubilación de Pepe Salas), Juan Antonio Elbal, que se encargaba del registro general, José González (de las multas), Vicente Hervás (de la secretaría); Vicente Espa y Mariano García-Esteller Bañón (de la tesorería) y Antonio Albarracín (de la intervención). Asimismo recordaba a los ordenanzas El Rojo Sabina y Ponce (que también hacían de maceros en los actos solemnes, siendo éste último el encargado, así mismo, de regar las calles con camión cisterna durante las tardes del verano), y más tarde Julián el Gallico. Al excelente secretario Mariano Funes y al adjunto de Secretaría durante tantos años: José Antonio Soler (quien llevaba los permisos de obras y concedía las casetas de madera de la feria). Al Oficial mayor Vicente Navarro Mora y al segundo Antonio Girao (El Colorao);a la auxiliar de la centralita telefónica: Encarna (una de las de García), al Cocas, a Pedro Beltrán y también a los guardias municipales con su cabo José el Parrala a la cabeza, Torrecillas y a aquel otro a quien llamaban el Capitán Quincalla. También a los técnicos José Piñero y Juan Antonio Elbal: El Dona. El personal funcionario del Ayuntamiento (que a excepción de Rosendo Guerrero todos eran falangistas), vivía al margen de la actividad política. Durante su vida en activo pasaron siete alcaldes por el despacho de la alcaldía: Antonio Guerrero Martínez, Manuel Hervás Martínez, Ángel Martín Hernández, Amancio Marsilla Marín, José Luis Gómez Martínez, Mariano Rigabert Girón y, ya en la democracia, Pedro García-Esteller Guerrero, con quien se jubiló a la edad reglamentaria. Las épocas de mayor trabajo se producían en el Ayuntamiento con motivo de las pocas elecciones democráticas entonces (sindicales o las de concejalías representativas del denominado «tercio»), pues era en ese momento cuando había que actualizar el padrón, trabajando en los primeros tiempos, incluso por las noches, a mano y después a máquina, ya que Caridad llegó tarde a la implantación del ordenador.

Caridad Martínez Susarte Y Francisco Rodriguez Carbajo, en el día de su boda.

Su trabajo fue siempre administrativo y de apoyo al Secretario General, pero también atendía temas como permisos de obra, concesión de plumas de agua e información general, ayudando en cuanto pudo a quienes llegaban desorientados sin saber donde ni a quien dirigirse. Al principio en el Ayuntamiento se trabajaba todos los días de la semana, en horario de 9 a 2, y por la tarde a excepción de los jueves y sábados; luego se flexibilizó conmuchos almuerzosy una guardia vespertina a la semana.

Compatibilizó el trabajo mencionado con la secretaría de la Sección Femenina (siendo presidentas locales Ascensión Marín y luego su hermana Maravillas), y tuvo frecuentes relaciones con Pilar Primo de Rivera (Presidenta Nacional) a quien acompañó a Las Fuentes en cierta ocasión.

El trabajo nunca asustó a Caridad, quien antes de entrar en el Ayuntamiento (como se ha dicho en 1945), había trabajado en teléfonos como operadora, y también como auxiliar en el Juzgado de Instrucción, que entonces se ubicaba en la Plaza de Santa Teresa. A todo lo dicho hay que sumar el tiempo en que compatibilizó la tarea municipal con Auxilio Social(a donde acudía diariamente de 9 a 11), que estaba en las dependencias del antiguo Casino, anexo a la Compañía (entonces posada). Allí tuvo por jefe médico al Dr. Ángel Martín, y como compañeras a Angustias Fuentes (que era jefa de almacén), Carmen Melgares y Pepita y Antoñita Guerrero. En Auxilio Social, mientras funcionó durante los años siguientes a la conclusión de la Guerra Civil, se atendían las carencias económicas de las clases sociales más desprotegidas, con ropa, atenciones médicas y alimentación. De esta época es la leche en polvo y el queso americano (de color calabaza, muy aromático y nutritivo), que se suministraba en grandes envases cilíndricos metálicos y recordarán nuestros lectores entrados en años. También en las escuelas, a la hora del recreo, se sobrealimentaba a los niños con ambos productos. Para ello, cada escolar, además de sus libros y cuadernos, llevaba diariamente al colegio un bolsito con su vaso en el interior del mismo.

Caridad Martínez Susarte, en la ofrenda de flores del día 1.

Caridad, desde su privilegiada tribuna física en el Ayuntamiento, vio transcurrir un tiempo difícil, de horas muy largas y escasez enfermiza generalizada. De represión política y monotonía sólo rota con acontecimientos como la visita de un gobernador, del obispo o la toma de posesión de un cura párroco, como la de D. José Barquero Cascales, que revistió carácter de acontecimiento. Sin embargo éstos, los suyos, fueron tiempos modernos en los que, al menos, no echaban a los funcionarios cuando cambiaba el signo político de la Corporación. En época de su tío: José María el Torcío, que fue alcalde en tres ocasiones con anterioridad al tiempo que comentamos, cada edil prescindía sistemáticamente de los funcionarios que habían trabajado para el anterior, incluso del Secretario (a pesar de ser de carrera).

Gran parte de la época de Caridad en el Ayuntamiento coincidió con los años del racionamiento, la escasez, el pluriempleo (quien podía tenerlo) y la recomendación. Años en que los guardias municipales multaban por llevar a alguien en el portaequipajes de la bicicleta o vestirse de máscara durante el carnaval. Años que, como he dicho, transcurrieron muy lentos por la historia local, en los que sucedieron muchas cosas a nivel nacional y muy pocas en el marco provincial y local. Época, en fin, que constituyó la víspera de nuestro tiempo, en la que los de mi generación nacimos y crecimos en un ambiente abismalmente diferente al actual, al que hemos tenido la virtud de incorporarnos e integrarnos sin traumas.

Fuente: https://elnoroestedigital.com/

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