POR JOSÉ DIONISIO COLINAS LOBATO, CRONISTA OFICIAL DE LA BAÑEZA (LEÓN)
Sentados en el hall del hotel Loizu de Burguete (Navarra), esperando la salida para hacer la excursión que ese día nos tocaba por Pamplona, escuché una conversación entre dos mujeres que se intercambiaban sus nombres y direcciones postales. Rápidamente oí el nombre de Carmen Busmayor, lo que al momento me hizo darme la vuelta en la butaca e intervenir en la conversación.
No me imaginaba encontrarme a mi amiga Carmen en aquel bello lugar de Roncesvalles, porque tenía en mi memoria su imagen de niña rubia y juvenil, y habían pasado más de veinticinco años desde la última vez que nos vimos en Veguellina de Órbigo, dentro de aquellos encuentros poéticos que el profesor Tomás Néstor Martínez organizaba bajo las sombras refrescantes de los chopos ribereños del río Órbigo. Hoy nos volvíamos a encontrar a cientos de kilómetros de nuestras tierras leonesas.
Pero ella no había cambiado nada, seguía siendo aquella joven mujer, alegre, abierta y locuaz que, siguiendo un día los consejos de sus padrino y maestro, don Antonio Pereira –“Si quieres triunfar como poeta, cambia tu nombre–, se cambió su apellido por BUSMAYOR, tomando el de su lugar de nacimiento, ese municipio de Barjas, en la provincia de León, donde el verde del musgo se funde con la nieve que en los inviernos cubre sus tupidos hayedos.
Un lugar donde los versos se hacen silencio, música y ritmo con sus poemas; donde la poética de sus palabras la ha hecho merecedora de galardones extraordinarios; fluyendo su lirismo y personalidad hasta lo más sensible de la belleza berciana y española: la Poesía.
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Fuente: http://adelantobanezano.com/