POR TITO ORTÍZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA
Viven aún,- me consta-, criaturas humanas que tuvieron el privilegio de pasear en barca por el estanque-lago del Carmen de Los Mártires, sorteando con los remos, patos y cisnes que por aquellos años cincuenta y sesenta, tenían allí su hábitat. Lugar de privilegio, la belleza de sus jardines y fuentes, conformaron el sitio ideal de los granadinos para refugiarse de las calores. El embarcadero estaba muy solicitado. La barca tenía además el encanto de tener que acceder a ella, bajo el torreón al que se llega por el puentecito, en una especie de gruta propicia a más no poder, para robar ese beso furtivo del primer enamoramiento con el pavo subido, aunque eso de los pavos reales ha venido mucho después. La vista de Granada que desde aquí se disfruta, es excepcional, y sus laberintos o recovecos, espacios designados a la lectura, declaraciones de amor, confesiones íntimas, pintura al natural y disparos fotográficos plenos de belleza. La Asociación de La Prensa, organizó durante muchos años, su recordada Verbena, repartida a partes iguales entre la pista de entrada, y el escenario sobre la fuente del trébol, que fue fagocitada en parte por el auditorio Manuel de Falla.
SAN JUAN DE LA CRUZ
Cuenta la historia que durante los siglos trece y catorce, aquí fueron martirizados y degollados unos franciscanos, de ahí la enorme Cruz que abre el camino, siendo ésta la senda que utilizaron los cristianos para entrar a la Alhambra el día de su reconquista, y quiso la reina que se erigiera en el punto, una ermita en honor a los mártires, aunque no es hasta el siglo XVI, cuando la orden de Carmelitas Descalzos, de la mano de Diego Hurtado de Mendoza, encuentran aquí uno de sus mayores referentes, sobre todo si tenemos en cuenta que, bajo éstos árboles, el mismísimo San Juan de La Cruz, escribe gran parte de su obra poética y religiosa, de entre la que destaca, “La Noche Oscura del Alma”. San Juan se vinculó a Granada de una manera muy especial hasta el punto de que requerido para mayores empresas por la orden carmelitana, siempre hacía lo posible por regresar a ésta ciudad que le cautivó desde el primer día. Nombrados eran sus paseos matinales por la cuesta del Realejo abajo, para oficiar la eucaristía y dar la comunión a las carmelitas descalzas, ubicadas aún en la casa del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. En el convento de Los Mártires, tuvo su sede una muy renombrada cofradía que hacía su salida de penitencia la madrugada del Viernes Santo, llamada de Jesús Nazareno y Santa Elena, aunque todo dio al traste con la desamortización de Mendizábal.
PALACIO Y JARDÍN ROMÁNTICO
Después de no pocas vicisitudes, no es hasta el siglo XIX, cuando el lugar es recuperado y reconstruido como palacio y jardines románticos propios de la nobleza del momento, al punto de que en él se hospeda la reina Isabel II, o el poeta José Zorrilla, cuando en 1889, viene a ser coronado en Carlos V, Poeta Nacional. Nada más comenzar el siglo XX, son los monarcas españoles, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, quienes pernoctan, en el que había sido denominado como, el paraíso de Granada. Una buena gestión del gentleman mejor vestido y apuesto de la época, el alcalde, Manuel Sola Rodríguez Bolívar, vecino de la cuesta de Gomérez, consigue que el Carmen pase a la ciudad, y por lo tanto, a los granadinos, aunque el peligro de la picota y el negocio pudo dañarlo para siempre, la nueva corporación democrática impulsó su recuperación, asunto éste del que puede dar la mejor y más fiable información, José Miguel Castillo Higueras, cuando deje de pasear a su perra.
MORENTE
Asiduo del Carmen de Los Mártires y sus encantos, era el creador flamenco, Enrique Morente. Hombre de vasta cultura y gustos exquisitos en lo artístico, manejaba las herramientas necesarias para interpretar un lugar y su historia. No en vano, nadie antes que él, tuvo la valentía de ponerse ante los versos de San Juan de La Cruz, y a base de gusto literario y conocimientos musicales, meterlos en los ritmos y melismas del “jondismo”, como diría Juan de Loxa. Enrique Morente Cotelo, no sólo cantó como nadie la obra de san Juan de La Cruz, sino que además, en 1988, cuando crea su gran Misa Flamenca, que aún hoy no ha sido superada, incluye textos imprescindibles del fraile carmelita enamorado de Granada, convirtiéndola en prueba insuperable para el resto. Morente Cotelo, el creador, ve con ojos de albayzinero el Carmen de Los Mártires, huele sus flores, percibe sus aromas inconfundibles e inextrapolables a otro sitio, y bajo el cedro de San Juan, con el rumor de la fuente cercana, en el silencio de esa atalaya con balconada a la ciudad, mete en el pentagrama del arte gitano-andaluz hasta el tuétano, la raíz de unos versos, que bien pudiera parecer, que san Juan de La Cruz, los escribió siglos antes, pensando en el cantaor de La cuesta de San Gregorio. ¡Que fresquito se está en éste Carmen ¡ ¿verdad?.
FUENTE: EL CRONISTA